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Primero vino 'La ventana', ambientada en la época del confinamiento y vertebrada en torno a las personas que estuvieron solas en aquellos días difíciles. Después se ubica cronológicamente 'Coral y Edurne', un cómic que verá la luz en año y medio, sobre aquellas trabajadoras esenciales ... que hoy hemos olvidado. Pero el cierre de esta trilogía de la pandemia firmada por Isabel Alba Rico se anticipa, como muchas catástrofes meteorológicas, a este mes. La autora presentó 'Tortugas' este jueves en la librería El Rincón de Morla, donde pasa revista a varias de las inquietudes que ponen en jaque a la juventud de hoy: la sensación de no tener futuro, la proliferación de discursos de odio, los negacionismos o el cambio climático, entre otros.
«He querido reunir todo lo que quería contar sobre estos tiempos difíciles y situarlos en un presente distópico», adelanta Alba Rico quien, como cualquiera, se confiesa sorprendida ante la irrupción de la DANA en Valencia y sus estragos en sus ciudadanos: «Nos hemos encontrado con un presente que aún no esperábamos, aunque imaginásemos que llegaría, y con todos estos acontecimientos precipitándose siento que nos dirigimos por un camino irreversible».
En la novela editada por Acantilado, de carácter rabiosamente iniciático y con varios tintes clásicos, se sustituye el tradicional recurso de audio por las notas de audio de los smartphones y las conversaciones vía chat a través de Instagram, en torno a la joven Sofía, su madre Blanca y su abuela Estrella, que se enfrentan a complicidades y desencuentros generacionales, propios de cualquier familia, en un mundo marcado por la desconfianza y la vulnerabilidad: «Lo relaciono mucho con el COVID», asevera la autora; «no somos conscientes de que aquello no solo pasó y ya está, sino que vivimos en una continua sensación de incertidumbre, y es en esa búsqueda de certezas donde surgen las catapultas de las teorías conspiranoicas y el señalamiento a chivos expiatorios».
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Alba, que también identifica mucho buscarruidos y generadores de incredulidad y teorías majaderas también entre quienes fingen haber ido a ayudar a Valencia, huye a su vez de enfoques tremendistas y agoreros, y concede que, como en la pandemia cuando la gente salía a aplaudir espontáneamente a las ocho de cada tarde, también hay resquicios para la bondad humana natural:
«La tensión entre el bien y el mal ha existido siempre, creo que el ser humano puede ser lo mejor y lo peor, y pienso que siempre hay gente que, en momentos críticos como este, elige una cosa, y hay personas que eligen la otra». Para la autora de 'La danza del sol', esto no es algo nuevo: «Se ha visto en todas las generaciones, de alguna manera percibo que los seres humanos somos muy diferentes dependiendo del momento histórico y del contexto, pero no dejan de unirnos elementos comunes en cada momento». Sea como fuere, Alba Rico no renuncia a la cara más luminosa, esperanzadora y optimista: «Hay que empujar para que seamos más los que tiramos en una dirección que los que tiran en la otra».
Una de las bazas que juega 'Tortugas' descansa en el diálogo generacional: «Hoy muchas personas mayores también se preocupan de lo que quedará en el futuro para sus hijos y nietos», apunta Alba. «Sartre decía que lo que más miedo le daba era la desaparición de la humanidad, en esa misma línea hay una generación que piensa en clave colectiva y se da cuenta de que todos seguimos vivos mientras quede alguien con vida, que la humanidad mantenga la memoria que pasa de generación en generación, y si desaparecemos no quedará rastro».,
En ese diálogo, donde se trazan puentes e inquietudes climáticas entre la abuela Estrella y la nieta Sofía, hay parte de un trabajo de Isabel Alba para asimilar los modos comunicativos e inquietudes generacionales de una adolescente del siglo XXI: «Es el milagro de la literatura; poder trasladar sentimientos universales y sensaciones iguales para todos los seres humanos», apunta, aunque también señala a las idiosincrasias propias de la juventud actual y cómo cierta mirada desde otras edades corre el riesgo de arrojar una perspectiva desvirtuada: «Tendemos a ver a los jóvenes desde las generaciones anteriores como gente más débil o influenciable, y la DANA ha demostrado que no es así; sino que tienen un futuro tan malo que muchas veces no saben si se van a extinguir», lamenta. «Eso les hace buscar lugares a los que agarrarse, a veces a certezas equivocadas, y otras a propósitos tan nobles como defender la misma vida».
Igual que una buena parte de la juventud es más activista y comprometida que la generación milenial anterior, Alba también reconoce ciertas diferencias dentro de estas edades; donde un fragmento importante de sus representantes masculinos replican conductas machistas extremas, desde violencias físicas a controles intolerables a través del teléfono móvil: «Muchos reaccionan a la pérdida de privilegios que sienten que pierden ante el empuje del feminismo en su búsqueda de la igualdad», diagnostica la escritora. «Hay que sumar esa actitud a la cantidad de desinformación y bulos que les bombardean y les influyen, si bien privarles del móvil y la tecnología no es la solución: hay que encontrar la forma de usarlo a nuestro favor para que se eduquen, sean más críticos y sepan defenderse de lo que hay a su alrededor».
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