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Concepción, en primer plano, junto a su marido y a su hija.
«Era una persona muy optimista, pero mi vida se ha roto, me siento una inútil»

«Era una persona muy optimista, pero mi vida se ha roto, me siento una inútil»

M .m.

Domingo, 24 de enero 2016, 12:30

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Concepción Serrano es una de las siete afectadas por los casos de ceguera del Río Hortega. Operada hace algo más de dos años, ha perdido la visión del ojo izquierdo y del derecho conserva muy poca capacidad visual. Concepción, con 65 años de edad, asegura que su vida se ha roto y considera que se ha convertido en una «inútil» y una «dependiente». No responsabiliza a los médicos de lo sucedido, pero sí de no informarle ni decirle la verdad. Con el temor de poder perder toda la visión del ojo derecho, se adapta a su nueva vida con la ayuda de la ONCE y de su familia.

¿Cómo empezó todo?

Fue en noviembre de 2013. Un día me levanté con molestias en el ojo izquierdo. Se me quedó empañado con una tela negra y no veía muy bien. Fui al médico de cabecera y me mandó al oftalmólogo y más tarde al especialista de retina y decidieron operarme porque tenía una membrana. La intervención fue en el Hospital Río Hortega. Salí bastante mal de la intervención. Fue inhumano, he parido seis hijos, ahora viven cinco, y varias operaciones, y nunca me he sentido tan mal. Me tuvieron que pinchar varias veces para ponerme la anestesia local. Tengo un recuerdo de ese momento muy desagradable. Me dieron el alta el mismo día y a la mañana siguiente tuve que ir a revisión muy pronto. Me sentía fatal, con muchas molestias. Llegué a casa desencajada, y aún así me dieron el alta. Cosas que ahora piensas en ellas y no dejan de sorprenderte.

¿Cuándo nota que había perdido la visión?

Los facultativos no me comentaron nada. Me dijeron que la recuperación iba a ser lenta, no menos de seis meses. En ninguna de las revisiones me decían nada, pero yo no recuperaba la vista. Cuando pasaron los seis meses pregunté pero no tuve contestación. Al año, me preocupé porque no había recuperado nada. Entonces tampoco tuve respuesta alguna. Con el tiempo empecé a perder la vista también del ojo derecho. Ante la pérdida, decidieron darme radio láser en los dos ojos para aportar claridad, y desde entonces, todo ha ido a peor.

¿Pero los médicos que la trataron no le decían qué había ocurrido?, ¿por qué había salido mal?

No, nunca. Y siguen sin darme ningún tipo de explicación. He solicitado un informe y estoy esperándolo. Tanto yo como mi familia hemos preguntado pero no se nos ha comentado nada. Yo no les responsabilizó de lo ocurrido pero sí de la falta de información. Mi marido considera que son culpables de no decir la verdad y no dar explicaciones, de eso sí son culpables. No me han reconocido que me he quedado ciega.

¿Cómo se entera de que podía ser una de las afectadas por el mal estado del perfluoroctano?

Por su periódico. Mi hija vio la entrevista de Amaya Gil en Navidad y cómo tenía los mismos problemas y la misma pérdida de visión, de la misma forma, pensó que a mí me podía pasar lo mismo.

¿Cómo sabe que también es una de las afectadas?

Las pruebas apuntan a que yo fui una de las operadas con uno de los lotes tóxicos. Ya me he puesto en manos del abogado que lleva los casos en Castilla y León y me ha dicho que así es. Me uniré a la reclamación conjunta. Espero que se resuelva pronto para intentar cerrar este capítulo, a pesar de que las consecuencias seguirán ahí, porque ahora aunque nos indemnicen, el dinero no paga una vida.

¿Cómo se siente?

Mal, antes era una persona muy vitalista y optimista. Trabajaba cuidando a personas mayores en una residencia y me gustaba mucho. No paraba entre la residencia y la casa. Ahora no salgo apenas. No puedo hacer nada sin la ayuda de mi marido, y además, él tiene cáncer desde hace dos años, e intenta estar ahí pero también tiene lo suyo. No puedo limpiar casi, ni hacer la comida, ni ocuparme de la casa como hacía antes. Si salgo a la calle, tiene que ser acompañada. Mi vida se ha roto. Me he vuelto una dependiente. Me siento como una inútil, no puedo hacer lo que yo quisiera. A mi estado anímico se suman los dolores. Sufro terribles y constantes dolores en los ojos, en el rostro, dolores de cabeza y mareos, y tengo miedo de perder totalmente la vista del ojo derecho, cuya visión es muy pequeña, del 1,2%. Tengo que tomar calmantes a diario.

¿Recibe atención psicológica para intentar sobrellevar la ceguera?

No. Sí que me he apuntado a la ONCE y hago actividades con ellos. Les estoy muy agradecida, el trato ha sido y es excelente de todo el personal, de la asistente social y del óptico. Fueron sus facultativos los que me dijeron que la ceguera es irreversible. Me reconocieron que ya no se podía hacer nada. Me trató el mismo médico que me operó las cataratas hace años y, sorprendido por lo que me había pasado, cuando me vio exclamó que qué me habían hecho, que no veía nada.

¿Ha tenido que coger la baja?

Sí, ahora estoy jubilada y hemos solicitado la gran invalidez. Ya tengo 65 años, pero tuve que ponerlo en manos de abogados para conseguir la baja porque me dieron el alta a pesar de quedarme ciega. Ni siquiera podía salir a la calle porque no veía nada, ni semáforos ni obstáculos, aún así pensaron que estaba capacitada para ir a trabajar. Incluso, estuve varios meses sin cobrar. Era ilógico. Todo ha sido un cúmulo de despropósitos.

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