«Lo único que me duele a mi edad es no tener menos años»

No todos los días se soplan 104 velas, y mucho menos con una salud de hierro como la de Juanita Manzanero, una madrileña que ha pasado buena parte de su vida en Valladolid, donde vive actualmente y, que asegura, «nunca he estado enferma, no me he cogido ni un constipado», a lo que añade entre risas «lo único que me duele a mi edad es no tener menos años». Un sentido del humor que nunca ha perdido en estos 104 años y que le ha permitido tener «una vida muy feliz» tal y como ella afirma. Una muestra de esta felicidad es que no es capaz de escoger el mejor momento de su vida «no puedo elegir un solo momento, he sido feliz toda mi vida, siempre he hecho lo que he querido y me ha dado la gana» asegura.

Una de sus mayores pasiones siempre ha sido el baile, que se ha convertido en una de las cosas que más echa de menos por los impedimentos de la edad. «He bailado lo que nadie sabe, pero ahora, por desgracia, ya no puedo» afirma. Sin embargo, José María Delgado, director de la Residencia Lacort donde vive Juanita desde hace dos años asegura «cuando ponemos música siempre está en primera fila, no se pierde una». Además, respecto a la salud de Juanita añade «nunca está mala, como mucho se toma algo para el dolor de rodilla puntualmente, pero nada más».

La razón que trajo a esta madrileña hasta Valladolid fue su difunto marido, vallisoletano, al que recuerda con una inevitable sonrisa en el rostro «mi marido era un teniente muy guapo, muy bueno y muy cariñoso. Yo he sido muy feliz con él y por su trabajo he vivido en muchos lugares».

Las Palmas de Gran Canaria, Tenerife, Bélgica, Astorga y por último Valladolid fueron los lugares de destino de su marido a donde ella no dudó en acompañarle. Finalmente cuando este falleció decidió quedarse a vivir en la ciudad natal de su esposo.

El único sueño que a Juanita le ha quedado por cumplir en estos 104 años ha sido tener hijos, pero como esta madrileña siempre le saca el lado positivo a la vida, afirma «me hubiese gustado tener hijos, pero de esta manera también hemos podido viajar más por las obligaciones del trabajo de mi marido».

A pesar de no haber tenido descendencia, visitas no le faltan a Juanita en la Residencia Lacort. «Aquí vienen a verme mis sobrinos o algunos amigos que son más que familia» cuenta la madrileña.

Juanita recuerda su infancia y juventud como una de las etapas más bonitas de su vida. Cuando ella aún vivía en Madrid, «íbamos al Retiro, comprábamos churros y los chicos se embarcaban, pero yo no me embarcaba porque me daba miedo. Lo pasábamos muy bien» asegura. Fue en esta etapa en la que conoció a su marido, aunque según ella misma cuenta «nunca imaginé que fuese a ser mi marido, yo al principio no quería nada con él» cuenta entre risas. Pasaron algunos años hasta que su amistad se convirtiese en algo más, ya que el destino les separó durante varios años.

Fue tras la guerra cuando su esposo regresó a conquistarla después de que el hermano de Juanita le confirmase que estaba soltera y le dijese dónde vivía. «Se presentó en mi casa con el traje de teniente y montado en bici, muy guapo. Estuvo tomando un café con magdalenas con mi madre y conmigo». Desde aquel momento, su amistad comenzó a convertirse en algo más y finalmente, poco tiempo después, decidieron casarse.

En el homenaje que se la hizo el pasado 26 de junio en la resisdencia Lacort con motivo de la celebración de su 104 cumpleaños, Juanita no pudo evitar emocionarse cuando todos sus compañeros y trabajadores del centro le cantaron el cumpleaños feliz durante el desayuno y la entregaron un ramo de flores junto a una gran tarta. «Lo pasamos muy bien y comimos tarta, aquí siempre me tratan muy bien, yo me llevo bien con todo el mundo» cuenta Juanita que ahora dedica gran parte de su tiempo a lectura en el jardín de la Residencia Lacort.