«Ser ninguneado forma parte de la vida de cualquier autor de teatro»
Regresa a los escenarios con 'La taberna fantástica'
TOMÁS GARCÍA YEBRA
Lunes, 19 de enero 2009, 01:55
Años sesenta. Una tasca en los suburbios de Madrid. Unos personajes acanallados por la miseria, el desencanto y el alcohol. El entierro de la madre de uno de ellos. Una pareja de guardias civiles haciendo la ronda Con estos materiales levantó AlfonsoSastre (Madrid, 1920) 'La taberna fantástica', una obra que de tanto prohibirla alcanzó la categoría de mito. Se estrenó en 1985 con un deslumbrante Rafael Álvarez, 'El Brujo', como cabeza cartel. 23 años después, el dramaturgo afincado en el País Vasco vuelve a triunfar con este grupo de buscavidas.
-¿Qué significa en el 2009 'La taberna fantástica'?
-Lo mismo que en 1966 y que en 1985. Un canto a los valores humanos de la marginación. Una efusión de amor a la gente que vive en el subsuelo de nuestras sociedades.
-Uno de los grandes aciertos de la obra es la recreación del lenguaje de los quincalleros. ¿Toda protesta, para que perdure, tiene que tener valores estéticos?
-Sin una poética que sustente el discurso no puede haber arte. Y tampoco crítica social que valga la pena.
-Los especialistas aseguran que esta versión que protagoniza Antonio de la Torre no desmerece en nada de la que hizo El Brujo.
-Aquella fue magnífica. Ésta todavía no la he visto porque ando mal de salud. Espero disfrutarla cuando aparezca por San Sebastián en el mes de marzo.
-Desde hace muchos años eligió el País Vasco como lugar de residencia. ¿Qué le ha aportado esta tierra?
-Hospitalidad, solidaridad y generosidad.
-¿Se considera un autor ninguneado?
- Sí, pero no más que todos mis colegas. Ser ninguneado forma parte de la vida de cualquier autor.
-Quizá sus ideas independentistas han influenciado en la valoración que se ha hecho de su teatro.
-Sí, es normal que así sea. No somos de piedra.
-El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, ha dicho que si ETA fuese inteligente dejaría de asustar y de matar. Sostiene que la única vía inteligente para defender sus ideales es la arena política.
-Lo que opine el alcalde de Bilbao me importa un bledo, pero sí creo que la violencia es indeseable. Y, por cierto, he conocido a muchos guerrilleros que son de la misma opinión que yo. Desde luego, la paz en el País Vasco sólo nacerá en una mesa de negociaciones. Eso lo saben hasta los más tontos.
-Si existe la otra vida y se encuentra con Franco en una esquina, ¿qué le va a decir?
-Me acuerdo que las casas y las calles de Madrid eran bombardeadas todos los días durante la guerra, desde la tierra y desde el aire. Todavía tengo presente que en una Nochebuena un proyectil de artillería perforó el piso de arriba de nuestra humilde casa en el número 14 de la calle de Ríos Rosas. Recuerdo también que nos habíamos acostado sin cenar porque no teníamos nada. Esto no es más que un detalle dentro de un conjunto que no hay por dónde cogerlo y que habrá que coger por alguna parte, como están intentando los movimientos a favor de la memoria histórica. Por estas razones, y unas cuantas más, le diría: fue usted un canalla, mi general.
-¿A quién le gustaría ver en esa otra vida?
-Siempre veo a quienes amo. No hace falta que hayan muerto.
-Entre sus autores favoritos cita a Ibsen, Priestley, Pirandello, Beckett No cita, sin embargo, a Oscar Wilde, traducido impecablemente por su hermano José.
-Adoro a Oscar Wilde. Las traducciones de mi hermano son ciertamente magníficas. Yo usé una de ellas, 'La importancia de llamarse Ernesto', y la reescribí como una opereta, pero nunca se ha estrenado como tal.
-¿Qué obra de otro dramaturgo le hubiera gustado firmar?
-'Woyzeck', de Georg Büchner, sin duda alguna.
-¿Aspira a algunos de los grandes premios: Nacional de las Letras, Príncipe de Asturias, Cervantes?
-Le contestaré un tanto cabalísticamente, citando el título de una obra mía que no se ha estrenado: 'Demasiado tarde para Filoctetes'. -A la vista de que cómo vienen los tiempos hay quien se pregunta si el comunismo tomará de nuevo palabra.
-Sería deseable que en el siglo XXI tomaran la palabra las convicciones que movieron el nacimiento del socialismo. Un nuevo y próspero socialismo.
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