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Pierre Assoulin, ayer en el patio de la residencia del Palacio de Santa Cruz.
«Mi próxima novela tratará sobre por qué es imposible tener una conversación en España»

«Mi próxima novela tratará sobre por qué es imposible tener una conversación en España»

Pierre Assoulin, escritor y miembro de la Academia Goncourt de Francia, presentó en la UVA su biografía sobre el autor belga Georges Simenon

JESÚS BOMBÍN

Sábado, 3 de diciembre 2016, 13:21

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Pierre Assoulin (Casablanca, 1953) es un referente de la cultura contemporánea francesa. Escritor, biógrafo y periodista, pertenece a la Academia Goncourt, que concede el premio de literatura más prestigioso de Francia y nutre con sus opiniones y críticas el blog La reppublique des livres, uno de los más seguidos en el ámbito literario de su país. Ha escrito la biografía de Georges Simenon (1903-1989) y el viernes disertó sobre la vida y la obra de este prolífico autor belga, creador de más de cuatrocientas novelas, en la Facultad de Filosofía y Letras, en un acto organizado por la Alianza Francesa con la colaboración del Departamento de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras y el Foro de la Lengua y la Cultura Francesas.

¿Qué le atrajo de Simenon para escribir su biografía?

Se le conoce como autor de novelas policiacas y por ser el padre literario del comisario Maigret, pero es mucho más que eso. Es uno de los más grandes literatos, su obra ha sido traducida a 35 idiomas y es universal e intemporal. De él me atrajo que fue el escritor de las pasiones humanas: amor, muerte, odio, humildad, humillación, los celos, la envidia... por eso es universal e intemporal. Escribió una media de cinco novelas al año con un estilo en apariencia sencillo pero muy potente en la manera de expresarse. Se ciñe a la perfección dentro en la definición universal del poeta Miguel Torga: Lo universal es lo local sin las paredes. La lección de Simenon es que hay que ser local, escribir desde el microcosmos cercano y con lo muy pequeño contar el mundo entero. Otra lección es que Simenon no se considera escritor, sino novelista. Escribió doscientas novelas firmadas y otras tantas con seudónimo.

Usted ha firmado novelas y ensayos sobre la ocupación nazi en Francia. ¿Qué le lleva a prestar atención a ese episodio histórico?

Porque durante cuatro años en la Francia ocupada pasaron muchas más cosas de las que se han contado. La ocupación del país, al igual que sucedió en Bélgica, dejó un proceso muy intenso y radical que llevó a mucha gente a rebelarse. He comprobado cómo alguien muy cobarde en tiempo de paz se sigue mostrando muy cobarde en tiempo de guerra. Todos los defectos y cualidades de la gente cristalizan en una época histórica como esa.

Europa está viviendo momentos de eclosión de extremismos. ¿Detecta algún paralelismo?

Soy francés y lo veo en mi país, donde este fenómeno es muy intenso, pero también soy europeo y un poquito español, porque soy sefardí. Me parece muy peligroso el populismo, que no es solamente de la extrema derecha; la gente habla de Trump y de Orban en Hugría, pero es muy fácil olvidar que puede darse también en la extrema izquierda y es el mismo peligro. Corremos el riesgo de olvidar la historia. Considero que la Ley de Memoria histórica en España es importante, Zapatero la impulsó y el Gobierno de Rajoy ha olvidado algo tan importante como la apertura de fosas comunes. Veo que la Guerra Civil no ha terminado en España. Y que en Francia la Revolución de hace dos siglos, tampoco se ha terminado; hay dos Francias y hay dos Españas. Por eso considero que la gente necesita aprender la historia, hay que explicársela a los jóvenes, una nación que olvida su pasado no sabe de dónde viene ni hacia dónde va. Por esa razón mis novelas se inscriben en la historia del siglo XX.

¿Cómo será su próxima obra?

Muy actual. No será exactamente una novela, sino un cocido literario. Se titulará Vuelvo. En ella retorno a mis orígenes sefardíes, pero voy a hablar de la España actual, de la imposibilidad de tener una conversación en España. El arte de conversar es típicamente francés, en el país es un deporte nacional, le gusta mucho a la gente. He visto que en Inglaterra es imposible practicarla porque no se habla de política ni de sociedad, solo de trivialidades como el tiempo y cosas ligeras, no está bien visto entrar en profundidades; en Alemania también es difícil y los alemanes lo saben, porque en la estructura de la frase en su idioma el verbo está al final y es necesario esperar al fin de la palabra para comprender qué dicen. Y en España tampoco es posible la conversación porque después de dos minutos todo el mundo grita, son tan pasionales que acaban declamando, y esto me lo han reconocido universitarios y profesores españoles, que cuando hablan es un monólogo. Se empieza con el Yo creo que... y no hay encuentro.

¿Falta empatía?

Y diálogo; en Francia la conversación es para evolucionar y aprender con otras opiniones.

¿Cómo lo va a reflejar en la novela?

Sí, en el cocido (risas). Hay dos escritores que me hablaron de este concepto de cocido literario: Javier Cercas y Carlos Fuentes. Me dijo Fuentes que no había que olvidar la lección de Cervantes, que gracias al Quijote en la novela todo está permitido. No hay nada más moderno que Cervantes, que hace lo que quiere en su libro.

¿Qué escritores españoles se leen más en Francia?

Javier Cercas, Antonio Muñoz Molina, Eduardo Mendoza, Pérez-Reverte, Ruiz Zafón, Javier Marías, Juan Manuel de Prada y Enrique Vila Matas. Y también Miguel Delibes se lee. Yo tengo libros suyos.

Forma parte del jurado del Premio Goncourt. ¿Qué diagnóstico hace de la literatura francesa?

No está enferma. Ha comprendido que hay que seguir el ejemplo inglés; hace mucho tiempo que han incluido en su literatura el aporte de escritores de la Commonwealth, de países como la India o Pakistán. Desde hace algunos años empezamos a hacer lo mismo en Francia, y hay escritores como el argelino Daoud Kamel, y otros como la marroquí Leïla Silmani, ganadora del Premio Goncourt de este año, que enriquecen la lengua la lengua y el imaginario francés. Porque la patria real de un escritor es su lengua, soy francés porque mi lengua para escribir es el francés. No importa el pasaporte.

¿Qué análisis hace sobre la cultura contemporánea?

La veo muy bien. Todo el mundo sabe que la literatura es muy interesante y diversa, rica. Solo hay una ciudad que no sabe eso: Estocolmo, donde está el comité de los Premios Nobel, que no ha encontrado un escritor, un poeta, pero sí un cantante. Han buscado en el mundo entero y no había escritores para premiar.

¿Qué papel juega la cultura en este momento en Europa?

Hoy lo más importante para los medios de comunicación es la economía y la política, y apenas atienden a cultura. Es triste. En Francia, un país donde la cultura es muy importante, durante la campaña electoral no se habla de ella.Me parece peligroso.

¿Por qué razón?

Si la economía dirige las mentes es una catástrofe; la cultura es para todo el mundo, es el oxígeno de la gente incluso de los que no lo saben; la literatura, la música, la poesía, el cine, el teatro, la arquitectura... eso es la cultura, de lo que vivimos. En Francia el papel de los intelectuales es muy importante, forma parte de una tradición.

Suele decir que para escribir más que en la inspiración confía en captar atmósferas.

La atmósfera es muy importante. Cuando digo que la inspiración no es esencial es porque en su lugar está la impregnación. La inspiración es una imagen muy romántica, con musas, humo saliendo de la cabeza y demás. La impregnación consiste en dejar llegar las cosasa uno mismo y sentir.

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