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DE PINGOS PARDOS

Un día pijo, pijo

FRANCISCO CANTALAPIEDRA

Sábado, 5 de septiembre 2009, 03:37

A yer fue una jornada de esas que te llevan del aburrimiento al jolgorio en un metisaca. Así que, más perdido que Marianico el Corto en Silicon Valley, decidí extraer a la mañana todo el jugo posible antes de que la fiesta reventara justo debajo de mi casa, que es por donde pasa la marabunta peñera. Ya sé que la frase suena más cursi que una invitación de boda, pero Valladolid era un hervidero de actividad con coches encima de las aceras, camiones inundando plazas, tíos tirando cable por aquí y por allá, terminando de arreglar a martillazos las casetas de la Feria de Día o arrastrando barriles de cerveza que tendrán que reponer varias veces... con permiso de la autoridad económica y si el tiempo no lo impide.

Al primero que me encontré fue a Javier Sinovas rematando la caseta que ha montado a los pies de La Buena Moza, su último restaurante. Como es el jefe, en vez de resolver los problemas a martillazos intentaba arreglarlos a golpe de móvil, con lo caro que es eso. 'El Pilas' estaba risueño y convencido de que «la feria irá bien, porque la crisis está para que la gente se lo gaste divirtiéndose». Del menú que piensa dar me quedé con unos gambones con coco y bogavante y otras chucherías que habrá que ir a catar. A falta de una caña, me despidió con más optimismo: «A la feria no hay que venir a ganar dinero, sino a hacer escaparate y a divertirte con tus clientes». Casi contagiado de su entusiasmo, me fui a Portugalete, donde sólo han montado una caseta, detalle que no parece arredrar a José Manuel Álvarez, el dueño de Kalathos, que así se llama el chiringo. «El buey suelto bien se lame», me dijo mientras miraba de reojo a ver si aparecía el técnico de la cámara frigorífica, que se había escoñado. Antes de marcharme me sorprendió que me confesara que durante las ferias «se hace caja pero luego te pones a pagar facturas y te das cuenta de que has hecho el idiota».

Al pasar cerca de La Antigua cantaba una grulla, aunque a lo mejor no era una grulla propiamente dicha, pero yo tampoco soy Félix Rodríguez de la Fuente. En la zona metí el hocico en una caseta y pregunté por el dueño a un tipo que me pareció que estaba pelando cables. Su respuesta me llegó al alma: «Ni puta idea». En mi incansable labor de periodismo investigador quise saber cómo se llamaba y me dijo que Priscilo y que estaba allí intentando poner en marcha el grifo de las cañas. Preferí esperar a que llegara el dueño porque la caseta, La Flor que me Encontré, me había llamado la atención porque alguien había cortado a la mitad los barriles que se usan como mostrador y puesto una barra muy bajita, lo que me hizo pensar si Epifanio Hernández, 'Epi', se iba a dedicar a servir Fanta a los niños. «No, hombre, no, esto lo hemos hecho en colaboración con Aspaym para que los minusválidos puedan tomarse los vinos que quieran». ¿Y de beneficios, qué?, pregunté yo sagazmente. «Pues lo comido por lo servido, pero hay que estar en la calle. A lo mejor ganan más dinero los de otras zonas más pijas como Coca». Antes de despedirme, Priscilo me dijo que si hubiera sabido que era de EL NORTE habíamos hablado de fútbol, a lo que no tuve más remedio que responderle que de eso no tengo ni puta idea. Y me fui. ¿Saben adónde? A Coca, a preguntar a Paco Criollo si aquello era zona pija. Cuando me dijo «...bueno, un poco sí», me volví a casa con el rabo entre las piernas.

Media vida pensando que vivía en la zona pija de la ciudad y ahora resultaba que no. A las seis y media, mi calle, sin ser pija, retumbaba ocupada por miles de peñistas mientras yo me maqueaba para ir al pregón.

Estuve dudando si entrar en el Ayuntamiento por la puerta principal con la invitación que me ha mandado el alcalde en un sobre purpurina, o colgarme la esquila de plumilla y usar la parte de atrás. Al final, opté por lo segundo para evitar que alguien pensara que soy pijo. Yo, que soy de La Maruquesa...

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