«Morían cientos de jóvenes para tomar un pueblo deshabitado hoy, ese es el sinsentido de la guerra»
El narrador leonés presentó este miércoles en el Círculo de Recreo su último libro, 'El viaje de mi padre'
Ha recorrido riberas y catedrales para escribir de ellas. 'El viaje de mi padre' (Alfaguara) es una ruta personal, un deuda de Julio Llamazares consigo ... mismo, un intento de revivir el año y medio que su progenitor estuvo en la Guerra Civil.
«Cuando somos jóvenes no escuchamos demasiado a los padres y luego te arrepientes cuando ya no están», recita su mea culpa el leonés. «Saturnino, su compañero, fue mi guía. Él y mi padre se vieron obligados a ir al frente llevando a cuestas las radios italianas de transmisión del ejército de los años 30».
Y emprendió ese viaje que le llevó por la antigua línea ferroviaria de Ariza, Ribera del Duero arriba. «La cuenca del Duero la recorrí hace 40 años. Ni el paisaje ni la gente ha cambiado mucho salvo que hay menos población y más bodegas, que han convertido el vino en el petróleo del lugar». El modus operandi de Llamazares parte de documentación, encuentros fortuitos y guías tanto escritas como espontáneas del camino. Y un ejercicio constante, la mirada al entorno.
«La literatura no deja de ser una forma de rellenar el vacío que deja una historia abandonada en el limbo. Las historias que no se cuentan quedan flotando en el aire y en el paisaje», afirma quien escribe que «el paisaje nos sobrevive». Continúa «el paisaje incorpora todo, es un espejo que añade lo que sucedió en él. Si se sabe leerlos, sentirnos y mirarlos, unido al testimonio de la gente y otras historias, la suma de todo eso ayuda a reconstruir la memoria propia y la colectiva».
Su padre y Saturnino salieron de su pueblo, La Mata (León), para ir a Teruel y luego al Maestrazgo con Castellón. «Es un viaje por páramos desolados en los que murieron miles de jóvenes y te hace sentir lo inútil de la guerra. Pensar que para tomar un pueblo como Singra murieran tantos miles de almas y ahora viven 15 personas demuestra el sinsentido de cuando abandonamos la convención social y la convivencia y creemos que algo puede arreglarse con violencia. Si algo es este libro es un homenaje a lo padres y jóvenes que fueron por obligación a ese matadero civil, un alegato contra la guerra en un momento peligroso para España y Europa donde el olvido y la ignorancia nos hace considerar que lo que tenemos es por naturaleza sin darnos cuenta que es susceptible de perderse. Conviene recordar de donde venimos».
Defiende la literatura de viajes, «tan potente para expresar sentimientos e ideas como cualquier otro género», aunque en España «ha tenido una vida atrabiliaria, al revés de lo que ocurre en la literatura anglosajona, italiana o alemana. En España no ha tenido mucho predicamento. Podía haber contado el viaje de mi padre con un poema, un ensayo o una novela pero elegí esta forma porque el territorio era importante».
En cuanto al vacío de su testimonio, Llamazares apela a las herramientas literarias. «La imaginación comienza donde acaba la realidad. La memoria tampoco es objetiva, transforma el recuerdo. La imaginación rellena los agujeros negros de la memoria y de la realidad que, a medida que pasa el tiempo, hay más. Para eso sirve la literatura y la imaginación», declara el autor de 'Vagalume'.
En su narración detalla algunos encuentros en los que sus interlocutores fueron muy «amables». El maletero del coche de Llamazares suele guardar ejemplares de sus obras porque le gusta regalar libros sin decir que él es el autor. «Uno de ellos me ha invitado a ir a su pueblo a presentar el libro pero a los escritores de viaje nos pasa como a los asesinos, no conviene volver al lugar del crimen. La gente no suele tener una visión de su lugar coincidente contigo. Cada uno tiene su mirada y la del forastero no suele ser bienvenida, me ha pasado varias veces, incluso en lugares de mi biografía».
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