Salud digital, toda una oportunidad
La asistencia y la Salud Pública caminan hacia una verdadera transformación digital no solo en tecnología y comunicación sino en el papel del propio paciente, en la explotación para la investigación de los Big Data o en las alertas sanitarias que llegan al móvil
Un universo infinito. El complejo mundo de la Sanidad es el de la asistencia; pero también el de la Salud Pública o la investigación. La digitalización ya ha cambiado el mundo. También la Medicina; pero no ha hecho más que empezar. Allá en la década de los 50, las Tecnologías de la Información en los sistemas de salud se automatizaron para resolver tareas muy repetitivas y protocolarias. La contabilidad, las nóminas, los organigramas, turnos laborales, guardias y descansos, la organización de un centro de salud... o el procesamiento de datos estadísticos fueron los primeros en entrar en el mundo digital. Después, aún tardaría unos cuantos años más para su implantación y para lograr una extensión tan amplia que, cuando no hay presencia digital en la gestión de datos, petición de citas o en el acceso a pruebas sorprende al usuario y arranca críticas hacia lo que se interpreta como totalmente obsoleto.
El potencial de la tecnología digital es gigante en un sistema sanitario con más de 35.000 trabajadores solo en Castilla y León, de 27 millones de consultas y Urgencias en Atención Primaria, más de millón y medio de estancias hospitalarias y de 221.000 altas anuales o de tres millones de comidas y cenas servidas al año. Un ingente movimiento al que acompañarán, ya lo hacen, las nuevas tecnologías. La receta electrónica, la historia médica digital, la petición de cita para el médico o la vacuna, el acceso a la carpeta del paciente y un larguísimo etcétera son, desde hace tiempo, una realidad. No hay receta en papel, ya no la incomprensible letra del médico describiendo la biología y achaques de sus pacientes, acompañándolos en su vida. Ahora es un sistema informático, Medora, que inundó titulares y protestas por su mal funcionamiento, que ya parece paliado, todavía arrastra problemas de conexión con el propio de los hospitales, el Jimena. Aún sigue la absurda incomunicación informática entre sistemas autonómicos pero todo se andará. En los comienzos de la digitalización en el sector de la salud, todo se centró especialmente en los procesos y se olvidó del paciente; pero ya hace tiempo que el gran potencial que tiene la salud digital para impulsar la prevención, la información, implicar al paciente y potenciar los cuidados de la propia salud están en plena explotación.
La receta electrónica ya opera en todo el territorio autonómico
La telemedicina hace muchos años que arrancó pero de forma tímida y anecdótica, ahora se trabaja en su plena expansión y en aprovechar su potencial. La pandemia obligó a apostar más en serio y a generalizar el uso de las videoconferencias y teleasistencia para resolver sin presencia del paciente mucha patología y seguimiento. Aunque también ha hecho evidente que las consultas, ni de Medicina ni de Enfermería, pueden dejar de ser presenciales. Al paciente hay que verlo, escucharlo, sentirlo, explorarlo y, por supuesto, hacerle análisis y pruebas. Y ni qué decir de las curas o lesiones. Pero son un buen complemento, una oportunidad para paliar la enorme carencia de profesionales sanitarios que asolan al sistema sanitario español en general y al de la comunidad en particular porque, según los datos de elección de plazas que cada año arroja el Mir, no parece un destino muy atractivo para los recién especializados. Por ello, el desarrollo de la asistencia a distancia, como complemento o capacidad de extensión es un clato apoyo. Véase el teleictus que acerca a zonas sin unidades especializadas la evaluación de un neurólogo que ayude a tomar decisiones, o del anillo radiológico o de la radioterapia cuya lectura se realiza a kilómetros del lugar, o la teledermatología, las interconsultas entre profesionales o las alertas atmosféricas, de contaminación y polen para que los alérgicos y asmáticos puedan protegerse de un entorno hostil o detectar cuando se desequilibra su cuerpo con tan solo mirar su móvil. Parece casi infinito el papel que podría desarrollarse en salud digital. En acceso a pruebas, en interconsultas con especialistas, en prevención, en formación para el profesional pero también para el propio paciente... Todo el ecosistema del sector salud –desde los proveedores de fármacos, material o aparataje hasta las aseguradoras, los profesionales o los pacientes– está inmerso en la transformación digital. Y «la velocidad creciente con la que están sucediendo los cambios por el amplio impulso que supone el desarrollo del Internet of Things (Internet de las cosas) que describe la red de objetos físicos que llevan incorporados sensores, software y otras tecnologías con el fin de conectarse e intercambiar datos con otros dispositivos y sistemas a través de Internet y de los wearables –dispositivos ponibles, vestibles–. El número de aplicaciones de salud se ha disparado al igual que la inversión en biosensores. Su uso, unido a la aparición de aplicaciones móviles o servicios como la telemedicina, la monitorización digital de los pacientes o la medicina personalizada, entre otros, está posibilitando disponer información en tiempo real tanto de la salud como de la calidad de vida, establecer un nuevo modelo de relación médico y paciente y prevenir enfermedades. Está transformando la atención médica y, consecuentemente, propiciando la aparición de nuevas empresas con modelos de negocio». Así lo revela un informe al respecto de la consultora Deloitte Digital. Añade además que «el uso de Analytics y Big Data comienzan a facilitar el procesamiento y análisis de enormes cantidades de información generada por los pacientes». Algo que Sacyl ya está desarrollando en algunos complejos asistenciales como el Río Hortega de Valladolid. El conocimiento que permite extraer los millones de datos que circulan en un hospital es extrordinario. Para conocer reacciones a terapias, perfiles, epidemiología o simplemente para investigación. Su uso en los próximos años transformará la forma de diagnosticar, permitirá la personalización de tratamientos, ayudará a identificar factores de riesgo, terapias preventivos y posibles efectos secundarios de medicamentos y tratamientos, y mejorará los resultados y la productividad del sector salud.
Servicios Sociales
Especialmente interesantes resultan como experiencia digital la aplicación de la telemedicina o el seguimiento de los más mayores en sus casas y en las residencias de ancianos. Cruz Roja ha desarrollado un amplio abanico de sensores y dispositivos para acompañar a la persona mayor que vive sola sin interrumpir su derecho a seguir en su hogar. Captan movimiento, o una caída porque deja de haberlo, o el mismo usuario puede disparar la alerta con el colgador del cuello.Y para un seguimiento médico remoto, las estaciones de Telemedicina Avanzada que permiten un control de las constantes vitales con la frecuencia que se precise y que ya se han implantado como experiencia piloto en el centro que la Junta tiene en Parquesol (Valladolid) y que se extenderá con un total de 62 estaciones de telemedicina avanzada a sus 16 residencias en Castilla y León, en las que actualmente atiende a 2.038 mayores, en toda la comunidad.
Hay que romper la brecha digital para el acceso de los mayores
Este aparataje almacena datos, compara evolución en el tiempo con gráficos, alerta de la necesidad de controles especiales como el de la glucosa si el paciente es diabético, valora su frecuencia cardiaca, respiratoria, posible hipertensión... Son unos equipos dotados para monitorizar parámetros mediante un electrocardiógrafo clínico digital, un termómetro clínico con lectura de temperatura instantánea, posibilidad de fotografíar el iris de un ojo o una mancha en la piel con alta resolución, pulsioxímetro integrado con media de saturación de oxígeno en sangre y un tensiómetro. Una útil herramienta, al que el personal sanitario puede acceder desde cualquier punto para el seguimiento remoto del paciente, para centros como las residencias de ancianos o en zonas rurales con difícil acceso al centro de salud.
Además, los hábitos de los pacientes están cambiando. La facilidad de acceder a Internet y a sus numerosas fuentes de información junto a la creciente participación e implicación en el cuidado de la propia salud convierte al usuario en una persona más informada sobre sus padecimientos, más responsable y con mayor interés en aportar en su recuperación, deja de ser sujeto pasivo que recibe terapia para serlo activo.
Todo este panorama apunta un futuro en el que el hogar será el primer espacio, y de forma mucho más habitual que ahora, para el cuidado y seguimiento rutinario de la salud. Hace ya tiempo que se tiende a reservar los hospitales para el tratamiento muy especializado, traumatología, enfermedades complejas o situaciones que requieren una continua intervención médica y urgencias. Hace tiempo que, incluso, sin ser telemedicina, se intenta que los casos que son solo rehabilitación o recuperación se atiendan en camas de convalecencia fuera de estos grandes complejos. Además el futuro potenciará que muchos de los encuentros entre el médico y el paciente se realicen de forma virtual –ya es algo muy extendido por ejemplo para dar resultados o pequeños cambios de medicación conforme últimas pruebas– y cada individuo conocerá mejor su perfil genético, sus riesgos y puntos débiles y donde debe incidir para cuidarse o detectar de forma prematura cualquier dolencia. Eso sí, para el desarrollo de las consultas virtuales, telemonitorización o seguimiento de crónicos, será neceasrio romper la brecha digital y simplificar el uso de estos sistemas para que los más mayores puedan entenderlos y manejarse bien con ellos.
Un informe de @aslan, una asociación sin ánimo de lucro formada por más de 140 empresas tecnológicas, identifica la experiencia de usuario, la gestión del dato, la interoperabilidad y la asistencia remota como grandes retos del sector sanitario. Su conclusión es que la capacidad para absorber los fondos europeos será un factor decisivo para avanzar en su digitalización y superar estos desafíos. Apunta también a que la descentralización de competencias en materia de sanidad genera problemas para la utilización integrada de los datos de salud. «La tecnología facilita modelos más predictivos que repercutirán en la calidad asistencial. A esto, por su naturaleza y contenido, hay que añadir la dificultad que supone implementar las medidas necesarias que hay que tomar respecto a la confidencialidad, la protección y la seguridad de los datos».
En cuanto a las tecnologías disruptivas, el informe menciona el uso del Big Data para ayuda al diagnóstico, análisis de historias clínicas o personalización de tratamientos, especialmente para crónicos y la reducción de tiempos entre pruebas y diagnóstico,o la Realidad Virtual y Aumentada para formación de profesionales, por ejemplo, en UCI o en intervenciones quirúrgicas.
También destaca que hay que hacer una mención especial a la ciberseguridad. Según datos del Centro Criptológico Nacional (CCN), el número total de incidentes detectados en el sistema público de salud español en 2021 y los primeros meses de 2022 asciende a 3.393. «Esto es debido al gran volumen de información personal, clínica, financiera y de investigación que maneja el sector y por el uso de tecnología legacy con redes poco o mal gestionadas», precisa.
Plan para la Anatomía Patológica
Las nuevas tecnologías y el mundo digital crecen cada año y reclaman inversiones. La Consejería de Sanidad, según anunció el consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, en la comparecencia de presupuestos para 2023, «el proyecto de anatomía patológica digital, para el trabajo colaborativo de los profesionales mediante la creación de un anillo que soporte la imagen e informes diagnósticos, estando prevista en 2023 la licitación inicial del contrato por un valor de cuatro millones de euros». Además, el responsable sanitario indicó que «pondremos en marcha del proyecto de Sistema Integral de Laboratorio a nivel de toda la Gerencia Regional de Salud con una inversión prevista durante el año próximo de 1.300.000 euros.
Asimismo Sacyl anuncia que avanzará en la historia clínica, el desarrollo de herramientas adicionales para los profesionales, evolucionando hacia un nuevo sistema de historia clínica electrónica integrada con una inversión prevista de dos millones de euros y en el desarrollo de un nuevo sistema de control de indicadores dosimétricos y radiaciones ionizantes para la protección radiológica de las personas ante las exposiciones médicas con una inversión presupuestada en 500.000 euros.
Del total de la inversión prevista, más de 61 millones de euros irán destinados a inversiones en equipamiento, tanto a la renovación y actualización del ya existente como a la adquisición de nuevas tecnologías.
Asimismo, incide en que son importantes las infraestructuras de supercomputación para la investigación sanitaria, el desarrollo de algoritmos o modelos matemáticos con los que extraer el máximo conocimiento y aplicarlo a la resolución de problemas. Otras tecnologías fundamentales en la digitalización son el almacenamiento, el procesamiento y análisis de los datos, y las comunicaciones.
La Estrategia de Salud Digital del Ministerio de Sanidad destaca que, como consecuencia de la crisis sanitaria ocasionada por la covid, «se ha hecho
más patente, si cabe, la necesidad de disponer de información compartida en tiempo real en el Sistema Nacional de Salud, tanto para la vigilancia y control epidemiológico como para la respuesta de cuidados y asistencial a la población. Los retos requieren aumentar y mejorar la capacidad de actuación de las personas sobre su propia salud y reforzarlos mecanismos de protección de la salud poblacional y transformar los procesos de promoción de la salud, de prevención de la enfermedad y la discapacidad, así como asistenciales a partir de una lógica de integración de actuaciones en torno al paciente».
La alerta para asmáticos es una realidad
Una aplicación de móvil, bautizada como Asmalert, permite avisar con 24 horas a las personas con asma grave, de difícil control, del nivel de agresividad de su entorno, del aire que van a respirar al día siguiente. Según el nivel de alerta, tienen un protocolo de intervención que va desde el solo autocuidado con la prescrita medicación hasta el traslado a urgencias.
La base de datos del Río Hortega acumula, desde hace más de tres decenios, registros de más de 23.000 pacientes, con sus reactivaciones, estación del año en la que se produjeron, fármacos más eficaces y causas de recaídas –cientos de miles de análisis y datos–, una experiencia con Big Data que, permitió este nuevo paso, el de alertar de forma anticipada a un enfermo de que, probablemente, va a sufrir en las próximas horas una crisis asmática y que pueda así adoptar las pertinentes medidas. Es 'made in Valladolid', una experiencia pionera del Río Hortega con la empresa de la ciudad Biodata Devices, especializada en telemonitorización que permitirá alertar.
Los alérgicos al polen ya contaban con el acceso a datos de concentración de polen. La red RACYL de la Dirección General de Salud Pública de Castilla y León recoge tales referencias desde hace diez años y los remite por SMS a los afectados. Después se completó con los de la presencia de esporas en el aire y con datos de contaminación.