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Chencho Arias, ayer, en el Museo Patio Herreriano.
Chencho Arias: «El Gobierno puede dialogar de cualquier cosa menos de la ruptura de España»

Chencho Arias: «El Gobierno puede dialogar de cualquier cosa menos de la ruptura de España»

En una charla repleta de anécdotas el exembajador presentó ayer su libro 'Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones'

María de Lara

Viernes, 17 de marzo 2017, 11:58

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Es diplomático, exembajador de España en la ONU, escritor, colaborador de este diario, acérrimo madridista y actor, entre otras profesiones. Aunque los papeles más importantes de Inocencio Félix Arias (Albox, Almería, 1940) han sido como «intérprete secundario» en acontecimientos que marcaron el rumbo de la historia de España, un país al que él siempre ha sido «fiel y leal». Chencho Arias -como casi todos le conocen- presentó ayer, en una nueva sesión del Aula de Cultura de El Norte de Castilla, patrocinada por CaixaBank y con la colaboración de la Junta de Castilla y León, su libro Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones -Plaza&Janés-, un trabajo que recorre la etapa más vertiginosa de las relaciones exteriores españolas.

La cita que comenzó puntual «a una hora diplomática» -las ocho de la tarde- dijo Fernando Conde, director del Aula de Cultura, quien describió al hombre de la eterna pajarita como «humano, español y vecino de todos». Se trató de una charla distendida, amena y repleta de anécdotas que despertaron incontables risas en un público que llenó el salón de actos del Museo Patio Herreriano de Valladolid. Humor que exala un hombre que explica así su tarea diplomática: «Mi obligación y lealtad exigían decirle al ministro de turno que estaba haciendo el mamón».

Jubilado desde 2010, Arias define su carrera de «interesante y apasionante» y ve el factor suerte como algo esencial para haber ocupado «cargos muy significativos y con diferentes gobiernos, algo que dice mucho de mi lealtad y profesionalidad». Aunque él asegura que sus fans le vienen «por haber sido director general del Real Madrid» entre 1993 y 1995, la realidad es que dio «el salto a la fama» cuando el azar le puso al lado de Adolfo Suárez en el primer viaje que España, recién estrenada la democracia, hacia a Venezuela y Cuba, donde se hizo con el respeto de los periodistas. El diplomático asegura que «si en la oficina llega a haber más personal, si no llego a haber encontrado las maletas de los dos reporteros que se perdieron al aterrizar en el aeropuerto Maiquetía, de Caracas, o si no llego a ir corriendo al autobús con el equipaje extraviado» no hubiera adquirido el peso que le dieron. Gracias a ese suceso «me hice semifamoso y los periodistas me llevaron al estrellato», bromeó mientras contaba sus inicios en la política exterior.

Sin importar el color

Este veterano jefe de la diplomacia tuvo la capacidad de cumplir con éxito en puestos destacados con independencia del color de los gobiernos del momento. Los de UCD de Suárez y Calvo Sotelo, los del PSOE de Felipe González y los del PP de Aznar. Por esta razón además de ser uno de los pocos españoles que mejor conoce los pasillos de la ONU, también es de esos escasos que ha estado en persona con los seis jefes de Gobierno de España, por eso puede decir de Suárez que «era enormemente carismático e imbatible en el cuerpo a cuerpo. Calvo Sotelo ha sido el gran ignorado de la Transición, muy inteligente, culto y el que tenía más sentido del humor de todos los que ha habido, que además hizo una cosa capital, llevar a España a la OTAN». Acerca de Felipe González, a quien más trata en su libro simplemente por el largo periodo de tiempo que trabajó con él, afirmó que fue «un valiente con un gran sentido del Estado, quien no primó los principios de su partido sobre los intereses nacionales». Como el «personaje más demonizado de la Transición» definió a Aznar, del que destacó que «a pesar de no ser la alegría de la huerta, fue muy respetado en el extranjero por cumplir su palabra».

En cuanto a Zapatero y Rajoy, los dos únicos presidentes con los que no ha trabajado, contó, con anécdotas incluidas, que el primero «se sentía incómodo en cualquier evento de política exterior» y del segundo, que «en el extranjero tiene fama de respetar su palabra».

Chencho Arias ha tenido una vida llena de anécdotas que en la tarde de ayer resumía apremiado por el tiempo de la conferencia, pero que en su libro cuenta sin tapujos. Unas memorias que no quiso titular como tal, pues «me parecía un poco pedante, porque yo siempre he toreado en un papel secundario, he sido el banderillero y no el torero». Sea como sea, en Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones, el exembajador explica su trayectoria profesional y la de España.

La actualidad de España

Durante la conferencia Inocencio F. Arias también habló sobre algunos de los problemas de la actualidad de España. De la presente generación española de jóvenes aceptó que se dijera que «hay más gente preparada», pero no que estos estén mejor formados. De igual manera, mencionó problemas como los del paro o las desigualdades, pero fue en Cataluña donde se detuvo, pues lo calificó como «el mayor problema que tiene este país ahora mismo». Y lo atribuyó a tres aspectos. Primero, la existencia de una parte importante de catalanes que siguen a una minoría que quiere romper el país a costa de todo; segundo, a que el Gobierno ha de mostrarse firme cuando llegue el momento; y por último, «y más importante, es que cuando se produzca el choque de trenes, no veo a la izquierda de España apoyando al gobierno de Rajoy». Es en esa cuestión donde Arias se molesta porque no entiende cómo le pueden pedir al presidente de su país que negocie la división del mismo. «El Gobierno puede dialogar sobre cualquier cosa menos la ruptura de España».

En esta defensa de lo español, el diplomático remarcó el papel que el rey emérito, Juan Carlos, desarrolló en la representación de España en el exterior. «Además de tener pasión por su país, ha servido a España fiel y eficazmente en muchos terrenos», dijo alguien que trabajó mano a mano con él.

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