El escritor José Jiménez Lozano recibe en noviembre de 2017 la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice, la distinción más importante que concede el Vaticano a un seglar. Gabriel Villamil
Jiménez Lozano y Juan de Yepes (Langa y Fontiveros)
En sus escritos siempre hay un fondo histórico, una sensibilidad singular que puede percibirse en su obra maestra de la 'Guía espiritual de Castilla'
TEÓFANES EGIDO
Martes, 10 de marzo 2020, 06:55
Sabía que no andaba bien de salud, pero no me imaginaba que no íbamos a poder estar en el homenaje que proyectaba rendirle su instituto, ... ni en la charla que en su casa familiar, tan cálidamente hospitalaria, esperaba tener acompañado, como en otras ocasiones, por Agustín García Simón. Debo confesar que la noticia de su muerte me ha afectado muy dolorosamente. No muere, sin embargo, su presencia en el recuerdo, en la amistad que siempre tuve como un tesoro. Por su persona, naturalmente, y por su dignidad. También por su pensar, por su palabra hablada, por su escribir.
No ocultaré que me consideré un aprendiz suyo en muchas cosas, y que nuestra cercanía tenía también sus alicientes en coincidencias, preocupaciones y ocupaciones históricas. Porque en sus escritos siempre hay un fondo histórico, una sensibilidad singular que puede percibirse en su obra maestra de la 'Guía espiritual de Castilla', o en su simpatía por Erasmo, o en su visión del jansenismo peculiar, con el que disfrutaba (le decía yo) y que él tanto ayudó a comprender desde su 'Port Royal', desde sus reflexiones sobre el siglo XVIII. Siempre me entusiasmó su mirada y sus retratos de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. No hay que olvidar que Jiménez Lozano era muy de Ávila. Y que, aunque no solo por ello, no ocultaba tampoco su fascinación por Teresa de Jesús y Juan de Yepes. En cuanto a la santa, le espoleaba también el atractivo y la coincidencia con Américo Castro y lo de los conversos. En cuanto a San Juan de la Cruz, le gustaba su pequeñez física, la grandeza lírica del místico de Fontiveros.
Y ya que ha salido Fontiveros, recuérdese que está a trece escasos minutos de Langa. Y a lo mejor eso ha influido en el cariño de Pepe hacia Juan de Yepes, en su generosidad para colaborar en congresos, en ediciones de libros excepcionales que por la Junta de Castilla y León se hicieron gracias al interés de García Simón, de Eloísa Wattenberg. A este propósito, y con acento especial, me permito remitir a la imagen hermosa de Juan de Yepes que es 'El mudejarillo' (1992), joya literaria que recrea al niño en sus sentidos: en las plantas, en los sonidos, en los pájaros que veía, olía y oía en Fontiveros. Y es que hay clara sintonía entre Jiménez Lozano, de Langa, y la hermosura y desnudez de la poesía de fray Juan de Yepes, del cercano Fontiveros.
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