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A sus 23 años ya es artista exclusiva de Deutsche Grammophon, sello con el que acaba de publicar su segundo disco. María Dueñas (Granada, 2002) ... ganó en 2021 el Premio Yehudi Menuhin que culminó cuatro años de concursos y dio paso a su carrera profesional. La Premio Princesa Girona de las Artes 2023 debuta en el auditorio Miguel Delibes, a las órdenes de Vasily Petrenko, con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. El patio de butacas está vendido al completo desde hace semanas para sus dos comparencias hoy y mañana. La obra elegida, el 'Concierto nº 3', de Saint-Saëns.
El compositor francés la escribió para Pablo Sarasate. «Una de las primeras obras que toqué era de él, Sarasate siempre ha estado muy presente en mi carrera. Es importante tener presente mi cultura y de dónde vengo. Y Saint-Saëns no solo le dedicó este concierto sino otro capricho. El compositor vivió en España por algún tiempo y se nota en su música. Por ejemplo, el tercer movimiento tiene un carácter muy enérgico y un poco de baile», dice María Dueñas cuya manera de estar en el escenario recuerda al de una bailarina, reforzada la estampa con el movimiento de su cola de caballo. «Necesito el cuerpo entero para tocar», asegura.
Dueñas ha conquistado por el camino a dos directores que han marcado su trayectoria. Por un lado el austriaco Manfred Honneck y por otro, Gustavo Dudamel. Con el vienés ha grabado su primer disco. «Fue uno de los primeros directores que apostó por mí, me escuchó hace un par de años y me invitó a su orquesta en Pittsburg y en Viena. Quería que mi primer álbum fuera especial y qué mejor persona que él, para dirigirme en un concierto de Beethoven, en el Musikverein en Viena. Fue un cúmulo de oportunidades».
De la María posando como una modelo de Romero de Torres con violín en vez de guitarra, a otra que mira segura a su público, enfundada en un vestido metálico, y un repertorio en el que quería «contrastar» los 'Caprichos' de Paganini con otros contemporáneos. «Paganini, al igual que Beethoven, es la base de todo violinista. A los 13 años toqué mi primer capricho y en este disco quería mostrar la obra más virtuosística de Paganini con la más musical, influida por la ópera. Y luego compararlo con caprichos más recientes, más desconocidos, más plásticos».
Perfección y satisfacción
Su capricho profesional, su deseo para este momento le hace pensar. «La música es un camino sin fin. Me gustaría aprender muchos conciertos que aún no he podido estudiar, obras desconocidas, como el concierto de Halvorsen que he hecho recientemente que se tocó, creo, solamente un par de veces. Me encantaría descubrir repertorio, directores y orquestas».
Acaba de conocer a Petrenko, el director ruso incansable en repetición y búsqueda de matices durante los ensayos. «Me ha gustado mucho porque tiene una capacidad muy grande de escuchar al solista y de acompañarme en cada pequeñísimo detalle. Tenemos una personalidad bastante parecida, de buscar la mejor versión posible. Le noto ese fuego», apunta la solista.
¿Fuego por la perfección? «No hace falta la perfección. Para mí una obra nunca tiene final, o sea, nunca dejo de encontrar detalles, colores nuevos. La perfección es simplemente estar satisfecho con el trabajo que uno hace, intento estar al 100% en cada concierto». Acaba de lograr un pedacito de Grammy, el que ha ganado la compositora mexicana Gabriela Ortiz con su disco 'Revolución diamantina', grabado por la Filarmónica de Los Ángeles, con Dudamel en el podio, y Dueñas como solista.
Ha pasado la adolescencia concursando. ¿Via crucis, entrenamiento? «Los concursos son diferentes para cada persona. Para mí han sido siempre una motivación para ponerme a prueba, de aprender muchísimo repertorio en un periodo de tiempo muy corto. Y también un poco preparación psicológica porque no es lo mismo tocar un concierto donde el público viene a verte que tocar en un concurso para un jurado y en un ambiente muy competitivo. Me sirvió mucho para dominar esos detalles que en un concierto no se adquieren».
La niña que iba con su familia a escuchar conciertos pasó a darlos en apenas una década. A los once años ya estudiaba en Dresde y luego en Viena. «Es muy difícil definir una carrera, hay muchísimos factores que contribuyen y van marcando el terreno. Lo más importante es tener esta pasión, pero sin trabajo y sin muchísimo esfuerzo es complicado. Siempre me ha apasionado la música y siempre he sido muy disciplinada. Ese trabajo hay que añadirlo al talento. Lo más importante es lo que el público no ve aunque está en el escenario».
Sarasate fue niño prodigio, ¿se siente María Dueñas así? «He tenido mucha motivación y siento esa responsabilidad de estar siempre al 100% y de trabajar mucho para mantener esa reputación. No siento la presión de la palabra prodigio sino la de la responsabilidad de devolver algo al público que me ha apoyado».
Muchos alumnos de los conservatorio de la región vendrán a escuchar el sonido hipnotizador que saca de su 'gagliano' de 1734. «Hay muchos músicos españoles que están dando conciertos profesionalmente y formándose. Ese es un impulso muy grande para las generaciones que vienen de atrás, tener algún ídolo, inspiración. Yo no vengo tampoco de una familia de músicos, eso puede ser alentador para niños que quieran empezar».
Ella estudia en la Universidad de Viena, cuando se lo permite la agenda «intento tener tiempo para trabajar en paz, ir a clase, hacer deporte». El suyo es la natación. También compone. Entre sus obras, dos para el trío que forma con sus dos hermanas.
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