Raulín

Al calor de esas iniciativas hosteleras pronto nació la sección Cine Gourmet, que este año ha colado la gastronomía entre las Espigas de Honor. Para mi sorpresa encuentro entre los premiados al enólogo Raúl Pérez. No sé de su posible cinefilia, pero algo me ha llegado de sus vinos. A través de una prima suya fui sabiendo de un pueblo berciano, Valtuille de Abajo, en el que casi había más bodegas que casas. Probé los vinos que me trajo la gentil berciana, y poco a poco me fue dibujando la figura de un primo suyo, Raulín, que hacía vino en el pueblo, pero también aquí y allá, dada su fama creciente. Probé y probé más vino de Valtuille, me fui especializando en los de Raulín, hasta que su prima me dijo que el último que había hecho lo facturaba por 300 euros la botella. Ahí me tomé un respiro y un trago de agua.

Pero Raulín seguía pensando en los de abajo. Cada vez que paraba en León buscaba una tienda de la calle La Rúa (hermosa repetición para una calle singular) que me ponía al día de los Raúles posibles para mi bolsillo. La dichosa pandemia se cargó la tienda, perdí el hilo de Raúl, pero esta buena Seminci me lo ha devuelto con Espiga de Honor y barbas de profeta. Hasta he encontrado un bar por San Benito que sirve copas y botellas con su firma. Y no se asusten, con lo que cobro por estas líneas puedo pagar unas rondas.