Dos trabajadores de Nissan afrontan el futuro con expectación
Pablo y Jesús llevan años trabajando en Nissan Ávila y han vivido los cambios que ha sufrido la fábrica. Ahora, miran con expectación al futuro de la multinacional
«Nunca me hice a la idea de vivir una temporada en China (…)», comienza el relato de Pablo Zarzuelo, un abulense de 55 años que ... desde hace treinta trabaja en la fábrica de Nissan, en Ávila, y que a la entrevista con este medio acude con un papel que nos cede, sobre sus vivencias en el país oriental.
Y es que si algo ha tenido para él trabajar estas tres décadas en la multinacional con sede en Ávila ha sido la oportunidad de viajar y lo que ello aporta, «unas experiencias increíbles».
Pablo entró en la fábrica en el año 88, «viniendo de ser camarero, con la E.G. B. hecha y un curso que impartieron en el paro para entrar en la fábrica. Recuerdo que me acompañaron al puesto, me enseñaron lo que debía hacer y eso es lo que hice durante una temporada». Pero después fueron viniendo otras tareas que desempeñar y la oportunidad de viajar a otros lugares. «Salió un viaje a Holanda al que me apunté, luego salí de la chapa, donde estaba, y estuve en el comité, en almacenes, en Angola cuando el país estaba en guerra y mi hija tenía poco más de un año…». Barcelona, Madrid y China también han sido otros destinos a los que Pablo decidió apuntarse. Todos ellos, «viajes que me han aportado muchísimas experiencias personales», asegura, al igual que el trabajo.
Una jornada de 7 de la mañana a 3 de la tarde que siempre ha afrontado «con alegría. Cuando más he trabajado ha sido de camarero», asegura, haciendo referencia a lo a gusto que ha desempeñado su trabajo en la fábrica durante todos estos treinta años.
Algo en lo que coincide Jesús Hernández. Con cuarenta y cinco años y veintisiete dedicado al mundo de la metalurgia, Jesús señala que en la fábrica «es donde mejor he estado, con buen trato con los compañeros» y con unas buenas condiciones laborales en el día a día, independientemente de los problemas que pueda haber entre trabajadores y compañía.
Pero en su caso tan solo lleva un año dentro de la empresa, cuando por casualidad «hice un curso estando de baja, y entré cuando me despidieron de otro empleo». En todo momento «yo sabía que esto era caduco», y que finalizaría con el último camión producido y el cambio de la fábrica a una de recambios. Hernández sabe que su futuro a partir de septiembre está en otro lado. «Me hubiera encantado quedarme, por supuesto, ser indefinido o incluso entrar en otra época», cuando había más oportunidades laborales y la fábrica llegó a contar con más del doble de los 450 empelados directos que tiene ahora.
Pablo, sin embargo, volverá en septiembre, «cuando me llamen yo iré, no sé lo que tengo que hacer, pero iré», asegura.
En cualquier caso, tanto Jesús como Pablo no son muy optimistas en cuanto al futuro en general de la fábrica. Como abulenses han percibido que en la última década todo «ha ido a menos y va a ir a menos aún. Un vehículo mueve mucho, y ahora la automoción» está en declive. «Los vehículos de motor diesel o gasolina decaen a favor de otros motores que son híbridos, eléctricos», que requieren también de menos piezas y montaje, opina Jesús.
Además, aún no está levantada la «nave de estampación, donde se haría todo el proceso de fabricación de recambios», actividad a la que cambiará en septiembre la empresa en Ávila. «Es fundamental, más que la nave de almacenaje y logística, en el polígono de Vicolozano, que se haga esta nave en el polígono de Las Hervencias, ya que si no hay recambios que fabricar, no hay recambios que almacenar y distribuir».
Tampoco el cambio de fabricar un vehículo a fabricar piezas les supone la misma satisfacción. Pablo, que ha visto pasar por las instalaciones varios modelos creados a lo largo de los años, asegura que «hay algo tuyo ahí dentro. Sientes algo cuando vas a cualquier parte del mundo y ves los vehículos y piensas que se han hecho aquí».
Por esta razón, el último día en la fabricación del último vehículo NT400 Cabstar no es un día de alegría, «sino de tristeza», confiesan. También han visto cómo muchos de los que han sido sus compañeros en los últimos tiempos se marchan por finalización de contrato. A algunos les han dicho que probablemente les llamarán en un futuro, cuando todo se asiente, en el 2024, pero Jesús no tiene esperanzas de que eso ocurra «si no eres un joven».
Lo que sí tienen claro ambos es que sería una desgracia que la fábrica cerrara. «¿Dónde irían seiscientas personas si cierra?», hacen referencia a los empleados directos e indirectos. «Una persona con una edad avanzada, que toda la vida ha trabajado en una cadena, que es joven para jubilarse y viejo para trabajar, que ya está asentada aquí, que puede tener familia, ¿qué haría en Ávila, con la situación que hay ahora mismo en la capital? ¿Sin empleo, sin buenas comunicaciones, escasas y caras?».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión