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Iglesia parroquial de San Cristóbal de Boedo. / FOTOS DE GONZALO ALCALDE
San Cristóbal se asoma a la A-67
PALENCIA

San Cristóbal se asoma a la A-67

La construcción de la autovía de Cantabria ha devuelto la vitalidad perdida en las últimas décadas a pueblos como San Cristóbal de Boedo, que se estaban quedando marginados

GONZALO ALCALDE

Miércoles, 24 de junio 2009, 04:12

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Bueno, aquí estamos, con legañas en los ojos, pues la noche de San Juan ha sido larga, y eso que es la más corta del año. Entre saltar la hoguera, el 'aserrín, aserrán...' y 'buscar el trébole' se nos ha hecho de día, y por aquí andamos, por el valle del río Boedo, una de las zonas menos conocidas de la provincia de Palencia. Aunque dentro de poco será algo más conocida, pues por allí se mueven las obras de la autoría de Cantabria a la Meseta (A-67), o viceversa, que promete devolver a la vida a unos territorios que se habían quedado un tanto marginados.

Nunca este diáfano y abierto valle había conocido tan frenética actividad. Por allí andan hombres de amarillo fluorescente y máquinas de todo tipo, y eso que me dicen que ahora hay menos que al inicio de las obras. He dicho que «nunca este valle había conocido tanta actividad», bueno, pues no es del todo exacto, ya que hace un siglo hubo la misma, cuando a través de una buena parte de este viejo valle se trazó la línea del Ferrocarril del Norte, que por allí sigue discurriendo. Esperemos que no se tenga que esperar otros cien años para que pase la Alta Velocidad.

De todas formas, y esto es una propuesta mía, los de la autovía se podían tirar 'el nardo', y aprovechando que San Cristóbal es el patrono de los viajeros y caminantes para animarse a construir cerca de este pueblo que lo tiene por patrón un área de descanso, donde existiese un pequeño humilladero que lo recordase, y que a su vez permitiese a los viajeros hacer un alto en el camino, a la vez que disfrutar de estos acogedores parajes del Valle del Boedo. ¡Ahí queda la idea, por si alguien la quiere aprovechar!

Cuando lleguemos a San Cristóbal de Boedo, comprobaremos que su recogido y ameno caserío se instala sobre una pequeña loma en la margen izquierda del río Boedo, quedando separada de éste por la ya mentada línea férrea entre Palencia y Santander.

La iglesia parroquial de San Cristóbal domina sobre el casco urbano de la villa, dedicándose a los Santos Facundo y Primitivo, en la cual se han realizado recientemente algunas obras de apeo y mejora, como nos lo recuerda un cartel de la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León.

El templo reparte su planta en tres naves separadas por pilares, que a la vez sustentan bóvedas de arista recubiertas con yeserías barrocas y estrelladas en el presbiterio. Dentro, varios retablos barrocos y neoclásicos forjan su patrimonio sacro, destacando el mayor y el del lado de epístola, de la segunda mitad del siglo XVII, adornado con una escultura gótica de la Virgen con el Niño del siglo XIII, a la cual hace compañía una buena imagen de un Cristo gótico del siglo XIV.

Riqueza interior

Si nos damos una vuelta por las calles de San Cristóbal de Boedo, veremos que algunas de sus casas han sido agradablemente reformadas. Me dicen que son alojamientos de turismo rural, viéndose claramente que sus propietarios han realizado un gran esfuerzo por conservar en ellas su aspecto más tradicional, intuyéndose entrañables rincones de corrales y patios que alojan palomares y aderezos propios del territorio. Vencejos y golondrinas cruzan el cielo con sus trinos y planeos, mientras -de pasada- beben agua en las cristalinas aguas de una fuente-picota neoclásica, fechada en el año 1809 y que adorna la pequeña plaza del pueblo.

Recomiendo al viajero que se anime a visitar San Cristobal, que cuando esté allí se dé un paseo aguas abajo del río Boedo, pues a poca distancia del pueblo se localiza la ermita de la Virgen de la Muela, en la cual todavía se pueden ver vestigios de su origen mozárabe, destacando su arco triunfal de herradura con relieves de rosetas, espirales y zig-zag, así como algunos fragmentos de cornisas y canecillos.

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