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Manuel Olveira, ayer en la presentación de su novela en la librería Artemis de León.

Manuel Olveira: «El sistema está ordenado de un modo que ya no funciona»

El director del Musac debuta en la literatura con una novela en la que reflexiona sobreperdedores en una sociedad en crisis

JESÚS BOMBÍN

Miércoles, 4 de marzo 2015, 18:22

Desde hace años Manuel Olveira (Coruña, 1964) tenía una meta por cumplir: atreverse con una novela. Sus escritos en publicaciones se habían circunscrito mayormente al arte contemporáneo, un ámbito en el que ha profundizado desde que en junio de 2013 asumió la dirección del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac). Acaba de ver la luz Todo el tiempo del mundo (Los Libros de Rocamadour), un texto que comenzó a escribir en 2005 y presentó ayer en León. El relato del protagonista es un deambular por el tiempo en el que cuenta su peripecia vital a través de vidas de otros, en una historia que califica como «la de los fracasados e inadaptados de nuestro tiempo».

Ha estado diez años escribiendo esta novela.

Había hecho algo de poesía y cosillas que nunca me atreví a sacar, hasta que, de repente, un día vi que si quería hacer realidad la fantasía de escribir una novela tenía que ponerme. No estaba en mi hoja de ruta, pero me animó la idea de cumplir un pequeño sueño. Cuando la empecé era director de Hangar en Barcelona, luego del Centro Gallego de Arte Contemporáneo, después estuve en Berlín, luego vino el Ágora de La Coruña, luego el Musac... han sido diez años en los que he tenido que simultanear mi trabajo en el mundo del arte con la escritura.

¿Qué quería comunicar?

El relato es un viaje por la vida, por el conocimiento. No puedo decir que haya vivido lo que he escrito pero sí que he sentido lo que he escrito. Sin ser biográfica, reclamo un estatus de verdad para lo que se cuenta. Quería dar testimonio de un momento histórico desde mi perspectiva, un momento en el que parecía que en España solo contaba el éxito y las personas que se enriquecían. Frente a eso, buscaba contar la historia de los perdedores, de los que nadan a contracorriente, de la gente que no tiene éxito. Y luego resultó que desde 2008 los fracasados han pasado a ser los que por desgracia están de actualidad. La novela narra un momento histórico muy concreto, en el que las referencias del sistema desaparecen y hay que inventarse una forma de estar en la vida, una voz propia, hacer la vida desde otros parámetros. En el fondo ese es el germen de la novela, que no solo trata de construir una nueva posición en la vida, sino de hacerlo con los restos del conocimiento, dando valor a esos restos laterales o residuales de la historia. Es una novela de construcción, hecha de retazos de cosas.

Alude a los fracasados y los inadaptados de este tiempo. ¿Quién los encarna?

Esa figura la representa por desgracia el 99,9% de la ciudadanía, que asiste atónita y enfadada no solo a la destrucción del sistema sino a su perversión a todos los niveles. Es la historia de todos y de todas, de la gran mayoría de personas que estamos en el mundo y asistimos al hundimiento del sistema y a la necesidad de construir uno nuevo.

¿Hay conciencia social de ello?

De una manera más o menos consciente, la gran mayoría de las personas hemos visto que el mundo que conocíamos, que estaba ordenado de una manera, ya no funciona; la gente que esperaba tener un trabajo y estar en él toda la vida, sabe que no va a ser así; pensábamos que el conocimiento adquirido iba a ser para toda la vida y la realidad demuestra lo contrario. Decir que la gran mayoría de ciudadanos no confiamos en el sistema es una realidad, a todos los niveles, desde la justicia a la economía, la política, por la estructuración de la vida, pasando por la confianza en que el sistema nos ordene, proteja, nos oriente... Soy optimista, y la novela lo es, muy pegada a la vida, con momentos tremendos y descripciones horribles pero de iluminación y luz. Es el retrato de alguien que lucha, de un personaje que, a pesar de caer, siempre se levanta y anda. Y construye su propia voz, su lugar en el mundo, y se encarga de transmitir ese conocimiento a otras personas, con lo cual hay un factor de solidaridad y responsabilidad, de trascender con unos descendientes que el protagonista nunca va a tener.

¿Qué autores son su referencia?

Entre mis favoritos están Joyce, Proust, Salinger, Hemingway o Cortázar, pero sobre todo mujeres como Clarice Lispector y Alejandra Pizarnik. Mis grandes referencias son mujeres, esta es una novela tremendamente femenina en la que, paradójicamente, no aparece ninguna mujer.

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