De mujeres, árboles, pájaros
Algo tendría que ver el trabajo de su padre, Carl Edmund Atwood, especialista en entomología forestal
Más que por sus faisanes, que cada año atraen en temporada a centenares de cazadores de Canadá y Estados Unidos, Pelee Island es célebre por ... su turismo ecológico. Situada en la mitad occidental del lago Erie, la isla canadiense es el hogar de no pocas especies en peligro de extinción. Y un enclave obligado en el ciclo migratorio de los pájaros de las rutas del Atlántico y el Mississippi, por lo que ha sido señalada por las autoridades medioambientales como IBA: Área de Aves mundialmente Importante. Una distinción que cada año se celebra allí, alrededor del Día de la Madre, con el festival Springsons, organizado y presentado por la eterna candidata al Nobel de Literatura Margaret Atwood.
La autora de 'El cuento de la criada' reparte su vida entre sus casas de Toronto y Pelee Island. Una ciudad de tres millones de habitantes frente a una isla con escuela para apenas diez niños. Un pequeño paraíso privado para la novelista, ensayista, poeta… y militante en la defensa de los derechos humanos, de las mujeres y de la naturaleza. Presidenta de honor al mismo tiempo del Pen Club de Canadá y de BirdLife Internacional.
Aunque ella cuenta con frecuencia que su primer poema surgió en un campo de fútbol, lo cierto es que la protagonista de su primer relato, escrito cuando tenía siete años, era una hormiga. Algo tendría que ver en eso el trabajo de su padre, el zoólogo Carl Edmund Atwood, especialista en entomología forestal. A partir de los nueve, cuando la escritora se deslumbró con la lectura de 'Rebelión en la granja', los animales y la naturaleza pasaron a formar parte de su manera de interpretar y de sentir el mundo. La novela 'Surfacing' o el ensayo 'Payback: Debt and the Shadow Side of Wealth' son solo dos pruebas de la relevancia que el conflicto entre el hombre y el espacio natural ha tenido siempre en su obra. El dinero que ganó en el año 2000 con el Booker Price, concedido a su libro 'El asesino ciego', lo dedicó íntegramente a la causa medioambiental.
Dos años antes de publicar los que quizás fueron sus dos colecciones de poemas más célebres, 'The Journals of Susanna Moddie', sobre la escritora de origen inglés que vivió como colono en la Canadá de principios del siglo XIX, y 'Procedures for Underground', Margaret Atwood ya había llevado a los animales al título de uno de sus libros: 'The Animals in That Country'. En su poema 'Salida de la maleza' escribe: «Yo que había sido borrada por el fuego / me fui cubriendo de verde / (qué estación más luminosa). / Con el tiempo los animales vinieron a habitarme, / primero uno a uno, / furtivos / (sus conocidas huellas quemaban); / y después / al haber ya trazado nuevos límites / volviendo, más seguros, / año tras año, de dos en dos / pero inquietos: no estaba preparada / del todo para que me habitaran».
Con 76 años, evocando sus tiempos de autora de cómic underground en los setenta del pasado siglo, se decidió a crear el personaje de Angel Catbird, un superhéroe mitad gato mitad pájaro. Tres novelas gráficas escritas por ella e ilustradas por Johnnie Chritsmas. Una serie de historietas que pretenden concienciar a los lectores sobre la vulnerabilidad de los animales, en consonancia con la campaña de Nature Canada 'Keep Cats Safe and Save Birds Lives'.
«En el juicio final todos éramos árboles» escribe Margaret Atwood en otro de sus poemas. Mujeres, árboles, pájaros, gatos, niños…, una obra en defensa permanente de los que menos se pueden defender. En su mirada inquisitiva, volandera; en sus manos delgadas, rugosas, algo de pájaro, o de árbol, tiene esta mujer que cumple a los 90 una de las carreras literarias más intensas y personales de nuestro tiempo. «Se me han puesto rígidas las manos –dice también–, los dedos quebradizos como ramas y los ojos perplejos después de siete años, y casi ciegos / brotes, que sólo ven el viento, la boca que se abre y se agrieta como una roca al fuego al intentar decir: Qué es esto».
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