Los ensayos de cáñamo en Castilla y León abren un nuevo futuro al campo
Itacyl estudia diferentes variedades de este cultivo para iniciar la creación de una industria potente
Del cáñamo, como del cerdo, se aprovecha todo. Aunque en Castilla y León, la llegada de este cultivo se centrará únicamente en la obtención del grano para harinas y proteínas vegetales. Y ya está en la región, concretamente en Valladolid, a través del Instituto Tecnológico Agrario (Itacyl), y en las provincias de Palencia y Segovia con la iniciativa de los agricultores José Manuel Miguel y Gustavo Galán, respectivamente.
Pero de momento no deja de ser un proyecto experimental a la par que curioso porque solo se ha dado un pequeño paso en una distancia de miles de kilómetros y años. Experimental porque hasta el momento no se alcanzan las tres hectáreas en Castilla y León y curioso porque la región desde hace escasos meses cuenta con sus primeras plantaciones. Son las primeras piedras de unos ensayos que buscan el futuro del campo en las tierras de los agricultores castellanos y leoneses, sobre todo después de las repetidas olas de calor y el aumento de las temperaturas.
Y en esas nuevas condiciones que regala la meteorología, el cáñamo, para obtener únicamente su grano, se podría adaptar a esas nuevas reglas del juego y quién sabe, si en un futuro, entrar en la rotación de cultivos que ahora mismo ofrece el cereal, el girasol o la colza. Palabras mayores.
Un proyecto, liderado por el Instituto Tecnológico Agrario de Zamadueñas y secundado por agricultores de Palencia y Segovia, que ya ha solventado la primera prueba de fuego (nunca mejor dicho) con la reciente e histórica ola de calor de mediados de junio. Esos 40 grados durante varios días han propiciado que la planta creciera exponencialmente hasta los dos metros, pudiendo alcanzar los cinco con el empuje del verano. «Hay que dejar claro que no es un cultivo árido, necesita agua y por eso en Zamadueñas tiene ahora esa altura. Si se le da agua, va genial con las altas temperaturas», apunta el joven agricultor José Manuel Miguel, uno de los pioneros del proyecto en la localidad palentina de Calzada de los Molinos y que ya ha comercializado dos cosechas de grano de cáñamo por su cuenta a través de su marca Tierra de Cannpos en Salutef.
«Cuando la tonelada del trigo estaba a 180 euros, la del cáñamo rondaba los mil euros», afirma el agricultor José Manuel Miguel
Porque el objetivo del proyecto 'Cultivos herbáceos emergentes (Cultiemer)' se centra únicamente en la obtención del grano, obviando las fibras o los fines farmacéuticos o estéticos que en otros lugares del mundo, como en Francia, se ven en su campo. «En España es un cultivo bastante residual. En la zona del Levante se cultivó mucho para fibras y hay hasta un museo. También encontramos algo para uso medicinal, pero no tiene nada que ver con lo que nosotros hacemos. Nos centramos en el grano y en las propiedades alimenticias que aporta. Es un superalimento y este proyecto busca una industria de transformación que sea capaz de integrar a muchos agricultores de la región para generar productos de alto valor añadido como alimentos proteicos de origen vegetal con cualidades organolépticas asimilables a la carne», continúa Miguel.
Ese eufemismo empieza ya a ser una realidad en Palencia y Segovia, porque el grano ya se ha comercializado bajo el sello de Alimentos de Palencia y Segovia. Dos inicios que se pretenden perfeccionar con la investigación liderada desde el Itacyl, donde se han plantado unas ocho variedades provenientes de Finlandia, Francia, República Checa y Hungría. «En España, la tradición de cultivo de grano de cáñamo no está arraigada. Nos hace falta desarrollo, industria transformadora y cadena de comercialización», señala el agricultor palentino, que mantiene muchas similitudes con Gustavo desde Segovia.
Los dos, de la mano de Itacyl, sembraron las semillas y son ellos mismos los que tienen que vender el grano. «El proyecto busca ser más grande, pero eso no se puede hacer de un día para otro. Haciendo una cadena de valor alrededor de este cultivo, la idea puede hacer que sea representativa dentro de la rotación de los cultivos. Esta puede ser una alternativa interesante, no solo para los regadíos, sino también para el secano. De hecho, yo lo tengo ahí, porque en un secano fresco, variedades de ciclo muy corto, se pueden dar muy bien y tener unos rendimientos aceptables. Cuando la tonelada del trigo estaba a 180 euros, la del cáñamo rondaba los mil euros», desgrana Miguel, que defiende también las propiedades del grano destinado para la alimentación humana. «Es muy nutritivo, tiene porcentajes de proteínas muy altos, casi tan altos como los de la soja, además posee un porcentaje de grasa más saludable que el girasol, así como los ácidos omega 3 y 6 en cantidades grandes. Los granos crudos o tostados están buenos y si les pelas están verdaderamente sabrosos», añade.
Esas cualidades han despertado el interés de los consumidores, que cada vez, con más asiduidad, se agarran más a los denominados superalimentos. Una atención que han captado los agricultores, que ahora buscan, con proyectos como el del Itacyl, dar ese servicio a la ciudadanía. «Ya que existe una demanda, lo bueno es que luego existieran esos contratos y que los agricultores puedan vender toda la cosecha. Rentable lo es y agronómicamente es viable. Otra cosa es cómo entre en la cadena de distribución. Hay que pelarlo, molerlo... es un proceso complicado. Se requiere una industria que haga todos esos pasos. Nosotros, desde el Itacyl, damos respuesta al agricultor, pero se le informa de lo que pueden hacer con su cosecha», explica la investigadora del Itacyl, Nieves Aparicio.
Una situación que conocen ya los jóvenes agricultores emprendedores. «La clave para que este proyecto crezca es generar una industria potente de transformación que pueda procesar, almacenar y transformar los granos de cáñamo para obtener materias primas para otras industrias agroalimentarias como las galleteras o incluso tener una línea de alimento ya terminado como el de Gustavo Galán en Segovia (galletas con cáñamo)», incide José Manuel Miguel, ganador del premio Generando valor rural 2020 de la Diputación de Palencia y la UVA por sus estudios sobre el cáñamo.
Plantas de cinco metros
Beneficios que aporta un nuevo cultivo en la región con las premisas de alimentación sostenible, respetuoso con el medio ambiente y menos contaminante. Eso se conoce ya y ahora se investiga qué variedad es la mejor para el clima de la región. «Por ejemplo, las plantas actuales de Zamadueñas al final del verano superarán los cinco metros y esas serán más difíciles de cosechar. No solo hay que pensar en cómo producir, hay que saber recogerlo con la maquinaria que disponemos. Si logramos una planta de cinco metros, con una gran producción, pero que luego no podemos cosechar, nos daría igual», concluye el agricultor palentino.
«En todo ensayo hay error. Y lo bueno es que siempre se sacan conclusiones», remarca Nieves Aparicio desde Itacyl y con la mente ya en futuras pruebas.
Por cierto, esta semana de temperaturas más frescas no le ha favorecido tanto. «Mientras no haya heladas...», finalizan.
«La gente ve que estas plantas no se pueden fumar»
Entre los trámites de José Manuel Miguel para plantar cáñamo le tocó trasladarse de Calzada de los Molinos hasta Carrión para notificarlo a la Guardia Civil de lo que en sus terrenos iba a sembrar. «Se explica dónde está y su finalidad para que no lleguen y piensen que es marihuana y requisen todo», detalla. Botánicamente es la misma planta, pero con el contenido de THC muy por debajo de lo permitido en España. «Si el límite legal es de 0,2, aquí hay variedades que se sitúan en el 0,02. Ni se acerca. Aun así, seguro que alguien arranca alguna rama, pero no he tenido problemas desde que lo planté. Se ve que no se puede fumar. Lo tocas y te huele la mano, pero no hay sustancias psicotrópicas», concluye el agricultor.