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Vecinos y veraneantes curiosean en uno de los puestos del mercado del trueque de Vallejo de Orbó. / Nuria Estalayo
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Vecinos y veraneantes celebran el mercado del trueque en Vallejo de Orbó

NURIA ESTALAYO

Martes, 31 de julio 2012, 14:04

La pequeña localidad de Orbó, perteneciente al municipio de Brañosera, acogió el pasado domingo, y ya van nueve ediciones, el mercado del trueque. Lo que empezó como una actividad por y para un grupo de amigos, ha ido creciendo con los años, convirtiéndose en una cita esperada por vecinos y veraneantes de la comarca. Aunque los norteños no son los únicos que participan instalando sus puestos y sus mercancías. Son muchos los que, desde otros puntos de la geografía española, se acercan hasta Orbó y allí instalan sus tiendas de campaña, aparcan sus furgonetas o autocaravanas para pernoctar y participar en esta pintoresca iniciativa.

Cada año, a primera hora de la mañana, se hace sonar un cuerno para anunciar el inicio del mercado. De la misma forma, horas más tarde, con el sonido del asta, se proclama su clausura. Cada mercader instala su puesto según sus propios medios. Hay quienes colocan una tela directamente en el suelo y allí instala sus productos; hay quienes llevan mesas para facilitar la visión a los visitantes; quienes llevan sombrilla para protegerse del sol, y los más sofisticados, que instalan un toldo para hacer más acogedor su espacio. Todos esperan algo a cambio por sus artículos. Cualquier cosa vale, salvo las divisas. No obstante, se espera que haya paridad en el intercambio de utensilios. Por ejemplo, una bicicleta por una ballesta, o un tocadiscos por un chal.

No obstante, una gran parte de los participantes tiene como principal objetivo pasar un día entretenido y festivo, sin importar mucho el valor de sus enseres. Por ello, están abiertos a aceptar de los que se acercan con las manos vacías un beso, un abrazo o una cerveza por alguno de sus objetos. Son diversas y curiosas las mercancías que se llevan hasta Orbó para participar en este mercado del trueque. Vinilos, vino, cortacéspedes, herramientas, maletas, instrumentos musicales, accesorios informáticos, calzado, semillas, plantas y un sinfín de artículos más están presentes en esta feria, en la que, sobre todo, la ropa, los libros, los peluches y los juguetes infantiles son los que más abundan.

El entorno donde se emplaza es espectacular, ya que desde la parcela que acoge a los mercaderes se puede contemplar tanto la belleza del pueblo de Orbó, con su iglesia, como la Montaña Palentina en todo su esplendor. El mercado está amenizado por las notas musicales de un acordeón y cuenta con un pequeño puesto de bebidas para aliviar la sed en la calurosa mañana. Al concluir el día de mercado, los participantes se reúnen para comer una paella.

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