«En Castilla y León destaca la diversidad en los vinos»
Diego González se proclamó Mejor Sumiller de España Tierra de Sabor 2019
Convertirse en el Mejor Sumiller de España Tierra de Sabor 2019 ha supuesto «un largo camino» para Diego González, un burgalés de 32 años que descubrió su interés por el vino cuando estaba estudiando en la Escuela de Hostelería de Leioa (Vizcaya).
«Esto no es cuestión de un día, después de cuatro o cinco años estudiando llegué a lo más alto aunque ya en 2016 quedé segundo. Hay gente que en un par de años lo consigue pero generalmente requiere más esfuerzo prepararte la parte teórica, la cata, la puesta en escena con sus simulaciones».
En estos nueve años de trayectoria valora a la gente de la que se ha rodeado, «es muy importante y siempre he tenido la suerte de estar con grandes profesionales que sabían más que yo y te van explicando».
A pesar de sus logros, se muestra modesto, «me queda mucho por aprender, una de las cosas que más me llamó la atención al principio fue que es un mundo en el que nunca dejas de aprender, por mucho que piensas que sabes, siempre te quedan muchas cosas».
Diego asume que «de forma inconsciente el vino siempre ha estado ahí, en todas las celebraciones familiares» algo que, en su caso, fue calando.
Este profesional ejerce en la actualidad como sumiller en el restaurante Ambivium de Peñafiel (Valladolid) donde se encarga de orientar y aconsejar a los comensales.
«La gente se deja asesorar cada vez más porque quiere descubrir más cosas sobre el vino», indica. «Es verdad que sí que hay tendencias y a veces el mercado marca un poco cómo se elaboran los vinos».
Por ejemplo, en estos momentos, «los rosados pálidos están marcando tendencia, se consumen más». Además de que el rosado se pueda identificar con Cigales, «en Ribera se hacen grandes rosados o en León con la Prieto Picudo».
Prestigio internacional
De cualquier modo, Castilla y León es «diversidad» y en una región tan extensa «tenemos variedades autóctonas que nos prestigian internacionalmente, posibilidades infinitas de cara a acompañar una comida: tintas, dulces, blancos, algún espumoso. Croe que podríamos hacer una comida con vinos exclusivamente de la región».
Una vez más, un profesional destierra mitos sobre el hecho de entender más o menos de vinos: «No hay que tener nociones, el vino que más te guste es el bueno. Se trata de disfrutar más que del hecho de saber o no saber».
Desde ese planteamiento recomienda a la gente «que se deje guiar, descorche una botella y la disfrute con la familia o amigos, se trata en definitiva de que disfruten en cada ocasión con el vino».
Cambio de hábitos
Cambiar los hábitos del consumidor puede resultar un tanto complejo en ocasiones, «es cierto que hay personas que siempre han bebido el mismo tipo de vino, de la misma denominación o variedad y en esos casos es más complejo que se acerquen a otras zonas o variedades pero en Castilla y León, con todas la gamas, es sencillo acercar otras zonas al comensal porque la diversidad es enorme». Añade: «Es complicado cuando siempre se ha bebido Ribera o Rueda y de repente pruebas otros blancos pero eso también habla muy bien de nuestros vinos, se comprueba que el grado de fidelidad es alto».
La trayectoria de Diego no solo se ajusta al territorio nacional . Durante un tiempo trabajó en Inglaterra. «Allí los vinos de Ribera están muy presentes, algo Rueda y también Toro y Bierzo», enumera.
Asume que «para las denominaciones pequeñas es más complejo pero poco a poco se van apreciando destellos». Su percepción es que «Ribera siempre está, Rueda casi siempre y Toro y Bierzo tienen cierta influencia. Cada vez más gente va hacia nuestra región, es fácil introducir nuestros vinos».
El valor de las pequeñas
En el caso de España, los caldos de Castilla y León «están muy bien posicionados, cada vez más, y además de las cuatro grandes denominaciones, el mundo del vino sabe que hay grandes vinos, que las pequeñas ofrecen muchas variedades autóctonas con producciones muy limitadas».
Sobre esta cuestión, pone el foco de manera especial en el trabajo de investigación que se hace con variedades autóctonas que han perdido presencia con los años. «En esas producciones limitadas, los pequeños viticultores mantienen variedades que son un auténtico patrimonio. En Salamanca se están haciendo las cosas muy bien. Salvaguardar variedades es importante, cada vez hay más trabajo y estudio detrás de esas variedades». Comenta que en algunos casos «se intenta recuperar variedades que siempre han dado bien y ahora casi están extinguidas, hay que darlas el valor que se merecen porque son interesantes y son nuestras».
Tampoco deja pasar por alto el trabajo que en la difusión de los productos de la región, en este caso los vinos, se efectúa desde Tierra de Sabor. «Una gran labor a la hora de acercar los vinos de nuestra tierra, y de los productos en general. Es una buena forma se posicionarse llevando nuestros productos a la hostelería y a distintos canales».
Recuerda que el año pasado, en el contexto del Campeonato de España en el que se proclamó vencedor, Tierra de Sabor hizo una cata con los vinos de Castilla y León para presentárselos a todos los sumiller «y este tipo de actividades son muy interesantes».
La moda y el vino
Sobre si el vino está de moda, reflexiona que «siempre se ha consumido, ojalá se consumiera más, y aunque parece que está de moda, el consumo per cápita no es tan alto en comparación con otros países». Pone como ejemplo Inglaterra donde «a las siete de la tarde puedes ver a gente joven consumiendo vino en una terraza y no se ve raro; aquí es difícil ver a cuatro o cinco jóvenes en una terraza con una botella de vino». Para captar a ese segmento de la población se están haciendo campañas desde diferentes ámbitos y «vinos más fáciles de consumir, más asequibles para todos», concluye el experto.