Martha Orozco: «En las aulas hace falta un sistema de bloqueo de Internet para que el alumno no esté pegado al móvil»
Profesora investigadora de la UBU y coordinadora de la Feria de la Ciencia y la Tecnología de Castilla y León, defiende la universidad pública: «Si no fuese por ella, muchos no nos habríamos podido formar»
He aquí una mujer que vive por y para la enseñanza. Martha Lucía Orozco Gómez, profesora investigadora en la Universidad de Burgos y coordinadora de ... la Feria de la Ciencia y la Tecnología de Castilla y León. Colombiana de nacimiento y burgalesa de vocación y ejercicio, lo suyo con la enseñanza es pura alianza vital, contundente nexo de actividad, causa por la que está en este mundo y motivo por el que decidió un día protagonizar un papel especial en la sociedad a favor de los menos favorecidos. Todo ello, desde el convencimiento, forjado a base de preparación y experiencia, de que la educación es la única manera de formar seres humanos que puedan tener capacidad de optar, desde la libertad de cada uno, a un trabajo con el que tener sustento y desarrollar un proyecto de vida.
–¿Una doctora universitaria en currículo, transversalidad e interculturalidad qué enseña?
–Currículo es todo lo que tiene que ver con los contenidos que aprendimos en la carrera: los programas, cómo se elaboran... Transversalidad trata de cómo hay temas que atraviesan y otros que deberían atravesar todo el currículo.
–¿Por ejemplo?
–La sostenibilidad debería trabajarse de manera transversal sea en la asignatura que sea, desde la que enseña sobre el viaje al espacio como la que lo hace sobre alimentación. Y, obviamente, el énfasis está en al interculturalidad.
«Los chicos nos llevan de calle en lo que a las nuevas tecnologías se refiere»
MARTHA LUCÍA OROZCO
–¿Eso vale para carreras de letras y de ciencias?
–Efectivamente. A cualquier profesor le toca aprender a elaborar sus contenidos, las prácticas que hace del mismo, qué actividades coloca a los alumnos para que refuercen esos contenidos... Todo eso es curriculo. Aunque muchos no son conscientes de ello, algunos los trabajamos y por eso hay gente especialista en revisar los contenidos y los tiempos. Que, por ejemplo, se pueda dar una clase en una hora y no en tres, o en 20 minutos.
–¿De dónde le vino a usted el interés por estas materias?
–Desde niña quise ser maestra. Cuando estaba en el colegio, un padre español, que fundó unas escuelitas en América Latina, buscaba a personas mayores que no supieran leer ni escribir y con jóvenes que estábamos en Bachillerato se les enseñaba.
–Y allí estaba usted en sus primeros años jóvenes, ¿verdad?
–Con 14 años ya intentaba ayudar a personas a aprender a leer y escribir. Me ha gustado desde siempre enseñar y la ciencia.
–¿Y qué tiene que ver la ciencia con la interculturalidad?
–¡Todo! La Biología es diversidad y, precisamente, de la Biología, de Darwin y su teoría de la evolución, de los seres superiores, es cuando se enerva todo el tema del racismo, de la xenofobia. Está totalmente relacionado.
–Universidades de Valladolid, Burgos, del Norte (Colombia), Pontificia Javierana (Colombia), René Moreno (Bolivia) y del Atlántico (Barranquilla, Colombia). Su actividad docente e investigadora es considerable.
–Mi vida está ligada a la universidad pública. ¡Amo la universidad pública! Creo en la universidad pública porque vengo de un contexto muy pobre. Los compañeros con los que estudié en la Universidad del Atlántico y también los que estuvimos en el colegio éramos gente muy pobre, que pasábamos muchísimas dificultades. Hoy en día cuando nos encontramos y ves que la gente ha progresado, que tiene una casita, que tiene otras condiciones de vida, que sus hijos han podido estudiar una carreras... Si no hubiese sido por la Universidad pública, no nos hubiésemos podido formar, no hubiésemos tenido nunca la oportunidad de llegar a ser quienes hoy en día somos. Por eso la importancia de trabajar en la educación en el mundo, la importancia de los proyectos de cooperación que hemos hecho, con la educación hacia los más necesitados.

–¿Por qué y para qué dio usted el salto de Colombia a España?
–En la Universidad Javierana estaba rodeada de los mejores pedagogos que existen en Colombia. Terminé mi maestría y la Universidad creyó mucho en mí, desde el rector a todos los profesores. Y la Universidad me llamó a formar parte de ella. Un día uno de esos grandes pedagogos me llamó para plantearme una plaza en España en un doctorado. Respondí inmediatamente que sí, que me venía a ese doctorado a España; al mes, tenía el permiso y a los dos meses estaba en España.
–Y se encontró con una España que... ¿cómo la definiría?
–Nuestras formas de relacionarnos son muy diferentes. Los españoles lo que más extrañan es ir a un bar a encontrarse con los amigos o tomar un café; nuestra costumbre en Colombia no es así: es encontrarnos hoy en una casa, mañana en la de otra persona, pasado en la mía... Nuestras casas son el sitio en el que compartimos con nuestros amigos. Allí conoces la casa de todo el mundo, aquí es rara la casa de los amigos que conoces. Es un choque fuerte al principio al llegar aquí.
–El idioma siempre ayuda.
–Aunque sea castellano, muchas veces las palabras no significan lo mismo. Un tinto no es gual aquí que allí; el bocadillo es otra cosa; el almuerzo, otra. Lo primero que pedí al llegar aquí fue un tinto porque me moría de frío; pusieron la copa de vino a mi lado y yo seguía esperando mi tinto y mi tinto no llegaba...
–Por que un tinto en Colombia es...
–¡Un café negro!
«Me gustaría soñar con que es posible la paz en Colombia, seguir con esa utopía y pensar que sí es posible; pero falta mucho y es muy complicado»
–Ya con su plaza de profesora en la Universidad de Burgos decidió hacer el viaje educativo de vuelta para implicarse en la paz en Colombia. ¿Por qué, si usted estaba aquí muy a gusto?
–Yo viví, en Colombia, en la época de la Universidad toda esa presión de los diferentes grupos, de guerrilla, de paramilitares, de ultraderecha, del propio Ejército... Todo eso me marcó mucho. Estando en la Universidad del Atlántico gente muy admirada por mí, muy buena de pensamiento, que en su vida habían cogido un arma, cogieron un lápiz, sus ideas, escribieron, hablaron. Cuando yo llegué a España en el año 2000 mataron a un profesor con el que trabajé mucho en la Facultad, donde yo era la secretaria académica y él era el representante de los profesores, además de que había sido mi profesor. Fue como el primer profesor muy cercano que mataron.
–Intuyo que siguieron más...
–Ya en España, cada mes me llegaban mensajes de que habían matado a otros, líderes estudiantiles, compañeros con los que había estudiado... Fue terrible. Yo estaba bien en España, tranquila, y llegó el proceso de paz, pero siguieron matando líderes... Aunque estaban intentando bloquear el proceso de paz, me dolió muchísimo cuando se dijo no al proceso de paz... No me lo creía. A pesar de todo se siguió avanzando. Hubo gente que dio un paso adelante, claro había que apoyarla para que no volvieran a tomar las armas. Había varios frentes: los excombatientes, las víctimas del conflicto... ¿Qué hacíamos?
–¿Tiraron para adelante, pues?
–Claro. ¿Me quedaba aquí sin hacer nada? Tenía compañeras que han estado siempre en temas de cooperación. Convencí a una, Dolores, de que se fuera conmigo y comenzamos ese proceso allí en 2019. Logramos arreglar una escuelita con dinero que aportaron estudiantes de la Universidad de Burgos, en la asignatura de Cooperación al Desarrollo del Grado de Social. Hicimos muchas actividades, recogimos fondos... Lastimosamente vino la pandemia y nos ha tocado quedarnos un poco parados, pero aún así seguimos en contacto, intentando ver cómo continuar apoyando.
–¿Cree que dejará de ser utopía que se logre algún día la paz en Colombia y que usted lo verá?
–Me gustaría pensar que sí, pero es complicado. Colombia es un país muy rico, demasiado rico, y entre esas riquezas tiene algo que ya se está necesitando: es el segundo país del mundo con más riquezas hídricas, que ya está siendo el petróleo del futuro. Hay muchísimos intereses. EE UU siempre ha tenido la doble moral de decir que apoya al gobierno, pero por debajo ha sido uno de los que ha vendido armas a la guerilla. Donde hay riqueza los intereses de los países que tienen poder ahí van. Tendría que haber una conciencia colectiva. Me gustaría soñar, seguir con esa utopía y pensar que sí. Pero falta mucho, es muy complicado y siguen ocurriendo cosas que el mundo no sabe.

–Otra de las facetas que definen su actividad es la de coordinar la Feria de Ciencia y Tecnología de Castilla y León. ¿El futuro es de las ciencias?
–Necesitamos de la ciencia; no es nuestra enemiga, como consideran muchos; es nuestra aliada, si lo sabemos manejar. Es como cuando hablamos de Internet: hay muchísima gente que habla de lo malo que es Internet, de lo malas que son las nuevas tecnologías, del mal que nos hace, pero no es ese recurso en sí, sino nuestro uso, no saberlo manejar, no enseñarle a nuestros hijos y estudiantes cuál es el límite y el provecho que le puede sacar y lo que le puede perjudicar si no lo sabes manejar.
–¿Y se hace?
–Estamos intentando motivar. En las pruebas de Pisa salimos muy mal evaluados en los temas científicos y de divulgación y estamos intentando que por lo menos los niños, desde pequeños, se motiven, que vean las ciencias como un aliado, no como un enemigo. Y tarea muy difícil, meter a las niñas.
–¡¿A las niñas?!
–En los programas que tenemos lo que notamos es que cuando son más pequeñitos están más o menos a la par niños y niñas, pero a medida que van creciendo se van quedando niños y niños, pero pocas niñas que les llame la atención trabajar en ciencias.
–¿Y lo achacan a...?
–Quizás a que siempre hemos motivado más el que sea el hombre el que vaya a ciencias. Desde la Psicología también se explica de otra manera: las mujeres por naturaleza nos orientamos más a las carreras que tienden a la protección, al cuidado, a atender al otro. Desde esa perspectiva se está trabajando, por ejemplo, la Medicina, que ayuda a cuidar al otro; o si trabajas lo que tiene que ver con recursos naturales sostenibles estás protegiendo y cuidando y ayudando...
«Para aumentar la confianza en tí mismo veces lo único que uno necesita es un poco de amor, de ilusión, que alguien te diga 'tú puedes'»
MARTHA LUCÍA OROZCO
–¿Qué es lo que más le llama la atención de la relación que mantienen los jóvenes con las nuevas tecnologías?
–En esto, los chicos nos llevan de calle; nosotros vamos muy por detrás de ellos porque ellos vienen con ello. Es desbordante, totalmente desbordante. Hay niños muy conscientes del uso que pueden dar a las tecnologías, pero porque lo trabajan sus padres también. Hay otros niños a los que les crea problema porque tampoco se maneja correctamente. Hay muchísimas ventajas en el poder acceder a la tecnología.
–¿Pero...? Porque viene un pero en lo que va a añadir, ¿no?
–Necesitamos trabajar el contacto con la naturaleza, con la realidad, lo que es real. Cuando ves a un niño que observa una gallina y comienza a dar gritos y a correr como que la gallina le fuera a comer, te quedas de piedra y piensas, ¿en serio? ¿tienen pavor de una gallina? Les aislamos de todo lo natural, de tener contacto con los animales, de relacionarse con el entorno... Hay una sobreprotección sobre los pequeños que, en cierta medida, no deja establecer unas relaciones con la naturaleza más reales, más espontáneas, libres, naturales, como deben ser, todo más natural.
–¿Les está costando a los profesores luchar contra la certeza que tienen los adolescentes y los jóvenes de que en Internet estaría todo?
–Muchísimo. Una cosa que hemos notado en 2020, y fue una problemática generalizada, es que con el confinamiento trabajos de máster y trabajos de grado eran plagio, plagio, plagio.
–¡¿Y eso?!
–Los alumnos saben que las universidades tenemos un sistema antiplagio: suben el trabajo a la plataforma y automáticamente esta te dice qué porcentaje de plagio tiene y muestra los documentos de los cuales han copiado.
–Y si están informados, ¿por qué lo siguen haciendo?
–Por más que les decimos, como que no entienden la gravedad de eso. Es un problema. ¿Qué plantear frente a esto? Otra manera de hacer las cosas, que tengan que escribir, que en el aula 'No ordenador, no móvil'. Que son un problema los móviles en las aulas. Mientras no haya un sistema que bloquee el Internet en las aulas para que no estén los alumnos pegados al móvil, será muy complicado. Y hacer cosas del tipo, aquí tienes, lee esto y escribe. Porque si no es de esa manera los chicos copian muchísimo. Es un problema serio de verdad.
–Con su tarea de tantos años a un lado y otro del Atlántico, ¿tiene claro qué quiere ser de mayor?
–Me gustaría dedicarme, si llego a mayor, a seguir educando y ayudando a educar a la gente, a poder contribuir en las zonas más pobres, a los más desfavorecidos. A veces lo que uno necesita solo es un poco de amor, de ilusión, que alguien te diga 'tú puedes'.
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