Lola Herrera: «La obra de Delibes es tan sencillamente hermosa que nos atañe a todos»
Cuarenta años después, la vallisoletana llena en Barcelona, en el curso de una gira que culminará en Valladolid en 2020
No han quedado localidades para 'Cinco horas con Mario' en el Teatre Goya de Barcelona, cuyas representaciones concluyen hoy. Este año se cumplen los cuarenta ... desde que se estrenó, en el Teatro Marquina de Madrid, la adaptación que produjo en 1979 el recientemente desaparecido José Sámano. Dirigida por Josefina Molina y protagonizada por Lola Herrera. «La obra de Delibes no tiene fin», dice la actriz vallisoletana. Su gira por toda España terminará precisamente en Valladolid, en el Teatro Calderón, en mayo de 2020.
«El público disfruta mucho. Y yo también». Cuarenta años separan la primera encarnación de Lola Herrera en el personaje de Carmen Sotillo de esta última, en la ciudad condal. Las dos, Carmen y Lola, parecen las mismas, pero en realidad ninguna de las dos lo es. «Los mecanismos de los actores con respecto a los textos son muy complejos, y muy amplios. Infinitos. Josefina Molina y yo lo concebimos así desde el principio. Sobre las mismas palabras, lecturas diferentes». Fue José Sámano, «vigilante permanente» de la evolución de la obra en el tiempo, el que propició el paso del Delibes novelista al Delibes dramaturgo. La cosa podría parecer difícil, pero no lo era. «Pepe fue el que abrió la puerta del teatro –dice la actriz– a un texto que nunca ha dejado de sorprendernos».
¿Cuál puede ser el secreto de esta permanencia? Lola Herrera no lo duda: «El teatro es la palabra –asegura». Y en este caso la palabra no puede ser más maravillosa. Cuando alguien me dice: ¡Qué trabajo has hecho con 'Cinco horas con Mario'! Yo siempre le respondo: ¡Qué soporte tengo!» Un texto vivo. Lleno de matices. «A lo largo de todo este tiempo –afirma la actriz–, en realidad ninguna representación ha sido igual que la anterior. El texto está tan lleno de trastiendas, que nunca se pueden hacer dos interpretaciones iguales. Lo que escribió Miguel Delibes podría parecer algo sencillo, pero no lo es en absoluto. Todo lo contrario».
¿Cómo es, entonces, esta trastienda de 'Cinco horas con Mario' que podemos ver en 2019? ¿Cómo son esta Lola Herrera y esta Carmen Sotillo de nuestro tiempo? «Para mí –explica la actriz–, la distancia es cada vez mayor. Y ahora tengo la visión de Carmen Sotillo como de un personaje que está de vuelta. Que está de vuelta y que se apoya permanentemente en el humor para hablar de lo sentido y lo vivido». El humor, ¿o la célebre retranca vallisoletana? «Conozco muy bien esa retranca. Carmen Sotillo no lo sabe, pero ella la practica permanentemente. Y para eso estoy yo, que la llevo de la mano. Para que toda esa retranca aflore y se manifieste».
Cuarenta años después, no solo la actriz y su personaje han evolucionado. También lo ha hecho el público. Así el de Valladolid como el de Barcelona. «Ahora son tres generaciones las que vienen a ver la función. La abuela, la madre y la hija. Fundamentalmente mujeres, que son las que se sienten más concernidas con el texto. Y ahora hay también mucha más gente joven en el teatro que antes. Los jóvenes se conmueven con las cosas que pasan en 'Cinco horas con Mario'. Hay muchos que no se creen que lo que cuenta Miguel pudiera ser real, que sus palabras, lo que él captó y trasladó al papel, eran casi un testimonio de su tiempo. Les parece imposible». «Vivimos en un momento –dice Lola Herrera– en el que hay muy poca curiosidad por saber lo que ha pasado anteayer mismo. A mí me asombra que haya gente de una cierta edad, no necesariamente joven, que en estos días se pregunte, por ejemplo, qué sentido puede tener en estos momentos hablar de la Transición o de desenterrar a Franco. ¡Con lo cercano que es todo eso para tanta gente…!»
Impacto
Al final, ya sea con contexto o sin contexto histórico, lo cierto es que las nuevas generaciones están acogiendo también 'Cinco horas con Mario' como «algo suyo». ¿Por qué? «Porque les impacta. Porque esta función les zarandea. Lo que hace cuarenta años era un silencio absoluto en el patio de butacas, ahora es un seguimiento que hace el público casi sin respirar, y que se rompe con las risas y con los aplausos. Ahora se puede decir que se acusa todo, absolutamente todo lo que se dice, y eso es un verdadero disfrute».
Un impacto, de nuevo, en todas las ciudades por las que ya ha pasado esta última versión de 'Cinco horas con Mario'. También en Barcelona. O quizás en Barcelona de una manera especial. «En el año 79 teníamos la inquietud –afirma Lola Herrera– de cómo se podría recibir en Cataluña un texto tan 'castellano' como este de Miguel Delibes. Nos preocupaba mucho. Y nos equivocamos de medio a medio. Hoy, a pesar de todo lo que leíamos en los periódicos o veíamos en la televisión que está sucediendo en las calles de Barcelona, para nosotros esto ya no era motivo de preocupación. Así que esta vez no nos hemos equivocado. En cuarenta años hemos venido cinco veces a Barcelona. Siempre ha sido lo mismo. Comenzamos el espectáculo con un 60% de las entradas vendidas, y así hemos continuado hasta llenar cada día el teatro».
Se quitan y se ponen los lazos amarillos. Se preparan las manifestaciones y las reacciones a la sentencia del 'procés'… Pero «toda esa presión, por fortuna, no llega hasta el teatro. Barcelona es una ciudad de cultura y lo será siempre, a pesar de tantas vicisitudes. La vida no se para, ni el teatro tampoco». Quizás porque por encima de modas, de política, incluso de actualidad… el texto de 'Cinco horas con Mario' es ya un clásico. «Ya lo era –apunta la actriz– antes de que se nos fuera Miguel. Era un clásico, desde luego, cuando yo le conocí. Se adelantó a muchas cosas, y por eso está por encima de las coyunturas y de las modas. Es de permanente actualidad. Su obra es tan sencillamente hermosa, y lo que cuenta es tan absolutamente universal, que nos atañe a todos. Y en todos los tiempos».
Lo sabe Lola Herrera de buena tinta porque, por encima del tiempo, ella permanece cerca, muy cerca de 'Cinco horas con Mario'. Lo que es decir muy cerca de Delibes. «Yo sigo hablando con él. De vez en cuando tenemos nuestra charlilla… Lo que habría disfrutado Miguel viendo a tantas generaciones nuevas, a tanta gente joven, venir a escuchar su palabra al teatro». El valor permanente de la obra de Delibes, en la víspera de su Centenario.
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