Hígado, una fuente de nutrientes
Es una carne que forma parte de la gastronomía internacional con un intenso sabor y textura jugosa que suma tanto número de apasionados como de detractores
Hígado sí o hígado no, esa es la cuestión. Perteneciente al grupo de las vísceras o casquería no goza de tanta popularidad entre los comensales como las carrilleras, los callos, las mollejas o los riñones. Su popularidad en las gastronomías de medio mundo y versatilidad en la cocina le convierten por este motivo en el rebelde de la pandilla. Su fuerte sabor, el desconocimiento para sacarle partido en los fogones y su alto contenido en grasa saturada y colesterol, le han hecho valedor de una mala fama que contrarresta con su indiscutible potencial nutritivo como fuente de hierro y vitamina A. Así pues, el hígado es un alimento que no deja indiferente a nadie. Englobado en el grupo de carnes rojas, la recomendación de su ingesta es moderada.
De ternera es el más consumido aunque también lo hay de cordero, cerdo, aves y pescados. Poco a poco este alimento se abre paso también en la alta cocina junto al resto de compañeros de la casquería. Aunque sin duda, la presencia menos conflictiva de esta carne en un plato sobre la mesa la encontramos cuando se transforma en paté.
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Reza el dicho que las apariencias engañan y, encontrar el hígado convertido en un untable convence como aperitivo en cualquier comida o cena. Asimismo en el mundo culinario el paté de rodaballo, bacalao o rape conquistan al paladar más exigente, con un gusto en boca al que no se suele estar acostumbrado.
Otra de sus variedades es el foie-gras. En este caso, de nuevo, debate abierto porque aunque la normativa europea permite la producción del foie-gras de pato siempre y cuando se cumpla con la normativa de bienestar animal, lo cierto es que varios países europeos prohíben su producción. Y si miramos al otro lado del charco, en Nueva York a partir del 2022 ya no se podrá tampoco comercializar.
La sede del alma
Las recetas de casquería y en particular con hígado forman parte importante del recetario español. Pero no es exclusivo de nuestra cultura. Si echamos la vista atrás, los egipcios engordaban a sus ocas para deleitarse con un sabroso hígado, los romanos hicieron propia la cocina de casquería y los griegos también establecieron una vinculación especial con el hígado. Desde el punto de vista gastronómico, no se resistieron al hígado de oca, eso sí, alimentaban a estas aves con higos, de ahí que lo llamaran «hígado cebado con higos», una acepción que adoptaron los romanos «ficatum jecur» y que derivaría en el hígado actual. Y desde la perspectiva mitológica hay que recordar que los griegos consideran el hígado, el órgano que alberga el alma.
Hígado encebollado
Quizá uno de los platos más conocidos y extendidos para preparar con esta carne roja sea el hígado encebollado. Una receta rápida, fácil y saludable. Solo hace falta saltear la cebolla cortada en juliana, un ajo picado y aparte sellar los filetes o trozos de hígado a temperatura alta. Después aunamos ingredientes, añadimos un poco de sal, pimienta, perejil y un chorro de vino. En Italia, su equivalente, sería el 'fegato alla veneziana'. Delicioso plato tradicional en el que la cebolla se pocha hasta caramelizar, se echa vino hasta que se evapore y se retira. El hígado cortado en láminas muy finas se incorpora a la cazuela con manteca y se cuece a fuego lento mientras se remueve. Después, se añade la cebolla, pimienta molida negra y un poco de perejil picado. Es aconsejable su consumo recién hecho y no se recomienda que se congele. En la presentación se acompaña con unas rodajas de limón. Pero hay otras fórmulas para su consumo, a la plancha, en guiso, frito, salteado, acompañado de salsas o al contrario como acompañante en forma de picada de hígado, en el caso de arroces de conejo y pollo. Por cierto que en Escocia, el pastel de hígado, Haggis, forma parte de su gastronomía nacional.