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el norte
Lunes, 19 de enero 2015, 18:17
Los pobladores de la Sierra de Atapuerca (Burgos) que habitaron entre 7.200 y 3.100 años la Cueva El Mirador de Atapuerca incluyeron en su dieta perro doméstico, el gato montés, el zorro y el tejón. Así se desprende de un estudio publicado en una revista realizado por Patricia Martín, del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES). Aunque en la Europa continental el consumo de estas especies era raro en ese momento, 24 fósiles que apoyan el tratamiento culinario se encontraron en este yacimiento. El hallazgo se publica en la revista Internacional Cuaternario, según informaron fuentes del instituto científico.
El Mirador fue utilizada como una cueva redil de ovejas refugio compuestas principalmente por ovicaprines y ganado. Las bases de la dieta integran estos animales, sin embargo, también se utilizaron otras especies como pequeños carnívoros mencionados, para el consumo. Las modificaciones humanas registradas incluyen marcas de corte, rotura de huesos, signos de la transformación culinaria y marcas de dientes humanos.
En algunas islas del Mediterráneo, como Chipre, el consumo de algunas de estas especies se registra ya en el Neolítico; sin embargo, es una práctica poco común en la Europa continental. «En Mirador, los perros estaban desarticulados, y a carne hervida» explicó Martín. En este espacio se ha observado tanto en el Neolítico como en los niveles de la Edad del Bronce. Asimismo, la posibilidad de que esta práctica se asocie con momentos esporádicos de hambruna y escasez «es una de las posibilidades», explica la autora.
Carne de perro
Sin embargo, según los datos etnográficos, en algunas culturas asiáticas o entre los bereberes, se considera como una rica fuente de proteínas o como una carne 'de delicatessen'. «No se puede excluir que en algunos casos el objetivo era obtener la piel de estos animales», agregó.
El consumo de otras de las especies mencionadas en El Mirador, es más limitado que el de los perros, y se registra principalmente en los niveles neolíticos. Gatos y tejones salvajes fueron hervidos y consumidos. Dada la dificultad de la caza de los carnívoros silvestres y el carácter excepcional de su uso en este sitio, surge la probabilidad de que estos animales fueran capturados accidentalmente y posteriormente consumidos. «Sin embargo, ni es posible rechazar la opción de ser utilizado como una fuente adicional de alimentos en tiempos de escasez», finalizó la autora.
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