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José Tomás sale a hombros de la plaza de Las Ventas. / ZIPI-EFE
VIDA Y OCIO

Apoteosis de José Tomás en su regreso a la plaza de Las Ventas

Corta cuatro orejas y sale a hombros después de dar una lección de toreo

J. MIGUEL NÚÑEZ

Viernes, 6 de junio 2008, 02:16

José Tomás ha roto moldes. Mucho más allá de la apoteosis que significan las cuatro orejas en Las Ventas, todo un récord, su actuación significa un compromiso de responsabilidad total con el toreo en su vuelta a esta plaza. Por la corrida elegida, muy astifina de presencia, y sobre todo por el planteamiento y ejecución de sus dos faenas.La pureza del toreo en grado sumo, aunque ciertas desigualdades en algunos momentos de sus dos trasteos pueden ser también excusa para sus detractores, que como a todo mito no le faltan. Es cierto que hubo enganchones en pasajes aislados tanto con el capote como con la muleta. Sin embargo, habría que interpretarlos como mérito añadido, pues sería imposible que toreando tan quieto y tan cerca no tropezara el toro los engaños.

Ahí estuvo la clave de su éxito, que tanto fervor, disfrute y pasión despertó. La plaza entera sin excepción, incluido el polémico tendido siete, aplaudió de pie y con gritos a coro de 'torero-torero' tras el remate de la última serie al natural en el toro quinto.

La forma de citar había sido un desafío a las leyes de la física, sin espacio para pasar el toro, que desvió su trayectoria a punto de llevárselo por delante, obligado por un ligero y muy seguro toque de muñeca. Cada embroque se vivió en el tendido con una sensación de angustia, aliviada sólo con el relajo del diestro en la forma de parar y conducir las embestidas.

La interpretación fue de una enorme exactitud, además de la personalidad, el aroma que desprendían los pases. Y quede claro que en todo momento fue dueño de la situación, sin aspavientos, ni mucho menos con alardes temerarios. Todo con apabullante naturalidad. Al natural parecía en principio que no iba, pero también le obligó. Fue todavía más lento, más profundo. Y los remates, por abajo, únicos. Mató más con el corazón que con la cabeza, quedándose en la cara. Pero mató. Y las dos primeras orejas.

En el quinto, versión aumentada. Muy metido con el toro desde el primer momento. La embestida era más larga. La profundidad mayor. Otra vez por la izquierda fue el acabose. No parecía posible tanta consistencia y sinceridad. Un acontecimiento.

Conde estuvo breve e incomprendido en su primero. En el otro, sin embargo, interesó mucho en los primeros compases con la muleta. Sólo cuatro gotas de arte. Y el confirmante Luque puso mucho empeño pero no terminaron de salirle las cosas porque sus toros no le ayudaron lo suficiente.

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