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Daniel Stabrawa, en el Miguel Delibes.
«Un director sin orquesta no serviría de mucho, tal vez fuera buen político»

«Un director sin orquesta no serviría de mucho, tal vez fuera buen político»

Daniel Stabrawa, concertino de la Filarmónica de Berlín, dirige a la Sinfónica de Castilla y León con el Cuarteto Casals

Victoria M. Niño

Lunes, 18 de abril 2016, 10:25

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Es una leyenda en su oficio. Lleva tres décadas como concertino de la Filarmónica de Berlín, faro orquestal del mundo. Daniel Stabrawa se sentará en la silla de la concertino de la Sinfónica de Castilla y León, subirá al podio del director y tocará de pie como violín solista. Resume raudo la pluralidad de tareas. «Todos los músicos miran al concertino, es el referente de la orquesta y si el director es inteligente, también le observará. En el concertino confluyen las dos partes del escenario». Stabrawa (Cracovia, 1955) no permite que le llamen maestro, «soy Daniel».

La Sinfónica regional acaba de tocar al las órdenes del pianista Christian Zacharias y en febrero les dirigió otro violinista, Pinchas Zukerman. Pero a diferencia de estos, Stabrawa no tiene vocación de solista. «Son las cosas de la vida. Lo bueno de tocar en una orquesta es que el repertorio es inmenso, en cambio, el del solista es más limitado. Además del trabajo de concertino, hago música con mi cuarteto y dirijo. Juntando todos estos aspectos me siento un músico completo», afirma.

Ensaya matizando cada compás desde la silla. Está con la Cuarta sinfonía, de Beethoven. Ha grabado con el Philarmonia Quartett Berlín todos los cuartetos del compositor de Bonn. «Mi profesión verdadera es la de concertino. A veces no hace falta a veces director. La Filarmónica es grande porque hay buenos músicos que buscan desde su musicalidad lo que mejor va a cada obra. El director solo existe desde Mendelssohn».

Como intérprete defiende la ejecución material de la música, su baza más segura, y reconoce que «un director estudia para tocar a través de su instrumento que es la orquesta». La música como negocio ha depositado en ellos su imagen. «Son la cara de una orquesta ante el mundo, el jefe, pero un director sin orquesta no serviría de mucho, tal vez fuera un buen político», sonríe.

La web de la Filarmónica de Berlín cuelga periódicamente entrevistas entre sus músicos. Hay una reciente de Stabrawa y otro profesor, ambos de la época Karajan. «Quedemos diez de aquella época. Su espíritu está aún presente, pero todo lo demás ha cambiado. La meta de la orquesta sigue igual: buscar la verdad en la música, hacer la mejor hasta lo más profundo. Ese es también el objetivo de la OSCyL».

La Filarmónica de Berlín es admirada en lo musical pero también en lo gerencial. Es la única que somete a escrutinio de sus profesores el nombramiento de director titular e intervienen colectivamente en las audiciones para cubrir sus plazas. Eligieron recientemente el sucesor de Simon Rattle, Kirill Petrenko. «Elegimos pensando en el futuro, es un director más joven con el que poder hacer planes a medio plazo».

Dirigirá al Cuarteto Casals en el programa con la OSCyL que incluye el Concierto para cuarteto y orquesta, de Martinu. Como en los concertos grossos barrocos, no hay un solista. «El cuarteto funciona como solista». Esta suma de dos matrimonios, debe «tener una idea de la música y el trabajo común. Y luego es necesaria la aceptación de cada miembro como es».

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