Ángela Segovia: «La poesía es el único lugar del mundo donde la libertad es posible»
La escritora abulense publica 'Pusieron debajo de mi mare un magüey', hermano menor de su poemario 'Amor divino'
Ve «nieves verticales», los versos son palabras que la «desbordan» y acaricia con gusto la idea de «lejanar». Ángela Segovia (Las Navas del Marqués, ... 1987) es poeta con honores externos -Premio Nacional de Poesía Joven 2017 por 'La curva se volvió barricada'- y con zozobras internas -la obsesión de la escritura-. Publicó 'Amor divino', como el anterior y el siguiente en La uNa RoTa, y quedó fuera una rama, el opúsculo misceláneo que es 'Pusieron debajo de mi mare un magüey'. A veces sueña con diéresis que al amanecer coloca en las palabras aunque su sueño no coincida con el de la RAE.
–Se despierta un día con el título, «palabras mágicas que se me han ido apareciendo». ¿Las palabras le llevan?
–No siempre, no todas. A veces me vienen algunas palabras, una frase o varias, y luego hay una nube de otras palabras que se me colocan alrededor, como si fueran moscas, qué se yo, o coronas, y entonces empieza el trabajo de ir tirando del hilo que se ha recibido, desplegándolo, y cosiendo con él el tapiz del texto, que por algo se llama texto, ya que viene de textura. Pero muchas veces no vienen palabras ni hay nubes alrededor, sólo hay silencio. Dentro del silencio algunas preguntas que se agitan, esas preguntas son el cebo de las palabras, que después, en algún momento, de la forma más misteriosa o más absurda, llegarán y sonarán en el silencio. Así que es una mezcla entre lo que viene no sé sabe muy bien cómo y la capacidad para ir hilando, y tejiendo, con lo recibido. Se necesita audacia y paciencia.
–En este libro incluye un miniensayo, el marco teórico de la lírica, de ese libro que fue 'Amor divino'. ¿Es primero la pulsión y luego su racionalización?
–No hay pulsión ni racionalización. Primero hay unas preguntas, luego hay una indagación, para la indagación hay que utilizar mucho la intuición y los sentidos, se necesita mucha atención. Mientras sucede la indagación vamos aprendiendo cosas, vamos comprendiendo otras, todo eso va pasando en los momentos de escritura. Algunas cosas se quedan opacas para siempre porque ese es el límite de la poesía y también su virtud. La parte ensayística no es racionalización, sino el registro de lo que se ha ido comprendiendo y aprendiendo durante la escritura, suceden a la par. Y en realidad ese aprendizaje tampoco sirve de mucho después, sólo sirve realmente mientras se adquiere, luego es mejor olvidarlo. Igual que todo lo que estoy diciendo en esta entrevista. Tal vez mañana esté en desacuerdo.
–El lenguaje es su material dúctil cuyas reglas 'académicas' ¿pueden ser alteradas? ¿el hipérbaton es tu pulso a la lógica, la solución a una sonoridad buscada?
–Cada quien lo verá de un modo, pero para mí la poesía es el único lugar del mundo donde la libertad es posible. El hipérbaton es otra norma, en concreto de la retórica. Se trata de poder fluir entre las normas, sin engancharse a ninguna. Las conoces o no las conoces, en cualquier caso te dan igual, no hay una policía de la retórica, ni una policía de la gramática, ni una policía de la sintaxis, por suerte.
–¿Esa ductilidad está abierta también a la creación de palabras?
–A todo. A cualquier cosa. La libertad en el lenguaje está siempre en potencia, su condición es que vehicule una expresividad, por tanto la motivación es esa búsqueda de expresividad. No se trata de hacer experimentos en el vacío.
–La música, la sonoridad de sus versos, ¿es imprescindible para que sean, eso es lo que busca con la lectura en alta voz?
–El sonido ocupa gran parte de la expresividad en algunos de mis trabajos, pero no en todos. Lo que pasa es que me divierte mucho y me interesa porque a partir de lo sonoro se llega a una emotividad que arrastra desde la sensación, y que permite dejar atrás códigos de sentimentalidad ya manidos.
–Su poesía ¿fluye con un interlocutor inmediato, al que se dirige?
-Inmediatos sólo son mis ojos mientras leen lo que mis manos escriben, o mis oídos cuando escuchan lo que mi boca pronuncia, pero la escritura, en cualquier caso, viene siempre de un impulso comunicativo, este es un impulso vital, básico.
–«Para mí la lírica es eso que ya no puede contener el cuerpo, se desborda de él», ¿escribe aquello que la desborda?
–Escribí que lírica es lo que se desborda, pero también escribí que lírica es lo que no llega a alcanzarse.
–¿Qué le gusta leer?
–Me gusta mucho leer literatura medieval. Me iría a vivir a la floresta de Perceval.
–¿Qué le desborda ahora?
–Estoy un poco obsesionada con escribir. A veces hago auto-huelgas para poder descansar. Es necesario.
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