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Bomberos de la Generalitat y grupos de rescate durante la búsqueda de los montañeros el 4 de enero de 2001. RAFAEL BOSCH-EFE
'Viento salvaje', el libro que recuerda la peor tragedia de los Pirineos cuando se cumplen 20 años del gran temporal
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'Viento salvaje', el libro que recuerda la peor tragedia de los Pirineos cuando se cumplen 20 años del gran temporal

El meteorólogo Jordi Cruz reconstruye, a través de las hemerotecas y testimonios de supervivientes e implicados, aquellas jornadas en las que murieron doce personas en la montaña

Víctor Vela

Valladolid

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Lunes, 7 de diciembre 2020, 16:21

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Los teletipos comenzaron a escupir las malas noticias con el nuevo año, con el 2001 recién estrenado. «Cinco excursionistas han muerto y otros seis permanecen desaparecidos en los Pirineos, en medio del intenso temporal que arreciará este martes, con fuertes vientos y nevadas por encima de los 1.200 metros de altura«, comenzaba la información que J. L. Álvarez firmaba para El Norte de Castilla el 2 de enero de 2001. La tragedia se había instalado en la montaña. El mal tiempo, las bajas temperaturas (con ventiscas que desplomaron la sensación térmica a 30 grados bajo cero), los riesgos de alud, la poca visibilidad... todo ello se alió para convertir los Pirineos no solo en un lugar peligroso, sino mortal. Y aquel primer recuento de cinco excursionistas fallecidos no había hecho más que empezar.

El meteorólogo Jordi Cruz ha investigado los trágicos sucesos de aquellas fechas, de las que ahora se cumplen veinte años, para ensamblar 'Viento salvaje', una crónica publicada hace dos años en catalán y que ahora ve la luz en castellano, de la mano de la editorial Volcano. Cruz reconstruye (a través de las hemerotecas y de entrevistas con supervivientes y los equipos de rescate) unas jornadas que comenzaron con la promesa de unas tranquilas excursiones por la montaña y que terminaron con doce personas fallecidas. El cuerpo de la última de ellas, recuperado tres meses después.

«Mientras que a lo largo de 2017 iba recopilando toda la información sobre los hechos, poco a poco me dic eunta de que para saber qué había pasado exactamente en los Pirineros aquellos días de finales de 2000, no bastaba con leer las noticias que publicaron los periódicos los días posteriores a los sucesos que yo consultaba tranquilamente desde el ordenador de mi casa. Para conocer todos los detalles tendría que hablar con los protagonistas de los hechos o, en su defecto, con sus amigos y familiares«, explica el autor en un momento este relato preciso, que entremezcla los testimonios con la explicación meteorológica sobre lo que ocurrió allí esos días, en los que la montaña se convirtió en una trampa. Fueron «16 horas seguidas de temporal», en lo que el autor considera «el fin de semana más mortal en las cumbres del Pirineo catalán» (página 102).

Noticia publicada en El Norte de Castilla, el 2 de enero de 2001.
Noticia publicada en El Norte de Castilla, el 2 de enero de 2001. EL NORTE

La mañana del 30 de diciembre de 2000 había comenzado soleada en el Pirineo catalán. Las previsiones meteorológicas alertaban de inestabilidad, pero nada hacía presagiar unas condiciones tan extremas. De hecho, las pistas de esquí de la zona estaban llenas de turistas y varios grupos de alpinistas y excursionistas decidieron adentrarse en la montaña, ir al Ripollés, afrontar la cima del Balandrau (a 2.585 metros de altitud y, como recuerdan los expertos, sin dificultad técnica para la ascensión). Pero el tiempo cambió. La montaña ofreció su peor cara. Las temperaturas se desplomaron, se levantaron vientos por encima de los cien kilómetros hora, con nieve levantada (hasta un kilo de nieve por segundo y metro cuadrado) que impide la visibilidad. La montaña ofreció su peor cara. Y atrapó a varias personas que esos días salieron para disfrutar de la que se prometía como una jornada agradable de montañismo y alpinismo.

Cruz recrea aquellas jornadas con pulso narrativo. Acompaña en su recorrido a excursionistas que salieron y pudieron regresar. Entrevista a los supervivientes. Reconstruye los peores momentos junto a los bomberos que se encargaron del rescate, con cuerpos que estuvieron sepultados por más de seis metros de nieve.

Imagen del rescate publicada en la portada de El Norte del 3 de enero de 2001.
Imagen del rescate publicada en la portada de El Norte del 3 de enero de 2001. EL NORTE

La crónicas que aquellos días publicó El Norte de Castilla recuerdan que se desplegó un dispositivo de una treintena de personas, «todos ellos especializados en rescates en alta montaña, entre bomberos, mosos d'esquadra, guardias civiles y policías francesas y andorranos, que contaba con cinco helicópteros y dos perros especialemente entrenados». astrearon una amplia zona de más de ochenta kilómetros cuadrados. Días después, llegaron a ser casi cien personas en el despliegue de rescate.

La situación fue especialmente complicada. Habitualmente, cuando la ventisca sopla en las cumbres, si se baja hacia los valles, la velocidad del viento y la voracidad del temporal amaina. Sin embargo, ese día la situación no mejoraba al bajar de cota. El terror continuaba aunque se intentara escapar de él. La poca visibilidad dificultaba la búsqueda de refugio, complicaba la orientación. Y el hecho de que no se previera un temporal así hizo que, como se relata en el libro, incluso alguno saliera con poca ropa de abrigo.

El alpinista Ferrán Latorre recuerda en el prólogo 'Viento salvaje': «Nunca debemos subestimar la fuerza de la Naturaleza». Y resume aquellos sucesos: «La ventisca que se desata sin piedad, con vientos terribles que hacen volar toneladas y toneladas de nieve a una velocidad increíble, reduce la visibilidad a pocos metros, te desorienta y te agota, te impide pensar con claridad y hace que la temperatura, ya baja de por sí, aumente su poder destructivo y se convierta en una amenaza para la supervivencia».

El libro mantiene el pulso narrativo, con un estilo que combina lo periodístico y el montaje literario, para dejar en suspense el futuro de un grupo de montañistas y relatar a continuación la situación del otro, hasta el desenlace.

Noticia sobre los scouts vallisoletanos atrapados en los Picos de Europa.
Noticia sobre los scouts vallisoletanos atrapados en los Picos de Europa. EL NORTE

Aquella tragedia en el Pirineo catalán tuvo una réplica a menor intensidad en los Picos de Europa, cuando doce jóvenes scouts de Valladolid (entonces entre 17 y 25 años de edad) tuvieron que pasar la Nochevieja en el macizo orienta de los Picos de Europa. La Guardia Civil tuvo que evacuarlos y «todo quedó en un susto», como recuerdo Nieves Caballero, en un reportaje publicado por El norte de Castilla el 7 de enero de 2001. «La preocuacpión de los padres se vio acrecentada por las noticias nada halagüeñas que ofrecían los medios de comunicación sobre la situación que atravesaba un grupo de montañeros en el Pirineo catalán».

El artículo continuaba: «Jorge, de 17 años de edad, Ismael, de 22, y Pablo, de 24, relatan su experiencia y no dejan de agradecer una y otra vez a la Guardia Civil y a Protección Civil su evacuación. Desde el día 24 habían permanecido en el refugio del Frade, situado monte arriba entre los valles de Valdeón y de Sajambre. Fue a su regreso, el día 30, cuando tras pasar junto al refugio de Vegabaño y descender hacia Soto de Sajambre se equivocaron de senda. «Eran las 15.00 horas, nos dimos cuenta de nuestra confusión cuando apenas quedaban tres horas de sol y no había tiempo para volver sobre nuestros pasos», explica Pablo. Entonces decidieron permanecer todos juntos y acampar para pasar la noche en un lugar seguro al resguardo del viento y del frío. Mientras tanto, un autocar esperaba a los chavales en Soto de Sajambre para trasladarles a Valladolid. Sin embargo, la alarma saltó cuando el conductor comprobó que los scouts no llegaban a su cita, a las 16.00 horas. Una vez advertidos los padres, la inquietud se propagó como la pólvora entre las familias que denunciaron la ausencia de sus hijos a la Guardia Civil. A la mañana siguiente, tras pasar «una noche bajo las estrellas», los jóvenes buscaron un lugar con la cobertura necesaria para poder llamar a través de su teléfono móvil y dieron el punto exacto de su situación, lo que facilitó su rápida localización. «Fuimos evacuados de tres en tres en el helicóptero de la Guardia Civil», afirma Pablo. Todos ellos reconocen que su experiencia como scouts ha sido fundamental para pasar la Nochevieja en sus hogares. «Saber que nos hemos perdido o confundido, mantener la tranquilidad, permanecer juntos, montar el campamento en un lugar seguro y, por supuesto, llevar los víveres y el material necesarios», concluyen.

Viento salvaje

Viento salvaje

Jordi Cruz. Volcano. 240 páginas. 20,50 euros.

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