«La realidad del territorio hubiera sido diferente sin la constitución de la DO»
Enrique Pascual, Presidente DO Ribera del Duero
A las puertas de los 40, la Denominación de Origen Ribera del Duero es reconocida «por la calidad de sus vinos, por su espíritu creativo, por estar en continua evolución». Así lo destaca su presidente, Enrique Pascual, quien asegura que a día de hoy «ya no hay una sola Ribera del Duero, hay cientos, miles, tantas como vino, tantas como formas de expresión, como mentes creativas. Hoy Ribera del Duero es un mundo».
– ¿Qué ha significado la DO para toda la zona de influencia?
– La Denominación de Origen Ribera del Duero es uno de los principales motores de desarrollo social y económico de Castilla y León. Las 310 bodegas y los más de 8.000 viticultores adscritos a esta marca de calidad son generadores de empleo, de sostenibilidad y contribuyen a fijar población en el territorio que agrupa. Pero además, es importante también para la preservación del patrimonio, tanto el natural como el arquitectónico. Sin duda la realidad de este territorio hubiera sido muy diferente sin la constitución de la Denominación. Ha marcado el día a día de los pueblos de las cuatro provincias que ocupa. Ha generado una serie de industrias y negocios que tienen en el vino y las bodegas su razón de ser. Sin olvidar todo el dispositivo enoturístico que hoy existe y que no estaría de no ser Ribera del Duero una realidad. Desde hace 40 años hay un gran tejido económico, social, cultural, natural y patrimonial que es, y que será, porque existe la Denominación.
– ¿En qué momento se nota un antes y un después?
-Los años 90 fueron determinantes para este territorio. El 21 de julio de 1982 se constituye el Consejo Regulador, se aprueba el reglamento y echa a andar oficialmente. En esos comienzos eran unos pocos bodegueros, una decena de cooperativas, y esa gente que había mantenido el viñedo, a pesar de que la tendencia era apostar por otros cultivos. Pero ya en los primeros años de la década de los 90 comienzan a abrir nuevas bodegas y son más los que apuestan por la viña. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, se fue creciendo de manera inteligente y sostenible. Esa decena del principio fueron ya 200 en los primeros años del nuevo siglo. Se trabajó muy duro para consolidar la marca. Pero los vinos tuvieron una acogida excepcional en los mercados nacionales e internacionales y la recompensa al trabajo bien hecho y la apuesta por la calidad dio sus frutos, trajo nuevos proyectos, familias viticultoras que abrieron sus propias bodegas. Desde entonces hasta hoy, no hemos dejado de evolucionar.
–¿Cuáles han sido los principales hitos en estos años?
–Ribera del Duero empieza a andar de manera oficial con un objetivo claro: elaborar vinos que sean una expresión del territorio, que reflejen la tradición de esta región, incorporando las nuevas tecnologías y sin dejar de mirar al futuro. Desde el inicio se impone un control de calidad exhaustivo que el Consejo Regulador lleva a cabo, siempre con la complicidad y el convencimiento de bodegas y viticultores. En los últimos años se ha avanzado en materia de autocontrol y certificación de los vinos de la DO con el desarrollo de una aplicación pionera, patentada por el Consejo Regulador, que garantiza la completa trazabilidad, desde la viña hasta las botellas de vino. En materia de promoción, se han diseñado estrategias propias que han permitido romper barreras en cuanto a los lugares de consumo de nuestros vinos y también en lo referente al tipo de consumidor. Hemos dado grandes pasos para demostrar que los vinos de Ribera del Duero se pueden disfrutar en cualquier contexto, a cualquier edad. Sonorama Ribera fue un hito destacado, pues nunca nadie en el mundo del vino había apostado por ser patrocinador principal de un festival de música y llevar el vino al ADN del mismo. Nuestro compromiso con el cine, la literatura, la música, el arte, la cultura han llevado a vinos y bodegas a ser parte de los acontecimientos más importantes.