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El Canal del Duero arranca en Quintanilla de Onésimo, en Valladolid. Agapito Ojosnegros Lázaro
El camino del agua

El camino del agua

El Canal del Duero ofrece una agradable senda para recorrer a pie o en bicicleta entre Quintanilla de Onésimo y Tudela de Duero

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Viernes, 18 de mayo 2018

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Merece mucho la pena hacer una excepción en nuestras supersticiones heredadas y, durante cinco horas de caminata, renunciar a una de ellas: la del 13. Por delante tenemos 23,8 kilómetros que aúnan lo mejor de la naturaleza con la acción del hombre, conformando un legado que, sin duda, es el mejor exorcismo para hacer de la décimo tercera etapa de la Senda del Duero un recorrido mágico. Este trayecto forma parte del Sendero GR-14, que se prolonga desde los Picos de Urbión (Soria), hasta el muelle fluvial de Vega de Terrón (Salamanca). Como con otros tramos, con el 13 estamos de suerte pues también es transitable en bicicleta, y nos lleva desde Quintanilla de Onésimo a Tudela de Duero entre dos aguas.

El trecho de la Senda del Duero que hoy recorremos a salto de párrafo transcurre la mayor parte del recorrido entre el Duero y el Canal del Duero, que toma el agua del río en la localidad vallisoletana de Quintanilla de Onésimo.

El lugar de captación, la puerta del Canal no puede ser más espectacular: ni las de Versalles. En la parte Este del municipio, de sillería todo el conjunto arquitectónico y con un gran arco y una gran pilastra a modo de parteluz o tajamar, el agua del río entra por las compuertas para fluir subterráneamente bajo el casco urbano de Quintanilla durante algo más de 500 metros.

Acueducto sobre el río Duero.
Acueducto sobre el río Duero.

Ese punto de la captación es tan novelesco y con tanto encanto como el fin de la etapa. Sobre la compuerta de entrada: con la escalinata de acceso a la exclusa, el jardín y la casa del guarda del Canal, el entorno es de ensueño.

Sobre el Canal, apuntar que fue construido a finales del XIX para abastecer de agua potable a Valladolid aunque su finalidad principal ha sido el regadío, para lo que se construyeron varias acequias.

Tras recorrer las entrañas de Quintanilla de Onésimo por un túnel de medio kilómetro –de sillería abovedado, navegable y accesible solo para los trabajadores del Canal–, al Oeste y al final de su casco urbano resurge el Canal de las tinieblas rumbo a Sardón de Duero. Pero nosotros saldremos a la luz un poco antes, en el puente que une Quintanilla con Olivares de Duero, donde, en el margen del primero, nos ponemos el 13 por montera y emprendemos el camino río abajo.

El sendero, en buen estado, está perfectamente señalizado, avanzado a la derecha del Canal y a la izquierda del río Duero por el camino de servidumbre, al cual flanquea abundante vegetación de ribera con árboles de distintas especies, algo que agradecerá el viajero estival no solo por la belleza paisajística sino también porque las constantes manchas de sombra hacen el camino más agradable, como agradable lo hace el sonido de las dos corrientes fluyendo y el trino de los pájaros. Una banda sonora ideal para hacer camino.

Monasterio

Tras dejar atrás Quintanilla se llega a un azud donde el agua del río se toma un respiro en una de las hoces que ha horadado su ancestral discurrir. Fácil, ancho y agradable es el sendero que nos lleva a la parte posterior del Monasterio de Santa María de Retuerta, hoy Le Domaine, un complejo hotelero de lujo. Esta perspectiva del cenobio premostratense sería desconocida de no ser por la senda.

Según nos acercamos a Sardón de Duero la vegetación se hace más densa, regala más sombra y también es casi posible dar la mano a los dos cauces, caminando por un sendero elevado y estrecho que hipnotiza. En este municipio dejamos atrás lo que queda de un antiguo puente de hierro y el parque del Jardín del Carretero, una lengua de tierra que se interpone entre río y el Canal, donde hay dos gigantescas secuoyas desembarcadas en alguna de las partidas que llegaron a Europa para la Exposición Universal de París de 1889. En este tramo se pueden ver algunas exclusas aliviaderos del Canal.

Priorato de Santa María del Duero.
Priorato de Santa María del Duero.

La zona recreativa Puente del Hinojo es la avanzadilla al paso por la urbanización de Peñalba de Duero, donde el camino crece a lo ancho y en comodidad, antes de llegar a un enclave de 'abracadabra': el acueducto férreo que hace volar el agua del canal sobre el río Duero, vadeándolo. No se puede acceder hasta este lugar, pero sí verlo por encima de una de las mil vallas que delimitan los chalets de ese punto del trayecto que se ubica junto a la N-122 antes de que de desdoble, poco antes de Tudela de Duero, donde ya el paisaje de la senda se domestica en hileras de chopos, que en otoño son una paleta cromática como pocas.

El camino natural pasa por debajo de la autovía A-11 y perfila un espectacular meandro del río para encarar la entrada a la capital del espárrago, entrada que se hace por un puente peatonal que cruza el Duero hasta el parque fluvial en el centro urbano, donde concluye la etapa.

Bueno, finaliza, pero no sin antes rebobinar hasta la urbanización de Carraduero (entre Villabáñez y Tudela) y extasiarse con el embrujo del edifico neogótico de finales de 1800 que se erige en el priorato de Santa María del Duero –a escasos metros del canal–, digno de admirar pese su abandono por su aire decimonónico; nostalgia del más puro viajero romántico del siglo XIX.

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