Mochileando

«Cristina, ¿te vienes?», le preguntó María José Boeta 'Joe', su compañera de trabajo en una empresa de alquiler de vehículos. Cristina se lo pensó. Sólo llevaba un año en la compañía y pedir tan pronto una excedencia... Mmm. «Venga, voy», contestó una vez conseguido el permiso de la empresa. Y se fue. El 12 de enero empezó el viaje de su vida, cinco meses por Suramérica con siete kilos de ropa en la mochila y un presupuesto máximo de mil euros al mes. Hoy, casi medio año después, cuando miles de vallisoletanos cuentan los días para irse de vacaciones (algunos ya tienen la maleta lista), Cristina Colino recuerda la aventura ya en su Valladolid natal. «Teníamos el viaje más o menos planificado. Compramos una guía del Cono Sur y fijamos un pequeño calendario. Sabíamos los países que queríamos visitar, pero poco más. Lo mejor en estos casos, cuando vas sin prisas, es dejarte llevar, tomarte tu tiempo», aconseja. Ellas, Cristina y 'Joe', lo hicieron, por ejemplo, en Buenos Aires, ciudad a la que volvieron en más de una ocasión a lo largo de su periplo americano. «Nos encantó y alquilamos un apartamento», explica.

Buenos Aires fue, casi, la base de operaciones de su viaje. De ahí salieron hacia Colonia, Montevideo y Punta del Este (en Uruguay). Volvieron a Buenos Aires para luego viajar en avión hasta Ushuaia (el 28 de enero) y la Patagonia chilena, «quizá demasiado masificado, mucho turista por todas partes», recuerda. «Fueron dos días casi enteros montados en un autobús -y en tramos, éste en un ferry- en el que pasamos horas y horas». Mereció la pena, porque al final les esperaban cuatro días de excursiones y senderismo por los glaciares. En el viaje hubo más aventura. No faltó el piragüismo en San Carlos de Bariloche, un viaje a la isla de Chiloé para ver los pingüinos o una escalada al volcán Villarrica. «En principio no teníamos pensado entrar en Brasil. Lo descartamos porque es un país enorme, pero al final nos acercamos una semana a Río de Janeiro... y nos quedamos con ganas de más. ¿Y si lo cambiamos todo y vamos por Brasil?». Decidieron continuar con sus planes, ir al norte de Argentina, pero... «Nos enteramos de que había muchos casos de dengue en la zona y preferimos evitarla». De ahí que cambiaran la ruta pensada en un primer momento y se internaran de nuevo en Chile. Por la capital, Santiago. También Valparaíso -«estuvimos en la casa de Pablo Neruda»- o Valdivia y Viña del Mar, que esos días celebraba su popular festival con Serrat como estrella invitada. Y no faltaron al concierto. En el valle del Elqui (Chile) «fuimos a un observatorio astronómico para ver todas aquellas estrellas que no pueden contemplarse desde el hemisferio norte» y después atravesaron en un 4x4 y durante cuatro días el salar de Uyuni. «Lo ves todo blanco, sin obstáculos en el horizonte. Una pasada», recuerda hoy Cristina.

El viaje siguió por Bolivia - «un país que nos llamó mucho la atención, no pensábamos que estaría tan enfocado al turismo»- y de ahí a Perú, Machu Picchu incluido, claro. «Subimos a las cuatro de la mañana para intentar ver amanecer y que no hubiera mucha gente. Está llenísimo y lo mejor es contratar allí mismo la visita, porque te sale el doble de barato que si lo llevas cerrado desde España», recuerda Cristina, que tomó el vuelo de regreso a España, desde Lima, el 12 de junio.

Hoy le quedan los recuerdos, las fotografías, la historia contada en un blog (indianajoeylacolinaperdida.blogspot.es) y las ganas de repetir. Quizá por Asia. «Camboya, Laos...»