«La poesía reivindica la imaginación en un mundo contaminado por lo tecnológico»
El escritor argentino presenta su segunsdo poemario después de recibir el premio de la fundación Monteleón
Su primer poemario se tituló 'El cielo no termina de quemarse'. La primera línea de su segundo libro ('Poemas de rue Parthenais', en Difácil)comienza ... así:«De un cielo de ceniza». Un incendio de escritura y versos ha conquistado durante los últimos años el escritorio de Agustín Mazzini (Buenos Aires, 1993), quien el jueves recibió en León el XIXPremio Internacional de Poesía Martín García Ramos y que ayer presentó su poemario en la librería El árbol de las letras (en Valladolid).
«Me gusta el simbolismo del cielo en el sentido de ir hacia lo abierto», dice el poeta. Cruzó un continente entero para escribir este poemario, al que puso el punto final en Montreal (Canadá), después de varias semanas de estancia creativa.
«Aquello me dio tiempo físico para escribir. Pero también para tomar conciencia de otra cultura. No es radicalmente tan distinta, porque todos somos occidentales, pero sí que conectas con otros lugares que conocías de lejos, tal vez de haberlos visto en las películas», cuenta Mazzini. Por ejemplo, esa noche blanca en la que, un día al año, los medios de transporte de Montreal funcionan durante toda la noche y uno puede participar en multitud de espectáculos artísticos, «en barcitos, escuchando jazz».
Allí, en Montreal, estuvo alojado en la rue Parthenais que da título al libro. Un espacio físico al que regresar cada día, pero también con esa carga simbólica de los lugares a los que siempre volver. «Uno iba a conocer bastantes lugares, pero siempre volvía allí. Le guardo un gran cariño en lo personal, pero fue también el laboratorio donde se gestó todo, donde uno cortaba, pegaba, ponía un verso acá o allá. Fue el lugar donde tuvo lugar el caos creador». Una foto en el libro rinde homenaje a aquel lugar en el que vivió durante una temporada.
–En su libro también hay una 'Oda a Nueva York'.
–Hay ciudades que son un estado de ánimo: París, Nueva York, Venecia... Esa 'Oda a Nueva YOrk' tiene que ver con una ciudad que no conozco y habla de esos lugares y elementos que uno vio en el cine, en la obra de García Lorca... La imaginación es muy importante en la poesía y se usan esos elementos para descubrir un estado de ánimo, una sensación, un sentimiento.
–De Latinoamérica escribe: «Una casa al borde del derrumbe que nunca termina de caer».
–Ese poema nace del choque cultural que viví en Canadá. Cuando encontrabas allí a un latinoamericano (descubrías un acento mexicano, argentino...) lo sentías un poco como un hermano. ¿Lo de la casa al borde del derrumbe? Pues se sostiene un poco por el arte, por la poesía, que se dedican a encontrar eso que hace falta para tener una sensibilidad real y encontrarse con lo humano, con uno mismo. La poesía viene a reivindicar lo humano, la creación, la imaginación en un mundo tan contaminado por la técnica y la tecnología en el mal sentido, que no está al servicio del ser humano, sino al revés. La poesía viene a ser un encuentro con lo humano frente a ese derrumbe que puede ser social, económico, político...
–Entonces la poesía...
–La poesía es un poco una herida, belleza en movimiento. El poeta es ese actor, ese personaje que desde su propia individualidad trata de ir hacia lo humano, de alcanzar la generalidad. En ese ir hacia lo humano hay una trascendencia que tiene que ver con la herida universal del ser, del estar. La poesía no viene a llenar una herida, pero sí a hablar de esas heridas y que, a pesar de ellas, nos encontremos.
–«A ese hombre, de tanto odiarlo, lo quise», escribe. ¿Qué es adorablemene odioso en usted?
–Tal vez mi obsesión por la poesía. No sé si les pasa a todos los que escriben poesía, pero esa sensación de estar creando todo el tiempo. A veces escribo más de lo que me gustaría. Quiero estar todo el tiempo en ese fenómeno poético.
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