Cultura
Alfonso Zurro: «Macbeth hoy estaría influido por los bulos y las redes sociales»Alfonso Zurro dirige en Olmedo Clásico la obra por excelencia del teatro universal sobre la corrupción en una adaptación del texto de Shakespeare
En una nueva edición del Festival de Teatro de Olmedo, la compañía de Teatro Clásico de Sevilla adapta una de las obras más emblemáticas de ... William Shakespeare. Íñigo Núñez y Celia Vioque protagonizan 'Macbeth', adaptada y dirigida por Alfonso Zurro, que podrá verse en la Corrala del Caballero este sábado.
«Hemos tratado de ser bastante fieles al texto, pero abriendo siempre una ventana a la contemporaneidad», explica Zurro. «El público va a ver un Macbeth muy clásico, pero con una perspectiva situada en el espectador actual». Una adaptación que ha volcado sus esfuerzos, básicamente, en el alambicado lenguaje del bardo de Avon, «para que llegue» de la manera más fiel pero más sencilla posible el mensaje de Shakespeare, sin que entorpezcan en demasía sus característicos barroquismos.
Por lo demás, los leitmotifs de la obra se mantienen intactos: «'Macbeth' sigue siendo una obra que trata sobre el mal y la oscuridad, sobre el horror y la tiranía a la hora de gobernarm y sobre ir inculcando miedos», explica Zurro. Su reflejo con el siglo XXI se le antoja evidente:«Hoy estamos en una época compleja y difícil donde los grandes autoritarismos caprichosos ponen al mundo en una situación peligrosa y delicada, las palabras de la obra resuenan mucho en lo que nos está ocurriendo, lo que la hace aún mas terrible». Para el dramaturgo; «es una obra sobre el mal que no da ninguna lección sobre el mal, sino que muestra el horror que tenemos ahí delante».
Si previas aproximaciones modernas o contemporáneas a 'Macbeth' se han centrado más en el auge al poder, la ambición sin escrúpulos o cómo la falta de miramientos contribuye al triunfo más rotundo, hoy Zurro considera que el enfoque debe situarse en la maldad sin fronteras cuando ya se ha alcanzado la cima: «Juntando a varias figuras políticas nos sale un Macbeth bien definido, alguien que comete un genocidio con tranquilidad, que desea mantener el poder mediante el terror y el miedo o que se siente impune frente al asesinato y la muerte... Estremece y desconcierta que se llegue con esa tranquilidad a aniquilaciones masivas», lamenta.
«Lady Macbeth es uno de los personajes más complejos de la historia del teatro, que oculta muchas cosas y abre muchas perspectivas»
Otros de los factores recurrentes de la obra es la política del propio Macbeth, cuya imaginación le desborda y ve enemigos por todas partes, rivales a los que antepone quitar de en medio; «como muchos de estos políticos, que piensan que un rey, o un líder, no es nada sin enemigos», argumenta Zurro. En línea similar se mueven las tres brujas, que le influyen con sus predicciones: «Hoy serían las redes sociales, los mecanismos de los bulos y los algoritmos los que le influirían hasta el punto de ver el mundo en una burbuja de likes y contenidos condicionados».
Cabe citar, también, claro, al gran personaje que es Lady Macbeth; «uno de los más complejos de la historia del teatro, que oculta muchas cosas y abre muchas perspectivas». Para el director; «tradicionalmente se la ha dibujado como una mujer malvada en plan cuento de Disney, pero en nuestra propuesta es una mujer inteligente que pisa sobre seguro, y en ningún momento da sensación de villanía; tan solo son malvadas sus acciones y la peligrosa influencia sobre su marido». Zurro argumenta que la riqueza del personaje le hizo a Shakespeare consciente de que le robaba protagonismo a su «héroe» principal: «Los monólogos de ella son maravillosos y el autor se la quita de encima antes de tiempo, un poco como sucede con Mercucio en 'Romeo y Julieta'».
La puesta en escena de esta adaptación de 'Macbeth' es, en palabras del director, «muy limpia, con un mecanismo escenográfico que se utiliza como si a los personajes se les expulsara en el escenario, un lugar vacío donde se sintieran desvalidos y a merced de lo que puede ocurrir en manos de Macbeth», detalla.
«Todos se encuentran en una especie de caos vital, a disgusto y abandonados de todos los lados, sin referencias, lo cual también apela de alguna manera a esa confusión y miedo contemporáneos tan de ahora». Con todo, Zurro asevera que, a pesar de estas ventanas abiertas a la contemporaneidad,«aquel espectador que no quiera mirarlas puede entender el clásico como disfrutaría de cualquier otra obra de Shakespeare».
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