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Moncho Borrajo, en una imagen de archivo. Maite Bartolomé
Moncho Borrajo: «Ser persona es mi mejor título»

Moncho Borrajo: «Ser persona es mi mejor título»

Con 46 años sobre el escenario, el cómico gallego desembarca este viernes y sábado, 27 y 28 de abril, en el Teatro Zorrilla de Valladolid con su espectáculo 'Cosas mías 2'

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Jueves, 26 de abril 2018, 12:18

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Ha cumplido 46 años encima de un escenario, pero lleva otros tantos frente al ordenador -veinte libros publicados- y algunos menos dedicado a la pintura, otra de sus pasiones. Gallego ilustre, Moncho Borrajo (Baños de Molgas, Orense, 1949) no se declara ni de derechas ni 'por supuesto' de izquierdas, y por ello atiza a diestro y siniestro sin miramientos ni contemplaciones. En 'Cosas mías 2', el espectáculo con el que se encuentra en gira, vuelve a improvisar, a desternillar e incluso a enternecer. Llega este viernes (20:30 horas) y sábado (19h) al Teatro Zorrilla de Valladolid.

Porque, además de hacer reír, tambien enternece...

– Mira, tengo un monólogo final en el que hablo con un árbol y él me dice que por qué le quemamos cuando de él sale la cuna en la que nacemos, la caja en la que morimos y el plato en el comemos....

Siendo gallego como es se lo habrá preguntado muchas veces. ¿Por qué vuelve a pasar cada verano si sabemos de antemano que va a pasar?

– Pues realmente es triste en este país que se repita siempre lo malo y nunca lo bueno.

Ahora ya no nos podemos reír de todo, ¿no?

– El humor ha cambiado porque la sociedad se ha hecho de papel de fumar. A la gente le molesta que hagas un chiste de un tartamudo y sin embargo nos importa una mierda que un señor le diga a un niño que se tiene que morir porque le gustan los toros.

«Empecé a trabajar cuando vivía Franco y me metía con él; ahora la libertad de expresión significa insultar gratuitamente»

No es su caso pero, ¿nos mordemos mucho la lengua?

– Yo que empecé a trabajar cuando vivía Franco y me metía con él en mis espectáculos, hemos llegado a un momento en el que la libertad de expresión significa insultar gratuitamente. La falta de ingenio y la mediocridad han hecho que transformemos el insulto en libertad de expresión. Y, sobre todo, yo puedo hablar lo que me da la gana pero tú no. En al arte ocurre lo mismo, cuando su obra es una mierda tiene que recurrir a la provocación para destacar.

Siempre ha habido unos límites pero antes sabíamos todos donde estaban.

– Todos los gobiernos han metido la pata en este sentido y los últimos se han inventado aquello de 'políticamente correcto', que es algo así como 'métete con todos menos conmigo'. ¿Cómo hablo yo con un político, que es mi representante, si por la calle no puedes pararle, no te recibe y va en un coche con los cristales tintados? Y la censura existe todavía.

– ¿La ha vivido en carnes propias?

– Pues claro que existe y claro que la he vivido, pero es una censura de barriada. Es decir, si molestas a alguien o a algún partido no vas a trabajar en determinado municipio.

– Acabaremos molestando al aire por respirar.

– Desde luego. Hemos llegado a unos niveles que se ofenden por pajitas pero no por troncos inmensos. Ya no es que no veamos la viga es que hablamos de la Catedral de Burgos. Ahora los señores del PSOE se olvidan de los casos de los EREs, del hermano de Guerra, del director de la Guardia Civil o la que compraba cuadros en nombre del Rey. No soy del PP, ¡Dios me libre!, pero ahora sacan lo de la Cifuentes cuando si miramos todos los curriculums se queda el Congreso vacío.

– ¿Enchufar el vetilador resuelve los problemas de los españoles?

– Yo más que sacudir el árbol, lo que haría es arrancar los troncos viejos y empezaría a plantar de nuevo. Ahora resulta que los gallegos no tenemos derecho al AVE, es curioso como tienen abandonados a determinadas zonas que les interesa. Hoy día hablar de proletariado suena a cachondeo porque el más burgués es el obrero, si es que sabemos lo que significa ser burgués. Si utilizamos la palabra burguesía como señor que vivir bien, no. El burgués es el señor que no se preocupa por los demás y solo se preocupa por su propia vida.

«Si los de la Generación del 27 o del 98 levantaran la cabeza, se pegarían un tiro»

– ¿Presume Moncho Borrajo de algún título?

– Yo tengo uno maravilloso, que es el título de persona. Intentar ser coherente y consecuente toda mi vida que me ha costado lo mío. Es mi mejor título. Yo estudié Arquitectura, lo dejé y me hice aparejador, y luego estudié Bellas Artes, que no terminé, pero tengo 46 años sobre un escenario.

¿Qué hacemos con Cataluña? ¿Cambia usted el espectáculo según el escenario?

– No, no. De eso nada, me meto incluso más con los catalanes. Estamos llegando a un momento en que va a haber que hacer una protesta en el Congreso porque los políticos se están metiendo a cómicos. En mi espectáculo le digo al público que presentando la entrada en el ayuntamiento les dan un Máster de ciudadanía. Hay que tomárselo a risa porque si la Generación del 27 y la del 98 levantara la cabeza se pegarían un tiro. Dimitirían todos como españoles.

– Todos menos Valle Inclán, que se lo pasaría bien en Cataluña.

– Sí, porque tendría un esperpento diario.

¿Ha imaginado alguna vez a ese alemán o sueco que vea los toros desde la barrera y piense que en España no hay problemas, enredados como estamos en másteres y cremas?

– Desde luego. Pensará: 'Resulta que tienen un agujero de 6.000 millones en Andalucía y piden un crédito al banco para pasárselo pipa en la feria, para la comunión de la niña y luego para el Rocío. ¡Qué pinto yo en Alemania!'.

¿El primer paso para que el espectador se lo pase bien es que uno mismo disfrute con lo que hace?

– Siempre he hecho espectáculos críticos, pero no para suicidarse. Recuerdo a Santiago Carrillo cuando venía a verme que me decía 'Menos mal que terminas con ese final tan tierno'. Pretendo que la gente se divierta con una cierta calidad sin ser chabacano y vulgar.

¿Y co la tele? ¿Qué hacemos?

– Nunca he tenido un programa para mí, ni con el PP ni con el PSOE ni con nadie. A mí no me lleva a las tertulias, pero para lo que se dice allí es mejor no ir. Se trata de dar distintos puntos de vista y opiniones diferenciadas para que la gente piense, pero sin ánimo de convencer. Ahora de lo que se trata es conmigo o contra mí. O del Barça o del Madrid. ¡Oeres rojo o un facha de mierda! Ahora en cuanto discepas eres un facha.

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