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Nació en torrelobatón

El Padre Hoyos: Una vida entregada a Jesús

Impulsó la publicación de El Tesoro escondido, primer libro en español sobre el Sagrado Corazón de Jesús

EL NORTE |

Jueves, 18 de febrero 2010, 14:13

Bernadro F. de Hoyos murió muy joven (apenas 24 años). Había nacido en Torrelobatón (21-ago-1711). De allí, con 11 años, pasó a Villagarcía de Campos como colegial. Ingresó después en el noviciado que tenía en esa localidad la Compañía de Jesús, a punto de cumplir los 15, y pasará después por Medina del Campo (estudios de Filosofía) y Valladolid (estudios de Teología y ordenación sacerdotal). Según se recoge en la página web oficial sobre su beatificación, en mayo de 1733 (contaba con apenas 21 años): descubre con asombro un libro donde está escrito mucho de lo que él está viviendo, y unos días después recibe del Señor un encargo y una promesa: la promesa, Reinaré en España, y con más veneración que en otras partes; y el encargo que no se me daban a gustar -dice- las riquezas de este Corazón [de Jesús] para mí sólo, sino para que por mí lo gustasen otros.

Desde entonces no vivirá para otra cosa. Procura la publicación de El Tesoro escondido, primer libro en español sobre el Sagrado Corazón de Jesús, escrito a instancias suyas por su director espiritual, el P. Juan de Loyola SJ; hace traer desde Italia dos moldes con los que imprime y difunde miles de estampas con la Novena; conquista para su causa al misionero popular P. Calatayud SJ, que comienza a fundar en cada pueblo por donde pasa un Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús, como fruto precioso de la misión; contacta con obispos y miembros de la familia real para que ayuden a la extensión de este culto, y pidan al Papa la celebración de esta fiesta para España; celebra la primera novena pública al Corazón de Jesús en el Colegio de San Ambrosio...

Aquí comienza la historia de la impresionante difusión del culto al Corazón de Jesús en toda España (la de entonces, que con las regiones de Filipinas y más de medio continente americano, era casi medio mundo), con un resultado asombroso ya en vida de Bernardo, y que no dejará de crecer en lo sucesivo (gran cantidad de cofradías, imágenes, congregaciones, consagración del género humano al Corazón de Jesús).

Un día se sintió mal. Tenía fiebre. Antes de meterse en la cama dijo la que fue su última Misa, ya que quince días más tarde moría, víctima del tifus. Era el martes 29 de noviembre de 1735. Sus últimas palabras fueron: Oh, qué bueno es habitar en el sagrado Corazón de Jesús!. Al día siguiente era enterrado en la iglesia de San Ignacio (hoy parroquia de San Miguel) en la pequeña cripta que había debajo del presbiterio.

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