Era el mejor de los tiempos era el peor de los tiempos
«Creemos que vivimos en el mejor de los tiempos, la oportunidad que nos brinda la tecnología para progresar y controlar el mundo, pero experimentamos el peor de los tiempos, porque el COVID-19 nos ha mostrado nuestra debilidad»
Maravilloso y profético comienzo de la novela dickensiana, 'Historia de dos Ciudades', que sintetiza en el primer párrafo la paradoja vital que ahora experimentamos ... en «grado superlativo». El párrafo completo continúa así: «…, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz, y de las tinieblas; pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo».
Consejos y recomendaciones
Dickens publica esta novela en 1859, en plena revolución industrial en el Reino Unido, año en el que se construye el Big Ben, año en el que primer tren subterráneo que conecta Paddington y Faddington Road en Londres está a punto de ponerse en marcha y año, curiosamente, en el que Charles Darwin también publica 'El origen de las especies', obra en la que adelanta la teoría evolutiva y el concepto de selección natural y la supervivencia del más fuerte. Pero el contenido de la novela no describe esa época de convulsión a todos los niveles, sino otra anterior, 1789, inicio de la Revolución Francesa, tiempos de agitación social y grandes contradicciones: libertad y muerte, igualdad y violencia, fraternidad y crueldad.
En estos momentos también estamos atravesando una revolución digital que, como las épocas anteriores, está llena de incoherencias que permean nuestro sistema social. En 2020 creemos que vivimos en el mejor de los tiempos, la oportunidad que nos brinda la tecnología para progresar y controlar el mundo, pero experimentamos el peor de los tiempos, porque el COVID-19 nos ha mostrado nuestra debilidad. Somos la edad de la sabiduría, la sociedad del conocimiento, pero también de la locura que nos empuja a vivir en una guerra de sexos. Somos la época de las creencias en la ciencia y la innovación, pero damos crédito a cualquier información que circula por la red en vez de respetar lo que dicen las autoridades competentes en la materia. Y también somos la época de la incredulidad porque no invertimos todo los que debimos en I+D+i. Somos la era de la luz porque llevamos una actividad frenética que consume mucha energía, pero somos la era de las tinieblas porque sin la energía eléctrica no sabemos funcionar.
Estamos ante una gran paradoja superlativa: queríamos tecnología, ya la tenemos, queríamos estar más tiempo con la familia, ahora ya lo estamos, queríamos jugar más con nuestros hijos, ahora podemos, construíamos una sociedad donde todo iba a ser digital, aunque esto nos llevara al aislamiento, ahora ya estamos digitalizados y aislados. No prestábamos mucha atención a nuestros mayores, que ocupaban un espacio muy reducido en una sociedad que avanzaba a velocidad vertiginosa, en estos momentos su espacio está completamente limitado. Ahora que hemos logrado lo que pedíamos, nos damos cuenta de que necesitamos reducir el tiempo que pasamos en familia, suspiramos por pasar menos tiempo al ordenador y dar más paseos por el campo, y sobre todo, necesitamos abrazar a nuestros mayores y deseamos poder estar con ellos más tiempo.
La gran paradoja humana es incapaz de superar sus contradicciones pero puede llevar el bien al grado superlativo. Permaneciendo separados es como saldremos juntos adelante, observando las normas es como podremos vivir en libertad, mitigando nuestro nomadismo compulsivo es como podremos comunicarnos mejor y sobre todo, invirtiendo en I+D+i es como podremos prevenir que un bichito rastrero y ponzoñoso vuelva a desafiar a la humanidad.
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