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Jueves, 23 de febrero 2017, 13:02
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Las palabras y su interpretación son el hilo y la aguja con las que el hombre cose sensibilidades que parecen muy lejanas unas de otras. Por obra y gracia de esa labor de confección en la que se engarzan las sílabas y los versos de viva voz, declarados al aire y dichos en libertad, los muros caen para tejer un espacio en común en el que habitar. De eso, Segovia y su legado de aquella candidatura a Capital Cultural Europea sabe bastante. De morar la cultura, al igual que Antonio Machado moró en la que hoy es su Casa Museo en la calle Desamparados de la ciudad. Allí residió y trabajó entre 1919 y 1931.
Cuando se cumplen 78 años de la muerte del poeta, los ciudadanos rinden visita y homenaje a Machado, a su legado, a su obra y su espíritu. Las palabras que un día escribió el sevillano resonaron durante la lectura y recitales que se sucedieron para evocar a pulmón al más insigne inquilino de aquel lugar. Y como es tradición, el busto que esculpió Emiliano Barral volvió a ser adornado ayer con un ramo de flores en su memoria.
El director de la Academia de San Quirce, Rafael Cantalejo, presentó el acto conmemorativo, iluminado con los focos instalados para la ocasión por el Ayuntamiento. Luego otro académico, Juan Antonio del Barrio, condujo las intervenciones, la lectura y recital de poemas leídos y cantados. Versos sueltos y poemas interpretados sobre el papel y de memoria. Bien entonados casi todos. Palabras que mostraron, una vez más, su capacidad de tejer lazos y de unir generaciones. Jóvenes alumnos pasaron también ante el micrófono para homenajear a Machado.
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