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El bodeguero Carlos Moro. FRAN JIMÉNEZ
«Las bodegas tienen que ser flexibles, dinámicas y modernas pero sin perder la esencia»

«Las bodegas tienen que ser flexibles, dinámicas y modernas pero sin perder la esencia»

Carlos Moro, presidente de Matarromera, presenta el 27 de febrero su libro 'Pasión por la empresa, pasión por la tierra'

Nieves Caballero

Valladolid

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Domingo, 24 de febrero 2019, 10:20

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Acaba de publicar un nuevo libro en el que detalla su trayectoria vital y profesional. Una publicación que pretende ser casi un libro de cabecera para aquellos jóvenes que quieran emprender. Carlos Moro González es presidente de Bodegas Familiares Matarromera, un grupo del que puso los primeros pilares hace 30 años, cuando decidió recuperar la tradición vitivinícola familiar, y que hoy cuenta con más de 170 trabajadores en su plantilla. Ingeniero agrónomo y enólogo de formación, reconoce que su paso por las administraciones públicas fue una excelente experiencia. El libro 'Pasión por la tierra, pasión por la empresa', de ediciones Deusto, será presentado el próximo 27 de febrero, en la sede de la CEOE en Madrid por su presidente, Antonio Garamendi.

-Treinta años después de empezar como empresario, ¿se arrepiente de algo?

-No me arrepiento de nada, he estado en las administraciones regional, autonómica e internacional, también en la FAO. Creo que he recalado en lo que al final era mi destino pero con un recorrido extraordinario para amasar conocimientos, técnica e información, que es lo que la vida te va dando.

-¿Cómo tiene que ser un bodeguero en 2019 y de cara al futuro?

-Lo tiene fácil, que lea el libro (señala entre risas). El objetivo es trasladar ese rico patrimonio de conocimientos y la experiencia a los demás. Es una manera de aportar algo a la sociedad.

«De la época de mis abuelos a la etapa en la que arranca Matarromera hubo un cambio increíble»

-Pero un bodeguero actual no tiene nada que ver con los antepasados.

-De las época de mis abuelos a la etapa en la que arranca la empresa había un cambio increíble, pero desde que comienza la sociedad Matarromera a la época actual hay un cambio sideral. Las técnicas en viticultura, en elaboración y las empresariales, los sistemas digitales, no podíamos ni soñar hace diez años estos cambios. Ha cambiado mucho porque una bodega es una empresa y ahora está orientada a los mercados internacional y a la calidad. Es necesario estar muy al día y adaptarse permanentemente a las necesidades. Las bodegas tienen que ser empresas flexibles, dinámicas y modernas, pero sin perder la esencia que hemos ido atesorando a lo largo de la vida.

-Matarromera y Carlos Moro acumulan importantes premios a la innovación. ¿Qué significa para usted la innovación?

-Para mi la innovación es la búsqueda constante de la excelencia, de la seguridad en todos los aspectos, alimentaria y empresarial. Es ir más allá de las cosas. Es poder analizar todo desde una perspectiva en la que conoces muy bien el pasado, conoces muy bien el presente y en la que te proyectas hacia el futuro.

-Usted es un gran emprendedor, ¿cree que se emprende los suficiente en España o no?

-Absolutamente no. Se emprende poquísimo en España, poquísimo en Castilla y León y poquísimo en Valladolid. No hay una cultura como puede haber en otras partes del mundo desarrollado, como en China, que son emprendedores natos; y no te digo en Estados Unidos, y en Silicon Valery. Aquí hay una cultura más estatalizada, yo he sido funcionario, y a mucha honra, lo defiendo con pasión. Creo que son dos profesiones muy bonitas, una y otra, pero la del empresario emprendedor tiene un punto creativo que es muy satisfactorio.

-En el libro da las claves para emprender, ¿qué recomendaría a un joven que pretenda poner en marcha un negocio?

-El libro les va a venir estupendamente, se lee muy fácil, y no es por hacer publicidad. Es una experiencia vivida. En una primera parte se valora la formación y la posición con la administración del Estado y después doy las claves para el empredimiento y cómo se han aplicado esas claves en el pequeño marco de mi empresa. Todas esas facetas son pilares hoy día para la empresa del futuro.

-¿Cómo resumiría el libro en dos palabras?

-Pasión y excelencia.

«Lo prioritario ahora es buscar la excelencia en cada uno de los productos y en cada una de las bodegas»

-Martarromera está presente en las denominaciones de orihem Ribera del Duero, Cigales, Rueda, Toro, Rioja y Ribeiro, además de elaborar con contraetiquetas de Vino de la Tierra de Castilla y León. ¿Está completo ya o habrá nuevos proyectos?

-No, creo que estamos en un momento muy bonito, muy dulce, hemos ampliado nuestra gama a vinos de pago, vinos de finca, y lo que toca ahora es consolidar y profundizar. Una empresa es producto, es proceso y es mercado, y todo tiene que ir acompasado. Lo prioritario ahora es buscar la excelencia en cada uno de los productos que elaboramos y en cada una de las bodegas para que nuestros vinos sean reconocidos en el mundo porque nuestro marco global de operaciones es el mundo. Y esos son tareas infinitas, casi inabordables, son tareas en la que vas avanzando y vas dando pasitos.

-Fue pionero en el lanzamiento de vinos sin alcohol

-Cuando los lancé pensaron que era algo esotérico, una utopía, y ahora está entre las prioridades de la Comisón Europea incorporar el vino sin alcohol a la Política Agraria Comunitaria y a la OCM. Nosotros siempre hemos visto los vinos sin alcohol como un producto integral con un concepto holístico, que tiene interés para todos, desde los niños de un año hasta los abuelos. De hecho, tenemos un acuerdo con residencias de la tercera edad para fomentar el consumo de vinos sin alcohol. Es un producto muy interesante para personas mayores porque necesitan beber mucho para hidratarse pero les aburre el agua. Además, muchos recuerdan su vino pero ya no lo pueden beber. También son vinos interesantes para personas que tienen alguna incidencia de cáncer o para mujeres embarazadas o lactantes, o simplemente para personas a las que no les gusta el alcohol. Es pura innovación y de hecho aquello que hicimos en Valbuena de Duero sirvió para que la Unión Europea bajara dos grados lo que considera vino. Antes para considerar que era vino tenía que tener un mínimo de once grados y se bajo a 8,5.

«El mejor premio es el reconocimiento del consumidor y el excelente equipo con el que contamos»

-¿Le falta algún premio o anhela alguno?

-Sí, muchos, pero no trabajamos para los premios, trabajamos para hacer las cosas bien, aunque lo que venga por añadidura nos es muy grato y lo agradecemos muchísimo. El mejor premio es el reconocimiento del consumidor, del mercado, de los amigos en todas las partes del mundo, y el excelente equipo profesional con el que contamos. Ojalá vengan muchos más premios, pero no es nuestra preocupación, no es nuestros leitmotiv.

­-Con su primer sueldo viajo a Burdeos para ver lo que se cocía allí.

-Ni siquiera con mi primer sueldo, fue con la propina del domingo y tenía 16 años. Estaba en Bilbao con mi padrino y me apetecía mucho viajar. Vi la ocasión y con lo puesto y me fui a Burdeos. Compré una botella de Saint-Émilion. Hice una noche en el tren y otra en un banco en Biarritz.

-Parece que entonces ya estaba su destino marcado.

-La verdad es que fue premonitorio, aunque no lo podía saber, ni soñar en ese momento.

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