La educación como clave
Cambiar el modelo social hacia el emprendimiento solo es posible desde la base, según los expertos
A. G. Encinas
Martes, 18 de marzo 2014, 13:53
Nunca una mesa redonda compuso un círculo tan redondo. No físico, porque los ponentes se sentaron en semicírculo en la sala Fray Pío de la Consejería de Educación, sino en este caso económico. El ciclo del emprendedor. Desde su nacimiento, e incluso antes, hasta que la empresa empieza a andar, lo que equivale a decir a facturar y a contratar empleados.
Porque de eso se trata, al fin y al cabo. «Lo que necesitamos en Castilla y León es crecer en actividad económica», explicaba el consejero Tomás Villanueva. Pero para llegar a esa cuadratura del círculo su Consejería, la de Economía, tiene que empezar por apoyarse en la de Educación, que era la anfitriona de este foro organizado por El Norte de Castilla bajo el epígrafe Aprende a emprender.
El porqué de esta fiebre política por apoyar el emprendimiento palabreja que alguien del público pidió suplir por una alternativa más agraciada lo dio precisamente un emprendedor salido de la universidad, Santiago González. «El empleo no llega solo, lo crean las empresas, y si no se crean empresas, no llega». Un silogismo tan sencillo como una línea recta. Porque emprender no es otra cosa que crear una empresa, sea del tamaño que sea. Al lado de Santiago González, que trabaja con proyectos relacionados con la realidad aumentada, un campo de presente-futuro con un potencial espectacular, se sentaba otro emprendedor, Francisco Javier García, brotado de la Formación Profesional. «Junto a otros compañeros que tenían esas ganas de ser emprendedores decidimos llevar un proyecto adelante, estudiamos su viabilidad, nos pareció correcta y pusimos en marcha la empresa». Eso fue en el año 2005.
Puede parecer que el emprendimiento empieza ahí. (Recomienda Fundéu llamar así al ímpetu por iniciar algo, y no emprendedurismo ni emprendurismo, derivaciones del vocablo inglés entrepreneurship). Un alumno universitario o de FP acaba su carrera académica y se lanza a montar su empresa. En realidad no. O no debería. Las ganas de emprender, la visión empresarial del mundo, comienzan por la base, por la etapa de Primaria. Sí, sí, de los 5 a los 12 años. «Se puede educar en el liderazgo, la autonomía, el trabajo en equipo», explicaba Enrique de Torres, director general de Formación Profesional de la Junta. Y después, en Secundaria, ya se tendrá una basa para crear proyectos. Y más en FP, donde «es obligatorio presentar un proyecto viable». En realidad lo que está en juego es un cambio de mentalidad de toda una sociedad, la española, que tradicionalmente apostó por el trabajo por cuenta ajena. «La cultura emprendedora es escasa aún en España», admitió De la Torre. «Hay una mayor aversión al riesgo, tomamos tres veces menos riesgos que los estadounidenses. Se prefiere el empleo al autoempleo, y a veces incluso desde la familia no se ayuda a desarrollar la inclinación emprendedora». ¿La solución?La única posible. «En este contexto la educación se tiene que impregnar de cultura y formación».
Los currículos de Primaria y Secundaria empiezan a llenarse de conceptos que buscan lograr esta transformación social en un momento crítico. Por un momento, podría incluso soñarse con que la sociedad española alcanzara esa vocación autoempleadora. Entonces llegaría el siguiente paso en ese camino circular que se inició con la educación y que debe desembocar en experiencias como las de SantiagoGonzález y Francisco Javier García. «Emprender por emprender no tiene sentido si uno no tiene una buena idea y una forma de desarrollarla», explicaba el vicerrector de Investigación de la Universidad de Salamanca, Juan Manuel Corchado. Pertrechado con un powerpoint y unas ideas muy claras, Corchado explicó que un proyecto empresarial debe tener siempre, y da igual el tamaño del proyecto, un plan de negocio.
Quizá a los chavales de Formación Profesional que acudieron al foro eso del plan de negocio les quede aún muy lejos. Ellos están aún en la fase de tener una idea. Corchado les resumió en qué consiste. Tener una perspectiva clara del negocio, ver la oportunidad de ponerlo en marcha en un determinado entorno, contar un equipo adecuado.
Ahí entra en escena el siguiente sector que puede llevar a completar el ciclo del emprendedor. Buscar el asesoramiento adecuado. «Hay muchas herramientas», explicaba SantiagoGonzález.Las que aportan las instituciones, por ejemplo, en forma de financiación. Pero también hay otras que aprovechan la experiencia previa de otros que ya dieron el paso. Javier Martín, coordinador de la plataforma Sumar Sumar, condensaba la razón de ser de esta peculiar asociación dedicada al coworking (otro palabro inglés que quizá se traduciría por trabajo colaborativo). «El objetivo es conseguir que no haya una sola idea viable que se quede sin realizar por falta de ayudas». Muchos colegios profesionales se han adherido a esta plataforma que hace escasos días presentó en sociedad la primera empresa beneficiada de esa colaboración con expertos de otros ámbitos, Sotecable. La idea, un sistema antirrobo de cable para farolas, derivó en empresa. Y puede haber más. «Hemos sacado al mercado el primer proyecto, estamos en fase de materializar otros dos y tenemos catorce en estudio».Un éxito que, sin embargo, cuenta con un punto negro. «Casi todos los proyectos que estamos apoyando son de gente con cierta experiencia, y tenemos mayores dificultades con el grupo social al que pensábamos dirigir nuestro esfuerzo, universitarios que hayan terminado la carrera en los últimos cinco años».
Los universitarios no llegan. Sí lo hacen en mayor medida los que salen de Formación Profesional, quizá por el carácter de este tipo de enseñanza, mucho más apegada al terreno laboral desde el principio. No faltan, parece, estudiantes con ideas. Lo que falta es la guía que les permita depurar ese chispazo inicial para convertirlo, con trabajo y asesoramiento, en una empresa.
De nuevo la educación.
El círculo se ha completado y vuelve a empezar.
«Necesitamos que los emprendedores pisen los centros educativos. El modelo educativo debe saber combinar el profesorado con los emprendedores», explica Enrique de la Torre.
El educador es el primer paso, clave, para el cambio de mentalidad social. Él será quien aliente en sus alumnos la pasión y la osadía que hacen falta para atreverse a coger esa idea aún inmadura y querer convertirla en empresa. Después llegarán la Universidad o la FP y deberán darle una visión más cercana al mundo empresarial, quién sabe si a través de sus primeras prácticas. Las instituciones deben poner las herramientas para financiar. Y las asociaciones, el asesoramiento preciso. Y, voilà, el círculo perfecto.