Llenan de pintadas el parque de Las Norias un mes después de su limpieza
La zona verde cumple cuatro años sin un proyecto viable para utilizar las naves de la azucarera
J. SANZ
Domingo, 6 de marzo 2011, 02:16
El parque de Las Norias, ese pulmón verde de 4,3 hectáreas que inauguraron los Lunnis hace cuatro años, va camino de convertirse en un inmenso monumento al aire libre al grafiti. Decenas de pintadas vuelven a decorar cada rincón del antiguo área industrial apenas un mes después de que operarios de una empresa especializada las retiraran de las paredes y los trampantojos que cubren las naves de la azucarera Santa Victoria.
Los propios trabajadores que emplearon más de una semana a comienzos de febrero en «adecentar un poco» los muros de ladrillo catalogado -todas las edificaciones están protegidas- recordaban entonces que estaban hartos de limpiar unas paredes que siempre volvían a estar repletas de pintadas «al día siguiente». Dicho y hecho. Los grafiteros, esta vez, utilizaron directamente botes de pintura, y no aerosoles, para embadurnar el restaurado y peculiar aparcamiento de bicicletas que acaban de pintar de negro la empresa subcontratada por el Servicio Municipal de Limpieza.
La misma situación se repite en cada metro cuadrado limpiado hace un mes y lleno ahora de garabatos tan poco artísticos como la rúbrica de 'Vasy!' -en la imagen- que decora con letras bien grandes tanto el citado aparcamiento, en el que, por otra parte, nadie ha colgado hasta la fecha su bicicleta, como la fachada principal de la vieja azucarera.
Todo un desafío a la ordenanza municipal antivandalismo, que contempla sanciones de entre 750 y 1.500 euros por este tipo de pintadas, y más al tratarse de muros con un elevado grado de protección. El problema es que por el fantasmagórico parque de Las Norias apenas pasa nadie a diario e, incluso, en el único edificio 'habitado', uno de los chalés de la entrada ocupado por la fundación Jorge Guillén, no se ve movimiento de personal casi nunca.
Fuentes municipales reconocen que no hay proyectos en marcha para dar vida a las naves de la vieja azucarera, que al menos ahora están tapiadas en condiciones, salvo la idea, y solo es eso por ahora, de que otra fundación, en este caso la de Francisco Umbral, pudiera ocupar el segundo chalé de la entrada.
El parque se convirtió en un campo abonado para el vandalismo desde el mismo día de su inauguración gracias a la falta de afluencia y, sobre todo, a su evidente aislamiento de la ciudad al estar rodeado por las vías -de viajeros y mercancías- y separado de La Farola por la laberíntica pasarela que salva la línea férrea. El problema es que para abrirlo se invirtieron nada menos que 8,7 millones de euros. No en vano estaba destinado a ser el Central Park' del sur de la ciudad, según lo bautizó el exconcejal de Urbanismo, José Antonio García de Coca.