Un mirador en un rincón
'Homecoming' completa la trilogía de Wang Bing sobre la vida de los jóvenes trabajadores en los talleres textiles
Un lustro de exhaustivo seguimiento le ha llevado a Wang Bing el rodaje del material con el que ha logrado realizar las tres partes de ... su trilogía monumental. 'Youth', al completo, es un homenaje a la juventud china, un descarnado pero entrañable retrato de sus debilidades y fortalezas. En la última de ellas, 'Homecoming', Wang Bing se decide a desvelarnos, con la misma sencillez y claridad mostrada en las anteriores, el motor de tanto sacrificio, de tanto desarraigo, de tantas concesiones y desorden padecido por una juventud sometida a jornadas extenuantes, cuyos efectos apenas mitigan con desahogos desordenados por el juego o un desdén adolescente y generalizado por los hábitos saludables.
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'Homecoming' Wang Bing. Francia /Luxemburgo / Países Bajos. 152'. Cines Broadway. Domingo, 20, a las 19:15 horas.
¿Qué sentido tiene todo esto? se pregunta un patio de butacas atento a sus evoluciones mientras transcurren los cientos de minutos de metraje destilado cuidadosa y sabiamente por Wang Bing. Y la respuesta aparece prendida al fin de la temporada de producción textil, cuando las máquinas de coser se silencian y los talleres cierran porque se aproxima el Año Nuevo chino; una festividad que en el país provoca su propio, masivo y recurrente movimiento migratorio. Millones de trabajadores se desplazan miles de kilómetros a lo largo del país. Recorren de vuelta a su hogar familiar durante días, en penosas condiciones de transporte colectivo terrestre, el mismo periplo que hicieron anteriormente para aprovechar una oportunidad laboral que finalmente propiciará la ganancia de algo de dinero. La fiesta del Año Nuevo supone ese punto de encuentro con la familia y con todos los porqués: los padres necesitados de ayuda económica, los regalos y los deseos cumplidos, las reparaciones que debieron esperar, el pago de las deudas y, por supuesto, el cierre anual de una contabilidad emocional que deja en la cuenta de resultados el resumen de lo que pudo ser un buen año para recordar, difícil de repetir, o uno malo que habrá de servir para hacer cambios.
'Homecoming' es una película más luminosa que sus predecesoras porque entre las contradicciones de un mundo rural que es capaz de conciliar una precariedad evidente e indisimulada con pintorescos excesos, o lujos fuera de contexto con una pobreza endémica, o carencias palmarias con desmesuras casi infantiles –como si el conjunto del país hubiese sido incapaz de digerir un crecimiento disparatado antes de que lo estrangulara la crisis económica—, consigue asomarse con grata lucidez a la naturaleza especial de la que estamos hechos. Contemplamos a sus protagonistas, inmersos en su libreto aparentemente particular en el que asoma la represión gubernamental, siempre sobrevolando cada uno de sus comportamientos, o la amenaza de una regresión en el imposible equilibrio económico del gigante asiático, y somos capaces de vernos a nosotros.
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