Julio Aparicio, gitano, valiente y sandunguero
JUAN MIGUEL NÚÑEZ
Jueves, 19 de marzo 2009, 01:33
La escasa condición de los toros condujo la tarde a las tinieblas del aburrimiento. Aunque por un momento se hizo la luz, gracias a Aparicio. Un rayo refulgente en el cuarto de la tarde, el único astado que «medio sirvió». Duró poco el toro, pero lo suficiente para que Aparicio desplegara el duende de su agitanado toreo, cargado de misterio y toques sandungueros. Toreo de especial encanto, de mucho temple e improvisación, de empaque y recia exquisitez.
Talavante cargó con un primero de escasas posibilidades, al que toreó muy en corto y muy despacio. El quinto, que apuntó buena condición, también acabó viniéndose abajo. Talavante estuvo muy firme, quieto y vertical, y mucho tiempo en las cercanías. Luque, el peor parado, planteó un primer trasteo en plan valentón, de mando y poderío, un contrasentido por la extrema sosería y nula acometividad de la res. El sexto, que arrastraba los cuartos traseros, se defendió mucho, sin terminar de tomar los engaños. Luque echó mano otra vez del arrojo, pero sin llegar a interesar.