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Las tres pasajeras de la línea M 3, durante el recorrido desde Delicias a la Plaza Mayor. / RICARDO OTAZO
VALLADOLID

Las tres de la M 3

Dos trabajadoras de la limpieza y una estudiante de Química Industrial estrenan la nueva línea matinal de Auvasa que une el barrio de Delicias con el centro de la capital

J. ASUA

Martes, 6 de noviembre 2007, 01:03

Mucha niebla y una luna menguante, de esas que invita a sentarse en su vértice inferior. De noche cerrada aún, Auvasa estrenó ayer seis nuevas líneas destinadas a los vallisoletanos más madrugadores que necesitan aterrizar pronto en el cogollo de la capital, bien para quedarse por cuestiones de trabajo o estudio, bien para conectar con otros servicios de la compañía. Eran las 6.45 horas cuando el autobús M 3 aparcaba en la marquesina del número 69 de la calle Caamaño, cabecera de un recorrido que atraviesa Delicias y la zona de Circular hasta llegar al casco histórico. Cinco minutos más tarde llegaba hasta este punto Luordes Díaz, trabajadora de la limpieza en Carrefour Express y pasajera número 1 del circuito radial de las 6.55 horas desde el populoso barrio del este.

«La verdad es que me viene mucho mejor, porque con el de las 7.15 horas llegaba tarde. Hasta ahora lo solucionaba quedándome un poco más tarde, porque tengo esa flexibilidad de horario», explicaba esta empleada. Para cuando el M 3 arrancaba, las líneas P y PSC, con salida a las 5.15 y 6.15 horas en dirección a los polígonos de Argales y San Cristóbal, ya surcaban la trama urbana recogiendo obreros para dejarlos en sus respectivos tajos.

El estreno de estos nuevos autobuses del sueño se saldó ayer con poca ocupación. El M 3, con al menos once paradas, solo frenó en otras dos ocasiones para recoger pasaje. En una de las marquesinas de Embajadores se subió Rosa Duquel, otra trabajadora de la limpieza. «Me parece estupendo que pongan en marcha esta línea, hasta ahora iba andando al trabajo y la verdad es que atravesar el túnel de Delicias de noche y sin nadie en la calle da un poco de miedo», confesaba esta joven.

De nuevo en marcha, hasta la calle Cádiz nadie subió al autobús. Tamara Matarranz picó su tarjeta en este punto. «Voy a clases en una academia en San Quirce y hasta ahora iba caminando, ahora nos evitamos el frío y el miedo de andar a estas horas», explicaba desde su asiento esta estudiante de Química Industrial.

Completo el pasaje, el coche hizo su entrada en el centro. En la plaza de España bajaba Rosa Duquel y en Plaza Mayor las otras dos integrantes de este equipo de madrugadoras. El autobús completaba el recorrido en 17 minutos. Ya en el nudo de Ferrari llegaban casi al mismo tiempo el M 4, desde La Victoria, y el M 2, desde San Pedro Regalado. En este último viajó Nieves Mancebo, empleada de una panadería en Delicias, a la que le iba a tocar esperar 23 minutos a la conexión. «Si cojo el de las 7.15 llegó tarde y con este tengo que esperar».

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