Seminci
Amor al cine«El equipo de Fernando Herrero había dado a conocer a Yilmaz Güney, a Manoel de Oliveira y estaba dispuesto a seguir rompiendo moldes. ¿Por qué no el cine independiente americano?»
«Un festival de cine tiene la obligación de mostrar aquello que le da su razón de ser: es decir, el amor al cine, y ... no el amor al éxito». Esta frase, a la que convendría dar una vuelta, la extraigo de un libro que acaba de reeditar en digital la Seminci. 'Cine independiente americano: una introducción'. Lo escribieron Fernando Herrero, director entonces del festival, y el crítico José Ignacio Fernández Bourgon, en 1982. Con cuarenta años vuelve el ejemplar a mi mesa: desencuadernado, papel amarillento, letra diminuta. Pero imparable con su portada del primer largo de Jim Jarmusch, 'Permanent Vacation', y con las mismas ganas de dar guerra que entonces.
Valga el tópico: eran otros tiempos. El equipo de Fernando Herrero había dado a conocer a Yilmaz Güney, a Manoel de Oliveira y estaba dispuesto a seguir rompiendo moldes. ¿Por qué no el cine independiente americano? Muy poca información había de él. Fernando Herrero viajó a Nueva York donde le esperaba Jim Jarmusch en su casa –«un barrio peligroso», me comenta Fernando Herrero– para acercarle a Amos Poe, a Sara Driver, a los cineastas que rodaban en 16 milímetros. Luego San Francisco, y por fin Los Ángeles. Pisando el terreno: así se forjaba un ciclo antes.
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Algunos de los cineastas llegaron al cine comercial, muchos se quedaron en ese margen de la independencia. Sobresalía la postrera figura de Nicholas Ray, mentor de algunos, del que se estrenó su última película, 'We Can't Go Home Again', una rareza. Eran los años del nacimiento del vídeo, de los experimentos con el cine electrónico promovido por Coppola. También fue el festival en el que muchos descubrimos a Val del Omar. Y a Edgar Neville, llorado por Fernando Fernán-Gómez en célebre charla. El amor al cine.
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