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Diez libros de poemas a lo largo de veinte años de escritura. Esas son las cuentas hasta hoy, a grandes rasgos, de la obra del poeta Miguel Velayos (Ávila, 1978), autor de títulos como 'Lecciones de orfandad', 'Permanencia en el tránsito', 'Política sessions' o 'Desertor'. ... El testimonio de una voz intransferible que ha conseguido cuajar en todo este tiempo una poesía poderosa, siempre en los límites de la dignidad personal y colectiva frente al dolor, el miedo o la decepción de un mundo en confusión permanente.
Una carrera que se condensa y se ejemplifica en su último título, 'Cuadrilátero', publicado bajo el sello de Páramo. Un título que el autor presenta como la historia de un fracaso; a saber: el fracaso individual, como libro completo, de cada una de las partes que se reúnen en el volumen. Pero el triunfo del conjunto, sin embargo, y a pesar de la fragmentación, de un mensaje unitario: la concepción de la vida, a través de la experiencia personal e incluso de la propia obra literaria, como un combate de boxeo. La vida a puñetazos o la vida como objetivo a noquear y a superar. La vida como un cuadrilátero donde bailan y golpean esas extrañas criaturas que son los seres humanos: todo ese mundo cerrado –lejos de las playas y los bosques, dice el poeta–, oscuro y sórdido, que bulle detrás de la aparente gloria del vencedor. O quizá al contrario: el triunfo de la voluntad y de la rebeldía frente a la confusión del mundo.
Lucha cuerpo a cuerpo contra con las horas. Pero pugna también de la memoria versus el olvido, como sucede siempre en la obra de Velayos. Y porfía además entre la dignidad y la batalla con el otro, con los otros, más bien al lado de los otros. Tal vez en la necesidad de resolver en el enigma de cada púgil el propio enigma de la condición humana. La lucha contra uno mismo y contra sus límites –«tiene el cuerpo memoria de los golpes más duros»–, una ecuación que Velayos resuelve con amor y con humor, y con inequívoca trascendencia: las aguas que se abren detrás de la ceniza, todo aquello que renace cuando matas «lo que más amas precisamente en ti».
La búsqueda de la salvación, amparada en la metáfora permanente de la batalla del poeta con las palabras, hasta extraer de ellas toda su verdad. Poeta como signo del hombre y poesía como alegoría de la vida. Guerra crudísima y al tiempo incruenta que el poeta recrea con poemas delgados, a veces delgadísimos, que se van adensando a medida que el libro avanza. Golpe a golpe y verso a verso en cada round. «Las palabras son jóvenes, altamente feroces, / como sparrings que luchan a solas con la muerte», dice por fin Velayos. A solas y a puñetazos. Hasta vencer a ese rival que es uno mismo. Siempre a los puntos.
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