La trayectoria de las puñaladas y la sangre incriminan al detenido por el crimen de Casavegas

Juan Carlos P. V. negó tanto ante la Guardia Civil como en el juzgado que hubiera matado a María Cruz Gutiérrez. Admitió una discusión, hasta un forcejeo «con un hierro o un destornillador» que tenían en la guantera, pero nada más. Aseguró «categóricamente» que no fue él el que la apuñaló. Dice que dejó a su novia en medio de una pista forestal de Casavegas y que él se fue porque estaban enfadados. Que al rato se arrepintió, volvió a buscarla y ya no la encontró. Pero su relato lo rebate el examen del cadáver por parte de la médico forense, que concluye que «por la zona que ocupaba en el vehículo ella iba en el asiendo del conductor y la trayectoria de las puñaladas apreciadas en la fallecida, se corresponden totalmente con que hubieran sido causadas por él».

Así consta en el auto del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Cervera de Pisuerga que decretó el ingreso en prisión de Juan Carlos P. V., el vecino de Caloca (Pesaguero) acusado de matar a su compañera sentimental, María Cruz Gutiérrez, vecina de Barrio (Vega de Liébana), en la noche del 18 de septiembre. Para la jueza, «hay más que indicios para estimar que Juan Carlos es presunto autor-responsable de los hechos que se le imputan». Alude a otras pruebas en su contra, como que el coche fuera encontrado «lleno de sangre» en Santander, lo que «corrobora aún más el relato de los hechos dado». Estos datos, junto la coincidencia horaria entre el momento en el que él dijo que estuvieron en esa pista forestal y la hora en la que se sitúa la muerte, completan la lista de motivos por los que Juan Carlos está en la cárcel, junto a la «alarma social», «sus antecedentes penales», los dos días a la fuga y «la posibilidad e que pueda cometer nuevos hechos delictivos». El próximo jueves, día 10, el Juzgado de San Vicente de la Barquera decidirá si mantiene estas medidas cautelares después de tomarle declaración.

Según el auto de Cervera, al que ha tenido acceso este periódico, Juan Carlos sí que reconoció que el día 18 había quedado con María Cruz. Que primero estuvieron tomando algo en La Viñona (Pesaguero), que él dejó allí su coche y ambos se fueron a cenar a Polaciones en el todoterreno de ella. Después, se fueron a esa pista forestal de Casavegas con intención de ver la berrea en esta zona limítrofe entre Cantabria y Palencia. Conducía ella y comenzaron a discutir «supuestamente porque María Cruz le reconoció que había mantenido una relación sentimental con otra persona», indica el auto, que abunda en las características de las heridas que presentaba el cadáver en el lado derecho en la cara, la clavícula y la mama. También tiene otras heridas en la mano derecha y en el mismo brazo, que pudo sufrir «al girarse supuestamente para intentar repeler el ataque y quitarle el cuchillo», además de dos más a cada lado del cuello y otras dos en la zona del sacro «quizás cuando se giró intentando salir del vehículo». Por último, el auto también observa que la Guardia Civil en la inspección ocular apreció erosiones en la espalda «compatibles con las huellas de arrastre».

«Poco creíble»

Además, la jueza cree que parte del relato ofrecido por Juan Carlos es «poco creíble», como que él salió del coche y ella aprovechó para empujarle y tirarlo al suelo, pero «no tiene más que dos pequeñas erosiones en el brazo». O que dijera que María Cruz tenía sangre en la nariz porque se había golpeado con el retrovisor y que la había dejado allí y abandonó el lugar pero que regresó después «porque se arrepintió, sin que la encontrara». Él contó que primero se marchó a Cervera de Pisuerga y después a Santander, donde fue detenido el 20 de septiembre, encontrando la Guardia Civil su coche aparcado en el barrio Pesquero «lleno de sangre».