Diálogo o interferencia
Las Jornadas sobre el Paisaje propician un apasionado debate sobre la intervención de Francisco Leiro en el Romeral de San Marcos
JESÚS MAZARIEGOS
Domingo, 11 de noviembre 2007, 01:52
Largo y apasionado, con numerosas y animadas intervenciones de los asistentes, fue el debate que siguió a las intervenciones de José Antonio Gómez Municio, Manuel Gómez Anuarbe y Alicia Heres en torno a la exposición 'El Jardín de las Delicias', obras del escultor Francisco Leiro ubicadas en distintos lugares del Romeral de San Marcos, en el ámbito del Hay Festival y comisariada por Carlota Álvarez Basso. Son esculturas no hechas ex profeso para esta intervención, excepto el fauno de madera, portador de significados relacionados con la energía vital, la fuerza creadora de la naturaleza y la desmesura de lo dionisíaco.
El jardín que creara el paisajista Leandro Silva, alberga temporalmente una serie de esculturas salidas de la mano del escultor gallego, cuya pertinencia, oportunidad y sentido han sido objeto de interpretación desde dos visiones extremas, la que defiende la intervención como ajustada al espíritu del jardín y al pensamiento de Silva, formulada por José Antonio Gómez Municio y la que considera el hecho como una interferencia, defendida por Manuel Gómez. Anuarbe, el cual se preguntaba cuál sería la opinión de Leandro al respecto, o incluso si hubiera sido posible la presencia de las obras de Leiro en el jardín si su creador viviera.
Vivencias de Silva
Alicia Heres valoró positivamente el diálogo jardín-esculturas y el otro diálogo que se estaba escenificando en el auditorio del Museo Esteban Vicente, donde numerosos asistentes fueron aportando sus experiencias en torno al jardín, sus vivencias con Leandro Silva y el recuerdo de sus palabras, como aportación para decantarse por una u otra opción, lo cual contribuyó a que las posturas se matizaran, especialmente la de Gómez Anuarbe, que valoraba positivamente la obra de Francisco Leiro.
Acercadas las posturas, quedó muy claro el carácter de acontecimiento excepcional de la exposición, valorando unos su carácter reversible por considerar que el jardín tiene su propio discurso, y aplaudiendo otros su complicación y enriquecimiento hasta alumbrar un nuevo programa iconográfico, no por oscuro y ambiguo menos interesante.