Entrevista al escritor Luis Salvago
«En la guerra se utiliza el campo de batalla para dirimir diferencias que resolveríamos con la ley»Llega a las librerías 'El telegrafista', la novela con la que este militar valenciano ganó el 71 Premio Ateneo Ciudad de Valladolid
Su hermano le puso en liza el germen de 'El telegrafista'. Luis Salvago recibió unos telegramas enviados en el asedio a Belchite y a partir ... de ellos levantó la novela que ganó el 71 Premio Ateneo Ciudad de Valladolid. La editorial Menoscuarto lo acaba de distribuir en librerías y el sábado 8 de junio, el escritor recibirá el premio en la Feria del Libro de Valladolid. Salvago (Valencia, 1964), militar en la reserva, ha ficcionado varios episodios de su vida y de la de su padre, también miembro del Ejército. «Antes de empezar a escribir, me tiene que seducir la historia así podré construir personajes creíbles», dice.
–El protagonista se llama Luis como usted y tiene un padre militar también, ¿comparten algo más?
–Hasta cuando se escribe de los malos, hay una parte de ti. Le he prestado no solo nombre, está basado en hechos reales. Es una novela construida sobre el andamiaje de la historia. El protagonista es militar como yo, es empático, y está narrado en primera persona. Hay bastante de mi forma de ser.
–«Tenía que vérmelas con un hombre que me guardaba un rencor infantil. En plena guerra», dice su protagonista al poco de empezar. ¿La infancia es una marca indeleble?
–Somos educados de modo que vamos creciendo y abandonando años, pensamos que adquirimos experiencia y nos hacemos más sabios, pero esa parte de niños que hemos sido nunca queda atrás. En la novela escribo que permanece en un rincón oscuro, en un cajón y, de vez en cuando, aflora y somos aquellos niños que recordamos, nuestros miedos, nuestro primer amor, la primera risa. En el momento que aflora nos sentimos como si el tiempo no hubiera pasado.
–Refleja la autoridad y la jerarquía dentro de la milicia. Luis se pregunta qué derecho tiene a salvar la vida de alguien que se la puede quitar al momento desobedeciendo órdenes.
–Siempre se vincula el militar al hecho de portar un arma y poder usarla, pero de ahí a despojar a alguien de su vida, media un abismo. No es tan fácil, los militares no existimos para despojar a nadie, sino para defender nuestras fronteras y la soberanía nacional. Trabajé cuatro meses en Afganistán y nunca estuve tan a gusto conmigo mismo, porque vi que nuestro trabajo servía de mucho, era una misión de paz y me sentí útil.
–Hay dos mujeres, Nieves y Marta, que ejercen otro tipo de poder, una de ellas sin bando.
–Cuando existe una jerarquía existe la obediencia debida. En estado de guerra, todavía es más severa. Tienes que cumplir con las órdenes. Nieves, la enfermera de la historia, es una persona real en la vida de Luis Jiménez, era su novia zaragozana.Desempeña su papel en la guerra, dentro de Belchite, y me sirve como contrapeso para que Luis pueda juzgar las cosas de distinta manera, porque no tienen los mismos ideales. Luis está en un bando, Nieves en otro. Luego está Marta, la prostituta a la que le es indiferente todo y quiere sobrevivir. Representan tres posiciones a tener en cuenta en una guerra; los enfrentados y la gente que no se identifica con nada y solo escapa.
–«Hablamos por lo que callamos», los prejuicios nos atan», «en la guerra donde nacen nuestros demonios», «amamos la vida por encima de todo, pero es la muerte la que nos hace humanos, el temor a lo definitivo» ¿hay un aforista en su narrador?
–Entiendo la literatura como una oportunidad para reflexionar aunque cuente una historia basada en hechos reales y a veces sean de una acción trepidante quiero parar porque es bueno. No puedes dar al lector continuamente acción, me gusta dejar que reflexione sobre lo que sucede y para ello utilizo la digresión, en la que dejo pensamientos propios.
–¿Es la guerra «donde nos mostramos como realmente somos»?
–Nunca nos conocemos del todo y es en el momento en que la vida peligra cuando aflora parte de lo que desconocemos. Una guerra conlleva situaciones extremas que dejan ver aspectos que no sabíamos que existían en nosotros. Lo he visto en Kosovo y en Afganistán.
–¿Despojar al otro de su condición humana permite justificar todo?
–En mi familia la Guerra Civil se vivió en los dos bandos. Muchas de las diferencias sociales, familiares, las del pueblo y las de la ciudad, las trasladamos a la guerra y se muliplicaron con más violencia. Utilizamos el campo de batalla para dirimir nuestras diferencias que hubiéramos solucionado en los tribunales, cambiamos las leyes por las armas.
–Cuenta la historia en dos pistas, la del hospital y la de los partes de guerra a partir de los telegramas. ¿por qué eligió ese engranaje?
–En principio planteé la novela narrada desde punto de vista de Nieves, en primera persona, como Rose en 'Titanic', que cuenta la historia cuando tenía 102 años. Me di cuenta de que no era verosímil, no funcionaba. Probé una segunda versión en tercera persona y en dos tiempos 2017 y 1937, tampoco encajaba. A la tercera, decidí que lo tenía que contar él y es una historia en dos tiempos. Lo que cuenta desde el hospital, en 1940, con la guerra terminada, y cuando está dentro de la historia en 1937, a partir de los telegramas que, por cierto, estaban codificados y tuve que descifrarlos.
–¿Cómo lo logró?
–Leí mucho sobre el tema, tenía un sistema clave básico, uno alfanumérico que otorga unos dígitos a cada letra. Comencé a transcribir y luego encontré con que alguien ya lo había hecho, era un hombre dedicado a la historia militar, Salas Larrazabal, que lo publicó en Internet.
–¿Belchite, donde transcurre, condensa visual y metafóricamente nuestra Guerra Civil?
–Me fascinó la batalla de Belchite, aunque como todo en historia está sujeta a interpretaciones. La primera vez que visité Belchite me fascinó, es una historia increíble y cuando, años después, surgió esta posibilidad me pareció que era una oportunidad.
–Finalista del Premio Azorín y Nadal, ganador del Vargas Llosa, el Tiflos y el Ateneo ¿donde envía un original logra recompensa?
–Pruebo, depende de que tipo de novela te ha salido.Ahora he escrito una sobre un hombre mayor y su padre, al que culpa de su relación con las mujeres. Se llevaban bien cuando el hijo era un niño y veían juntos películas del Oeste. Todo surgió a partir de ver Sad Hill, en Burgos, y luego 'El bueno, el feo y el malo' en la pantalla. Lo he enviado a un premio que puede encajar este tipo de libro.
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