El tenor Juan Diego Flórez actuará en junio en el Delibes
En su tercer recital en Valladolid, interpretará piezas de Rossini, Gounod, Serrano o Saavedra
A. CORBILLÓN
Viernes, 10 de abril 2009, 02:58
De él dicen que está destinado (si no lo es ya) a ser el tenor del siglo XXI. Y el público de Valladolid volverá a disfrutar de su voz por tercera vez en los últimos cinco años. Juan Diego Flórez actuará en el Auditorio del Centro Cultural Miguel Delibes el próximo 21 de junio, con lo que el nuevo gran templo de la música disfrutará de la luminosa voz del tenor peruano (Lima, 13 de enero de 1973), como ya hicieran los aficionados en el teatro Carrión (noviembre del 2003) y Calderón (febrero del 2006).
Juan Diego Flórez ofrecerá en Valladolid (20 horas) un recital con una selección de obras de Rossini (su autor fetiche), Gounod, Pérez Soriano, Saavedra y Amadeo Vives. Le secundará al piano el estadounidense Vincenzo Scalera, su acompañante habitual. Han actuado ya tantas veces juntos que los expertos aseguran que «conoce, mima y respira con la voz de Flórez». De hecho, Scalera fue el mismo que le acompañó en su primer recital en Valladolid en el 2003.
Aunque no se han avanzado más detalles de su recital vallisoletano, Flórez abordará en la primera parte las composiciones de Gioachino Rossini en solitario, y dejará para la segunda, algún 'bis' más del autor italiano, aderezados con temas de los citados Charles Gounod, José Serrano, Agustín Pérez Soriano, Tomás Barrera Saavedra y Amadeo Vives.
Avance en Madrid
Con una agenda de conciertos cerrada hasta el año 2015, Flórez sólo añadirá otra fecha a su presencia en España esta temporada: sus dos conciertos en el Teatro Real de Madrid unos días antes de llegar a Valladolid, concretamente la primera semana de junio. Será un ensayo de lo que podrá escucharse y verse en el Miguel Delibes, ya que ha anunciado el mismo repertorio de autores y, por supuesto, su inseparable Scalera.
En realidad, el artista peruano intenta compensar al público madrileño tras su polémica 'espantada' al negarse a hacer de Duque de Mantua en la ópera 'Rigoletto', de Guiseppe Verdi, en el mismo escenario, el Teatro Real. Una decisión que sentó muy mal ya que era el programa estrella de la temporada en el coliseo madrileño. Los que soñaban con una guinda de la archiconocida 'La donna è mobile', se quedaron con las ganas. Aunque, el cantante ha demostrado que puede con Verdi y con lo que se eche a la garganta, en su momento recordó que «me siento incómodo y debo forzar la voz». Así que ha preferido seguir paseando por el mundo su suficiencia interpretando a Rossini.
Del rock al bel canto
Juan Diego Flórez es un curioso talento natural para el canto que ha heredado por consanguinidad filial. Es hijo del cantante y guitarrista criollo peruano Rubén Flórez, que era el 'Vincenzo Scalera' particular de la cantautora Chabuca Granda, uno de los mayores mitos de la música folclórica andina.
Con estos mimbres, Juan Diego descubrió pronto sus capacidades vocales y se planteó en su más tierna juventud hacer versiones de 'standards' de The Beatles, Led Zeppelin o Elvis Presley. Lo hacía como 'telonero' o cuando fallaban los músicos en el local musical que regentaba su madre en Lima. Sus maestros escolares descubrieron el talento natural de su garganta, destinada a marcar una época en el canto lírico.
En el instituto Curtis de Filadelfia (Estados Unidos) desarrolló durante tres años (1993-1996) una potencialidad que 'estalló' con su debut profesional en el Rossini Festival de Pésaro (Italia) en 1996. Fue el antes y el después de una carrera que, con apenas 23 años, le llevó a debutar al año siguiente en La Scala de Milán en el papel del Cavaliere danese en 'Armide', de Gluck. Luego llegaron el Royal Opera House, el Covent Garden (Londres), la Ópera Estatal de Viena y la Ópera del Metropolitan (Nueva York).
Hitos que abrieron lo que algunos han llamado 'década prodigiosa de Juan Diego Flórez'. Con las múltiples grabaciones y las giras mundiales llegó la consolidación definitiva, en la que hasta sus propios compañeros le dieron la 'alternativa'. En octubre del 2003, el ya fallecido Luciano Pavarotti dijo de él que era «mi sucesor como cantante de ópera». Un orgullo aunque el estilo del peruano va un poco más allá de lo lírico y, como él mismo dice, «soy lírico-ligero».
Mediático
Admirador profundo de Alfredo Kraus, del que siempre alabó su timbre y elegancia, el último gran espaldarazo se lo dio Plácido Domingo, que dijo de él (el miércoles hizo un año) que «es el más grande tenor ligero de todos los tiempos», 'ajustando' las palabras que ya le dedicara Paravotti.
Fueron días intentos para Juan Diego ya que, tres días antes, se convertía en centro del interés mediático por su boda en la Catedral Metropolitana de Lima con la ex modelo alemana Julia Trappe. El cardenal Cipriani, cabeza de la iglesia peruana, realizó el sacramento.
Lejos de asustarse al sentirse permanentemente en el centro de atención y ante tanto halago superlativo, Flórez sabe que aún tiene al tiempo (y la juventud) de su parte para seguir superándose. «Es una especie de presión saludable, porque hace que yo me esfuerce más», ha llegado a decir.
En Valladolid aún se recuerdan, además de sus dos conciertos, la suavidad 'latina' de su trato. Un hombre de conversación seseante y sedosa que, no obstante, cree que la ópera siempre será «un arte para pocos y no creo que nunca llegue a ser un arte para muchos. Y tiene que ser así. No a todo el mundo le gusta ir a las galerías a ver pintura. La música o la pintura son artes para minorías».
Con esta visita, Juan Diego Flórez habrá actuado tres veces en menos de seis años en Valladolid, lo que demuestra el peso creciente que ha adquirido la ciudad en el calendario de conciertos y citas. Otro tanto podría decirse de las condiciones técnicas en que lo ha hecho (de las carencias del teatro Carrión a la grandiosidad del Miguel Delibes, pasando por el moderno Calderón).
De aquella primera presencia en noviembre del 2003, de la mano de la Asociación Cultural Salzburgo, los privilegiados que acudieron recuerdan el carácter de acontecimiento de aquel concierto, que obligó a Flórez a premiar tanto aplauso con cuatro bises. En la segunda, mostró su complicidad, sin rivalidades estériles, con la mezzo Daniela Barcellona, con la que compartió escenario.