Gentes de paz repartidas por el mundo
El heroísmo, que cura las heridas del cuerpo en Siria, las de la sociedad en el País Vasco o las de la imaginación en Sudán, protagonista en Tiempo de Historia con tres notables películas
No es la primera vez que el cineasta Feras Fayyad, fiel a su compromiso con los que sufren las verdaderas consecuencias de la guerra en ... Siria, se juega literalmente el tipo para acercar hasta los cómodos y seguros asientos de nuestros cines la indeseable realidad que cohabita en el presente mundo. Y si su anterior película, 'Los últimos hombres de Alepo', recibió el reconocimiento mundial, a buen seguro que a 'The Cave' le ocurrirá lo mismo.
En esta ocasión la cámara de Fayyad se desplaza a Guta, una localidad cercana a Damasco, mientras sufre un impenitente asedio aéreo. Los bombardeos minan la estructura urbana y los edificios arruinados invaden poco a poco cada barriada hasta que toda la población es un monumento a la desgracia. Aun así, bajo sus polvorientas calles, llenas de escombros y penuria, se extiende una red de túneles excavados por sus habitantes para sobrevivir a los ataques aéreos que conecta diversas edificaciones y permite el tránsito y el refugio humano; un formidable hormiguero del que depende la supervivencia de quienes aún respiran y lloran en Guta y cuyo acceso directo está en el hospital. Allí, la joven Amani Ballor, que lo dirige sin apenas medios, intenta proporcionar a la población, sobre todo a los niños que cuida como pediatra, un refugio donde convalecer y protegerse.
Junto a ella, Fayyad ha decidido centrar la atención de su película en el cirujano Samaher y en la doctora Alaa. La vida cotidiana de estos héroes que permanecen en Guta con la intención de salvar el mayor número de vidas posible es un rosario de aplomo, intensidad, ingenio y desesperación. La falta de medios y la exposición constante a unos bombardeos que no cesan convierte su trabajo en una pesadilla incesante. Fayyad consigue con su seguimiento transmitir al espectador la tensión, la impotencia y el riesgo extremo que sufren las víctimas sirias desesperadas que acuden al hospital en busca de ayuda y el equipo médico y sanitario que intenta hacer lo posible para procurársela, a pesar de que los ataques con armas químicas, perfectamente documentados en la filmación, sobrepase cualquier posibilidad de éxito.
Sin embargo hay una guerra que Amani Ballor ha de librar a mayores, pues ni siquiera las bombas impiden que la población masculina continúe tratando a las mujeres como seres inferiores. Ballor se enfrenta a un machismo ignorante que pone en duda su capacidad por el hecho de ser mujer.
Especial ha sido también la proyección de 'Lagun, la resistencia frente a ETA', un necesario documental dirigido por Belén Verdugo que rinde justo homenaje a la resistencia civil mantenida en el País Vasco por parte de una minoría de la población que se vio obligada a enfrentarse al terrorismo de ETA después de haberse enfrentado a la represión franquista. La película de Verdugo da testimonio de la heroica andadura de la librería Lagun, fundada y defendida por María Teresa Castells, José Ramón Rekalde e Ignacio Latierro que, pasados los años, es el símbolo de esa integridad y valentía sin límites que tanto ha costado defender, no solo frente a los asesinos, sino a un pueblo que los amparaba por motivos tan diversos como injustificables. Y Suhaib Gasmelbari nos ha presentado la deliciosa, amable y amarga aventura de un grupo de amigos sudaneses cineastas graduados en el extranjero que en el otoño de sus vidas pretende proyectar cine en su país. La calidad humana de los cuatro protagonistas de 'A propósito de los árboles' —y un impecable guion— transmiten la impotencia, conjurada gracias al brillante sentido del humor que esgrimen, y las carencias de un país cuya inestabilidad política, lamentablemente, ha acabado convirtiéndose en una de sus señas de identidad.
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