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Xxx ANIVERSARIO DEL ESTATUTO DE AUTONOMÍA DE CASTILLA Y LEÓN

El Estatuto también ayuda a reconciliar 30 años después

El expresidente de la Junta, Demetrio Madrid, y el entonces alcalde de León y actual senador Juan Morano, se reencuentran en el debate de El Norte sobre las tres décadas de autonomía

SONIA ANDRINO

Miércoles, 20 de febrero 2013, 21:27

No es que la política haga a las personas, sino al revés. Las personas hacen a la política. Y lo de ayer, 30 años después, fue humanizarla.

Emocionante. Expectante. Impactante. Respetado y, finalmente aplaudido. El apretón de manos entre el primer presidente de la Junta de Castilla y León hace treinta años, Demetrio Madrid, y el que entonces era alcalde de León, Juan Morano, -aquel que tantas pancartas y protestas organizó cada vez que la primera autoridad de la comunidad acudía a visitar la capital del reino y con el que nunca cruzó una palabra-, hizo contener la respiración de quienes acudieron al quinto debate de El Norte sobre el XXX Aniversario del Estatuto de Autonomía, celebrado en Ponferrada y moderado por el jefe de Información del periódico, Eloy de la Pisa.

«Hoy quiero abrazarte Demetrio -dijo Morano-. Si alguna vez estuve descortés contigo, te pido perdón». Se extendió hacia él sin perder la referencia de la silla en la que estaba sentado y sorteando al moderador, Morano y Madrid, apretaron sus manos. En el auditorio, el más plúmbeo silencio, roto, solo unos segundos después, por un emocionante aplauso. Sentido. Comprendido, y quién sabe si añorado. Así se humaniza la política, aunque hayan tenido que pasar 30 años.

El encuentro se vivió en el coqueto Museo de la Radio de Ponferrada, un escenario -el de la radio- en el que curiosamente, y desde la distancia, habían compartido el expresidente de la Junta y el actual senador hace una pila de años. «Andábamos como andábamos», contó Madrid mientras recordaba que una «encerrona» de Luis del Olmo les había hecho mantener una conversación. Fue en Barcelona, pero no se llegaron a ver.

Sí que lo han estado haciendo durante años en el Congreso de los Diputados, mientras uno ocupaba un escaño por Zamora y el otro por León. Pero en ninguno de sus innumerables cruces de pasillos llegaron a saludarse. Son dos rebeldes de la política, incomprendidos en alguna ocasión por sus propios compañeros de partido y a los que el trigésimo cumpleaños de su Estatuto de Autonomía les regalaba anoche una segunda oportunidad.

Entendimiento y respeto

El Norte les ofreció la posibilidad de debatir con motivo de esta efeméride. «El debate del morbo», lo llegaron a bautizar algunos, pero al final, nada de eso ocurrió. El entendimiento, la confianza y sobre todo el respeto escribieron la conversación que durante algo más de una hora mantuvieron de 'tú a tú', olvidando en ocasiones que hubiera en la sala alguien más. Se miraron continuamente. Se tutearon. Se llamaron por su nombre de pila y se dedicaron expresamente cada una de sus intervenciones. Hubo incluso concesiones que no fueron gratuitas.

«Escuché a los ciudadanos en los caminos para atender sus quejas e ilusiones de lo que sería después el reino de León, el reino de Castilla. Y así nacieron las Cortes de León, las Cortes de Castilla», concedió Madrid recordando sus inicios en la etapa preautonómica y cediendo protagonismo a la provincia del leonesismo, una corriente que, dado su carácter visceral y enérgico llegó a abrazar durante algunos años de su vida política el entonces joven alcalde de León, Juan Morano.

El actual senador se hizo cargo del gesto y revolviendo también en su pasado político pareció destapar una comportamiento casi desconocido incluso para él. «Cuando votamos los ayuntamientos y las diputaciones no sabíamos lo que era, ¿entiendes?» preguntó a su interlocutor entre la duda y la reflexión sin ánimo de perdón pero quizá sí de comprensión. Ni los propios protagonistas del momento llegaron a entender lo que estaban haciendo, pareció decirle Madrid, como para que alguien lo supiera. Y así, otra brecha cerrada en el pasado.

Superado el ecuador de la conversación y conscientes, casi por primera vez de que no se encontraban solos, Morano extendió sus disculpas a algunos de los asistentes que acompañaban a Demetrio Madrid. Habían sido parte de su Gobierno y se habían encontrado con la reacción del siempre combativo alcalde de León.

Se refirió al exconsejero de Agricultura, Jaime González y al director general de Estructuras Agrarias, Antonio Losa que estaban allí. Los dos leoneses, como Morano, pero enfrentados políticamente a muerte por varios capítulos de la entonces actualidad local y regional.

Ahora se han convertido en personas a las que «tengo respeto, e incluso cariño», les dijo Morano mirándoles a los ojos, sin acritud pero desde el convencimiento y casi sonrojando a los aludidos. Una sonrisa entre ambos lados del escenario volvió a colocar las cosas en su sitio. Otro capítulo de desencuentros superado.

No obstante, no hubo que esperar hasta el debate para que los dos ponentes materializaran su reconciliación. Tras su paso por el Congreso de los Diputados, habían coincidido hacía solo unos meses en un funeral en el que un saludo sin mayores consecuencias pareció acercarles algo. Sin embargo, acudieron a la cita predispuestos a acabar con la distancia nada más encontrarse.

El primero en llegar al Museo de la Radio fue Demetrio Madrid. Después lo hizo Morano. Se saludaron con algo más que cordialidad e invitados por los fotógrafos, recorrieron las instalaciones. Dio la sensación de que habían llegado ávidos de segundos y nada más verse solos empezaron a hablar. Por supuesto que comentaron el distanciamiento entre ambos, en los términos en los que solo ellos saben, pero nadie diría al verles que treinta años después no podrían empezar a sellar una amistad.

Es lo que tiene el Estatuto. Mejor dicho, los treinta años de Estatuto. «Un instrumento necesario», como coincidieron los dos en señalar y algo que posiblemente nunca se imaginarían como la herramienta que provocara un encuentro al final de su vida política y superada la setentena en ambos casos.

Y es que, ya se vio y se vivió ayer, la política no es la que hace a las personas. Son las personas las que hacen a la política. Y en este caso, treinta años después, la han conseguido humanizar.

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